miércoles, 22 de febrero de 2012

La política y los números


Juan Preciado


A la entrada de la academia, en el frontispicio, Platón hizo inscribir la siguiente frase: “Que nadie entre aquí si no sabe geometría”. Sin esta herramienta para ejercitar el razonamiento, Platón consideraba inútil el estudio de la filosofía.

No olvidemos que el ideal de Platón, aquello que buscaba inculcar en sus alumnos, era el saber necesario para que fueran buenos ciudadanos, mejores gobernantes y con esto garantizar la supervivencia de la Polis.  Cosa que tristemente y a manera de presagio, no logró.

La frase tendría el siguiente equivalente actual: “Que nadie entre aquí si no sabe matemáticas”. Y si la colocamos a la entrada, no de la academia, sino del Senado, de la Cámara de Diputados o de cualquier dependencia de gobierno, llámese delegación, palacio municipal o lo que corresponda, seguramente todos sus empleados quedarían fuera.

Ya hemos hablado que política y cultura son mutuamente excluyentes, al menos en la clase política mexicana. Todo aquello que parezca instructivo les provoca comezón y en casos notables, total obnubilación. Lo mismo puede decirse de la política y el dominio de las matemáticas elementales. Daremos ejemplos, más allá de los 6 mil pesos para casa, coche, escuela y lo que sea menester.

Estamos en época de elecciones. Esto significa que mañana, tarde y noche seremos informados a través de diversas fuentes de los logros espectaculares, inusitados  e irrepetibles que han logrado el Gobierno Federal y los Gobiernos locales. Para intentar apantallar a los escuchas, videntes o lectores, según sea el medio machacón empleado, los políticos se han preocupado de dos cosas: primero, de mantener al mayor número posible de ciudadanos en la ignorancia total, con la cabeza vuelta a todo, menos a la instrucción, a la preparación, al conocimiento, bases sólidas para un razonamiento ético y político adecuado.

No es casualidad que la filosofía, en tiempos en los que la flamante candidata pintada de azul se desempeñaba como secretaria de Educación, haya sido eliminada de los planes de estudio del nivel medio superior toda vez que ética y estética, dos de sus principales áreas de estudio, están en profunda crisis y al sistema le conviene que así continúen.

Lo segundo es apantallar a esta población intencionalmente ignorante con cifras tramposas y mentirosas que ni siquiera esos políticos –al fin y al cabo, ellos también son producto del sistema- entienden de tan incongruentes que son.

(Como nota de color, estos políticos son tan instruidos y sagaces que, por ejemplo, ahora dicen no entender una ley electoral a la que ellos mismos dieron forma).

Un comercial, pagado por nosotros al gusto del Gobierno Federal, nos habla de asombrosos logros en materia de educación, atención médica y construcción de tramos carreteros.
Y para eso da, obviamente no ejemplos, porque  no puede, sino cifras. Respecto a la educación, el “infomercial” en cuestión, nos dice que este preclaro gobierno ha construido 20% más universidades.

Una universidad es algo muy grande, tan grande como, por ejemplo, un hospital. Lo más sencillo es contar cuantas universidades se construyeron y decirlo así: 10 nuevas universidades; 20 nuevas universidades y listo, gran logro.

Ahora bien, el “jefe del ejecutivo”, el “Presidente de la República”, el “líder global”  o como se le quiera nombrar, fue a Europa a decir que ha construido 100 nuevas universidades. Si 100 universidades son este 20% más, quiere decir que teníamos antes de este sexenio, ¡500 universidades! Lo cual es una mentira, tristemente. 100 universidades son muchas, ¿dónde están? Si las repartimos de manera uniforme, a cada estado le corresponden 3 nuevas universidades, si las concentramos en un área geográfica, digamos 3 estados, se apelotonan*.

La forma en que el sistema nos informa de tan importante noticia (en Europa y con porcentajes) nos habla a las claras de un gran embuste. Y al que dice embustes se le llama embustero. Y el embustero miente, principalmente porque sabe, y sabe bien, que está actuando mal. Peor aún, el “Presidente de la República” nos dice a toda hora, con o sin pregunta expresa de por medio,  que está “convencido” de que su espantosa guerra es el camino correcto, el mejor medio para solucionar los problemas de este país, problemas que tienen como una de sus manifestaciones, la delincuencia organizada. (Los politicastros mexicanos  no califican como “delincuencia organizada” porque no se pueden poner de acuerdo ni en una ley electoral).  Bueno, otra mentira, quien está convencido no miente, no ve razón en ello. Si el administrador general de este país está convencido de que los  baños de sangre tienen efectos terapéuticos inigualables –socialmente hablando, ¿por qué no lo dijo así?

Quien  miente, miente para ocultar su falta, y quien miente con los números, seguramente no entiende de números, mucho menos de ética.

Si el sistema político mexicano construyera 100 nuevas universidades, se estaría suicidando. 100 nuevas universidades ayudarían en mucho para resolver los grandes problemas de este país, incluyendo el crimen organizado y el saqueo de nuestros recursos, de nuestro dinero, saqueo que realiza la clase política mexicana administración tras administración.

Regresemos en este punto a la filosofía y a una de sus áreas de estudio: la ética.

La palabra ética deriva del griego ethos. La etimología que más me gusta de la palabra ethos es la que nos dice, significa “modo de estar en el mundo”.

Tenemos que preguntarnos cómo queremos estar en el mundo durante los próximos años y votar en consecuencia.



*  apelotonar.
1. tr. Formar pelotones o grumos. U. t. c. prnl.

2. tr. Formar pelotones o aglomeraciones de personas o cosas. U. t. c. prnl.

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