jueves, 2 de febrero de 2012

Y el ganador es…



Fue Theodore Roosevelt quién acuño la frase: “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Se refería a Juan Vicente Gómez, dictador de Venezuela al servicio de los Estados Unidos. Esta misma frase será empleada por Franklin D. Roosevelt  para referirse a Anastasio Somoza y por Kissinger para Pinochet.
Vale recordar lo anterior en esta época tan difícil y de manera harto paradójica, tan premiada. Tenemos al mejor alcalde del planeta y a un líder global dirigiendo al país, y sin embargo, la terca realidad no quiere entenderlo y todo está patas arriba. ¿Cómo es posible que en este país todo vaya tan mal con semejantes próceres gobernando la capital del país y el país todo?

Una vez más, el principio de no contradicción nos dice que alguien está mintiendo. Aquí podemos hacer un paralelo con un mexicano que en estos días fue nombrado como candidato a ganar un premio de reconocimiento a nivel mundial - al menos eso nos dicen.

La fábrica de películas de propaganda del país más poderoso del planeta (en lo que se refiere a poseer la maquinaria de destrucción más “eficiente”) por estas fechas realiza su fiestecita anual y reparte premios a granel. Ese inmenso aparato de propaganda y adoctrinamiento de masas ha convencido a muchos –lo cual es su razón de ser- de que sus premios son los más cotizados, sus películas son las mejor hechas, y de que, aunque se premia a una producción local por parte de una academia local frente a un público local, el asunto tiene interés y repercusión mundial. Todo lo anterior es cierto, si enfocamos el asunto desde la perspectiva de los organizadores, y no desde la perspectiva del público que permite se le engañe. Y esta perspectiva se reduce a ganancias millonarias para la industria del espectáculo que organiza la fiestecita.

Lo mismo sucede con los premios concedidos a nuestros insignes administradores: los que premian son organizadores tan mal intencionados como los de la maquinaria de propaganda con sede en Hollywood.

Lo que nosotros debemos hacer es buscar la “ruta del dinero” que nos ayude a encontrar explicación a cualquier problema que en apariencia se muestra irresoluble. Una vez descubierta la ruta del dinero, todo se vuelve insultante de tan obvio.

La capital del país se ha convertido en botín de empresas españolas dedicadas a realizar obras civiles de calidad mediocre.

Obras que nos afectan a todos, nos cuestan a todos, pero no todos van a poder utilizar: sólo quién pague.

Desde España llegan al país ejércitos de consultores de imagen para trabajar con políticos locales, ya que este país da tantos y tan buenos gobernantes, que cada delegación de la capital cuenta hasta con siete candidatos a gobernar de manera desinteresada.

El 90% de la actividad bancaria en México está en manos de bancos extranjeros, muy activos e influyentes en, por supuesto, Davos, Suiza. Recordemos que Suiza tiene entre otros meritos, la invención de la cuenta bancaria fantasma. En un estudio realizado por la organización “Global Financial Integrity” nos dice que los flujos financieros ilícitos que abandonaron el país (para dirigirse a Europa o a las islas Caimán, se entiende) llegaron a su tope histórico en 2009, justo a la mitad de la inútil –probadamente- lucha contra el crimen organizado. “México: Flujos Financieros Ilícitos,  Desequilibrios Macroeconómicos y la Economía Sumergida”, GFI, Enero 2012.

Lo mismo pasa con la industria minera, los recursos minerales del país son explotados por compañías canadienses que obtienen inmensas ganancias, dejando al país centavos, contaminación y destrucción del medio ambiente.
En Davos, el multipremiado presidente de la república dice con orgullo que cada año se gradúan en México más ingenieros que en Alemania. Lo que no dice es que, no importa el número verdadero de ingenieros graduados,  la mayoría termina trabajando detrás de un volante como taxista y los mas afortunados se van a trabajar al extranjero, ya que este país es tan, pero tan eficiente al momento de explotar sus recursos humanos, que permite que sus profesionistas de calidad contribuyan al desarrollo del país… que los ha adoptado. ¿Y de donde salen tantos ingenieros? Pues de las cien nuevas universidades que el actual gobierno ha construido.

Eso fue lo que dijo el presidente a Lionel Barber, editor del Financial Times de Londres, en una entrevista concedida –o comprada, todo puede suceder- en su último viaje a Davos. Los organizadores quedaron tan asombrados con las declaraciones –incluyendo el ofrecimiento del presidente para arreglar Europa- que no dudaron en crear para el declarante un premio igualmente asombroso.
Total, el presidente tiene permitido decir cualquier absurdo, mientras los flujos lícitos o ilícitos de millones de dólares continúen inyectando recursos y vitalidad a los países de primer mundo.

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