martes, 5 de mayo de 2020


Desproporcionado
Juan Preciado


Se habla de proporción cuando en algo existe la correspondencia debida entre sus partes, correspondencia que puede ser ética, estética o de esfuerzo, según sea el caso. También hablamos de proporción para señalar la oportunidad de lograr algo.

En matemáticas, la famosa “regla de 3“ que utilizamos todos los días, es una regla de proporción. Por ejemplo, en 2017, la Organización mundial de la salud publicó un estimado de muertes causadas por gripe y sus complicaciones en todo el mundo, 650 mil al año. Hoy día, en 5 meses en todo el mundo han muerto 250 mil 134 personas presuntamente por covid-19. Utilizando la regla de proporción mencionada y bajo las mismas condiciones, el año 2020 terminará presuntamente con 600 mil 321 muertes, es decir, 50 mil decesos menos.

Quiere decir que en proporción y claro, únicamente en el rubro de las enfermedades respiratorias, este será el más saludable de los últimos 5 años.  Consideremos también que este año el número de contagios y muertes debido a la gripe asesina están siendo contados con lupa, y las mediciones anteriores fueron seguramente bastante laxas.

La situación actual, nos proporciona –es decir, nos brinda la oportunidad- de analizar las medidas tomadas para que podamos  gozar de tanta salud.

Por ejemplo, podemos hacer una reducción al absurdo y aplicar el método de enclaustramiento para “prevenir” todos los problemas de salud pública y de seguridad que existen. Podemos meter en cuarentena a cuanta persona obesa encontremos, con la promesa de terminar su confinamiento en cuanto desaparezca su condición, haciendo la valoración en kilos, talla de ropa, presión arterial o todo junto. Mientras dure su confinamiento, no podrían ir a trabajar y se le entregaría una despensa generosa en productos vegetales con alto contenido vitamínico y mucha fibra. Para prevenir “futuros contagios” podemos colocar en cada establecimiento que venda pizzas, hamburguesas, refrescos y comida chatarra en general, el famosos y atractivo letrero “¡Cuidado! Está usted entrando en zona de alto contagio”. A la entrada de restaurantes, fondas y cualquier establecimiento que ofrezca comida, se tomará el peso y talla de las personas que deseen ingresar y sospechosas de obesidad. Si el índice de grasa corporal excede lo estipulado, se le prohibirá la entrada. A quién intente ingresar a una pastelería, panadería o tienda de helados, se le pinchará el dedo para medir los niveles de azúcar en la sangre. Si además se esculca la bolsa de usuarios del metro, podemos evitar el trasiego de engordantes. Imaginemos una sociedad modelo donde en las oficinas gubernamentales la gente se dedica a atender al público, en vez de estar perdiendo el tiempo masticando su guajolota. Los policías estarían en sus hogares “poniéndose en forma” en vez de estar buscando a quien extorsionar.

En caso de obesidad y diabetes, la permanencia en casa parece ser la solución correcta.

Analicemos ahora, ese peligroso contagio que determina el asesinato impune.  Olvidemos el pasado y limitémonos a analizar los números del año 2020. En tres meses, 7 mil 300 homicidios, sin contar osarios ni embolsados, que esos entrarán en la estadística cuando sean encontrados, si es que los cuentan. Podemos estimar que el año terminará con 29 mil 200 muertos por violencia, contra los probables  6 mil 813 muertos atribuidos al virus pestífero. Bien vale la pena el claustro a fin de no llegar a esos números.

Podemos colocar mantas, con el texto líneas arriba descrito, afuera de bares y salones de baile “con ambiente familiar”, restaurantes, casinos, estadios de futbol, discotecas, lupanares, maquiladoras, estaciones del metro, paraderos de “micros”, dentro de cada taxi, universidades, preparatorias, secundarias, primarias, parques, tiendas de conveniencia, supermercados, guarderías y en general, sitios donde encontremos población vulnerable.  Nadie saldría de su casa, qué caray.

“(…) si las medidas excepcionales son el fruto de los períodos de crisis política y, en tanto tales, están comprendidas en el terreno político y no en el terreno jurídico constitucional,  ellas se encuentran en la paradójica situación de ser medidas jurídicas que no pueden ser comprendidas en el plano del derecho, y el estado de excepción se presenta como la forma legal de aquello que no puede tener forma legal”.
Giorgio Agamben

Las consecuencias sociales nos dicen a las claras que las medidas adoptadas para esconder –en el mejor de los casos- un sistema de salud pública criminalmente abandonado, han sido completamente desproporcionadas. El absurdo no es solamente porque aquello que deviene neumonía es contagioso y lo que deviene peritonitis no lo es (por ejemplo); a fin de cuentas en los hospitales de éste país nunca hay camas disponibles. El absurdo es el estado de excepción en que vivimos desde siempre y ahora más que nunca. Nadie es tan ignorante, atrasado o primario, para desestimar la existencia de enfermedades, muertos y el daño social que esto puede acarrear, pero el mensaje que podemos colegir de la razón que priva actualmente dada su torpeza y sus terribles resultados, es la quiebra intencional de un país entero para poder hacer negocios bajo el esquema de economía de guerra. Si la gente cree en alienígenas, vampiros, inyecciones letales y radiofrecuencias envirulantes, se debe a la ignorancia si, pero también y principalmente, al absurdo que nos rodea.

Y así nos va


No hay comentarios:

Publicar un comentario