El
problema del tráfico de drogas en América Latina está en Estados Unidos
La
región determina cada vez más su propio futuro, como se manifestó en la última
Cumbre de las Américas
David Brooks
Nueva
York, 12 de mayo. La llamada guerra contras las drogas no está fracasando, sino
que sus consecuencias son intencionales tanto dentro de Estados Unidos como en
el hemisferio, afirmó Noam Chomsky, quien también enfatizó que el cambio más
notable en las Américas es su creciente independencia de Washington.
Decir
que la guerra contra las drogas ha fracasado es no entender algo. Es cierto que
durante 40 años la guerra contra las drogas ha fracasado en sus objetivos
declarados. Todos saben que la prevención y el tratamiento es la forma más
eficiente para abordar el problema de las drogas, y que operaciones en el
extranjero es la manera más ineficiente. Uno tiene que preguntarse qué está en
la mente de los planeadores ante tanta evidencia de que no funciona lo que
dicen que están intentando lograr. ¿Cuáles son las intenciones probables? Las
consecuencias predecibles son buenos indicadores de efecto, explicó.
Dado
que el envenenamiento de cosechas en lugares como Colombia a través de la
fumigación antidrogas beneficia a los grandes intereses agrarios y destruye la
vida de los campesinos, que la violencia ha desplazado o destruido el tejido
social de comunidades en varios países de América Latina y debido a que las
políticas antinarcóticos aplicadas dentro de Estados Unidos han encarcelado a
un vasto sector de la población pobre, sobre toda la afroestadunidense y
latina, se tiene que preguntar si estas son consecuencias predecibles, o sea
intencionales, de las políticas antinarcóticos.
En
comentarios –sin ponencia– para festejar aquí el 45 aniversario de la
publicación NACLA, el lingüista y filósofo ofreció sus apreciaciones
sobre los cambios en el hemisferio, y abundó respecto de lo que está detrás de
la política antinarcóticos del gobierno de Estados Unidos y las elites
políticas y económicas en la región que la apoyan.
Recordó
que dentro de Estados Unidos estas políticas están haciendo lo mismo que se
logró después del fin de la esclavitud en la década de 1870, cuando los
afroestadunidenses gozaron de su libertad formal en ese periodo, pero que se
logró resclavizarlos a través de criminalizarlos. Esto fue clave porque la
fuerza laboral sujeta a estas condiciones resclavizada sirvió como motor de la
revolución industrial en Estados Unidos: el Estado fue el proveedor de
trabajadores encarcelados, con lo cual las empresas no tenían que preocuparse
de sindicatos ni contratos de ningún tipo.
Lo
anterior duró hasta la Segunda Guerra Mundial, que fue seguida por dos décadas
de crecimiento económico acelerado y sostenido, pero eso se frenó en la década
de los años 70 con la supremacía del sector financiero en la economía y con el
traslado de producción al exterior. Ahí, bajo el pretexto de la guerra contra
las drogas, se inició la encarcelación masiva de hombres afroestadunidenses y
latinos.
En
América Latina hay enormes flujos de dinero que benefician a las elites, y un
amplio sector empresarial está de alguna manera involucrado con el
narcotráfico. Por otro lado, Chomsky ofreció ejemplos en Colombia y otros
países donde, bajo el pretexto de esa guerra, se han podido controlar y anular
esfuerzos económicos autónomos de diversas comunidades en la región, en
beneficio de intereses poderosos. Todo mientras no se logra cumplir con los
objetivos oficiales de frenar la droga y sus consecuencias.
No
creo que la guerra contra las drogas es un fracaso, tiene un propósito
diferente al anunciado, concluyó Chomsky. El problema de las drogas en América
Latina está aquí en Estados Unidos. Nosotros suplimos la demanda, las armas, y
ellos (en América Latina) sufren.
Pero
justo en torno a este asunto, por el creciente cuestionamiento de la política
antinarcóticos estadunidense, como el de las relaciones con Cuba, se expresa
una creciente autonomía de América Latina frente a Washington, indicó Chomsky.
Estados
Unidos ya no decreta en América Latina ya que la región determina cada vez más
su propio futuro, tal como se manifestó en la última Cumbre de las Américas.
Ahí, dijo, no se pudo adoptar una declaración final por falta de unanimidad.
Ante un abrumador apoyo para la inclusión de Cuba en las cumbres futuras, sólo
Washington y Ottawa se opusieron; igual, ante cada vez más consenso sobre la
despenalización de las drogas, solamente hubo dos objeciones, las mismas de
Washington y Ottawa.
Se
tiene que reconocer que algo notable ha sucedido en América Latina: los días en
que Estados Unidos imponía su voluntad sobre el hemisferio ya están muy en el
pasado. Indicó que esto aún no se registra por los medios de comunicación
estadunidenses, y que todavía no se entiende que las cosas han cambiado.
Además,
también hay un cambio en la conciencia popular dentro de la región, marcada por
la elección de Inacio Lula da Silva, de Ollanta Humala, de Evo Morales y otros,
donde las mayorías están instalando como líderes a gente como ellos, y no a las
elites educadas en el extranjero y provenientes de la clase dominante. A la
vez, los procesos de integración regional, y la creciente exclusión de Estados
Unidos en estos, son otra muestra de una nueva relación.
En
la celebración del 45 aniversario de la fundación de NACLA se otorgaron
premios a Chomsky, Javier Sicilia y Eduardo del Río (Rius) –éste último no pudo
asistir y su premio fue aceptado por su amigo, el caricaturista mexicano Feggo.
Chomsky subrayó que cuando NACLA fue fundada, fue al inicio de una ola de
represión y dictadura respaldadas por Washington, y que vale celebrar las
transformaciones que han sucedido, por lo menos al grado de que el orden
decretado desde Estados Unidos ya no impera en América Latina en comparación
con hace medio siglo.
Después
de décadas de políticas estadunidenses diseñadas para matar la esperanza en
América Latina, comentó Chomsky, ahora estamos ante un momento donde esa región
ahora está inspirando la esperanza para todos.
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