miércoles, 29 de febrero de 2012

La política y el trabajo



Juan Preciado

Fue en Francia, durante los años previos a la revolución, donde se dividió a los políticos en tres clases, según defendían los intereses de un grupo específico de la población. Potencia colonial al fin, no podía hacerlo más que de la siguiente manera: en el ala izquierda –siempre desde la posición del rey- se agrupaban los políticos ilustrados que velaban por los intereses de la clase trabajadora y del pueblo en general al grito de “Libertad, igualdad, fraternidad”. Los del ala derecha defendían una visión monárquica de la sociedad y velaban por los intereses de los grupos de poder. Al centro estaba la masa indiferenciada e indiferente que, desde entonces, ambos grupos luchan por sumar a sus filas.

Luego entonces, lo primero que debe preguntarse un político para definir su orientación política, es de qué lado del sartén desea estar; con los que tienen el mango o con los que son chamuscados. Del lado del que detenta los medios de producción o del lado de quienes aportan su fuerza de trabajo en la cadena de producción. En cualquier caso, estamos hablando de trabajo, fuerza de trabajo, los medios de producción y la distribución de las ganancias.

Los políticos mexicanos, sabemos todos, decidieron estar del lado del erario, del presupuesto.

Podemos imaginar entonces la perplejidad psicológica de un político mexicano ante la imposibilidad de definir su “perfil político”, considerando su apego al presupuesto. Quizá de ahí provenga su incapacidad absoluta para tomar una decisión medianamente razonable.

Del trabajo, para empezar, no sabe nada porque él mismo no realiza actividad productiva alguna. Mucho menos sabe lo que significa ganar un sueldo, no tiene idea de lo que son las fuerzas productivas, la propiedad privada/pública sobre los medios de producción y la palabra trabajo remunerado le parece peligrosa de primera instancia.

Si alguien se pregunta por qué razón los políticos mexicanos no hacen nada por mejorar las condiciones laborales del individuo, y elevar el salario que perciben los trabajadores, debe considerar seriamente lo anterior.

Debe haber una manera de hacerles entender que robar, estafar, prevaricar y falsear información financiera entre muchos ilícitos, no es igual a percibir un salario.

Robarse la mitad de la partida secreta no es precisamente “ganarse el pan con el sudor de su frente”. Enajenar bienes públicos no es “redistribución del ingreso”. Uso de contratistas, “outsourcing” e intermediarios no es manejar de manera eficaz las fuerzas productivas, es buscar sobras, dádivas, comisiones y ayudar a los amigotes a entrar en la cadena de distribución, cuidando bien que los dineros no lleguen a los destinatarios legítimos. Y todavía hablan –sin saber- de una “reforma laboral”. ¿Cómo van a reformar algo siendo como son completamente ignorantes?

Los ejemplos anteriores y muchos, muchos más suceden en México con cualquier administración: local o federal, de izquierda o de derecha. En realidad en México no existen los partidos de izquierda, es decir, no son una izquierda ortodoxa, son algo más creativo: la izquierda sí, pero de la derecha.

El populismo no es la aplicación de recursos para el bien común, eso se llama distribución del ingreso. Seguridad social no solamente es atención médica o seguro de desempleo, es principalmente invertir recursos públicos para prevenir el delito, fomentar el desarrollo científico y evitar la formación de políticos rapaces: la educación. Esto lo saben muy bien países del norte de Europa, Canadá y en el insólito caso latinoamericano, Brasil. El bienestar social de una nación es directamente proporcional a su desarrollo científico y tecnológico.

Populismo es pretender que las ideas del grupo en el poder, ideas que obviamente le son favorables para realizar la enajenación de bienes públicos, son ideas de todos y el sistema hace todo lo posible, a través de los medios de adoctrinamiento de masas (Radio, T.V. y toda la industria del “entretenimiento”) para convencer a la gente de ello. Y esto lo hace muy bien la derecha.

Por eso el sistema político mexicano ideó un interregno electoral, para que los medios de manipulación de masas a su servicio, hagan el trabajo que les corresponde.

Y nosotros, si somos inteligentes, debemos cumplir con nuestro deber: apagar el televisor.

martes, 28 de febrero de 2012

La educación en Finlandia



Finlandia no es un estado fallido. Este pequeño país, con la mitad de su territorio por encima del círculo polar ártico, poco poblado, otorga a sus habitantes niveles de bienestar por encima de cualquier país del planeta, sólo debajo de Dinamarca. Esto se logra gracias a un excelente programa educativo. La educación en Finlandia es pública y gratuita. Y es la mejor inversión que un país civilizado puede hacer.

José Blanco

En el ranking del índice de percepción de la corrupción que publica Transparencia Internacional para 2010 Finlandia aparece con un índice de 9.2 de un máximo de 9.3, que corresponde a Dinamarca. México ostentaba uno de 3.1 (3.6 en 2002: la corrupción aumenta sin freno).

Los niños fineses tienen el lugar número uno mundial desde 2000, en que la prueba PISA comenzó a aplicarse a escala global, con ligeras variaciones en algunos años, en los rubros evaluados: lengua, matemáticas y ciencias. Los niños mexicanos ocupan el lugar 49 (PNUD 2007-2008). ¿Serán los finlandeses los niños más inteligentes del mundo?

Los científicos que han completado la secuencia del genoma humano encuentran que los rasgos físicos externos de las personas corresponden a sólo 0.01 por ciento de los genes. Medir la inteligencia, las aptitudes o el carácter por el color de la piel es algo ajeno a la realidad científica.
A estas alturas del siglo XXI, el nivel de ingreso de un país está determinado, muy principalmente, por el nivel de conocimientos y de aptitudes de la población para resolver problemas e innovar en todos los planos de la vida social. En 2011 el PIB per cápita de Finlandia era de 35 mil dólares y el de México de 13 mil 900, con el agravante de que el coeficiente de Gini era en Finlandia de 0.2688 (año 2000, último dato que pude encontrar), y en México era de 0.5174, en 2008; de paso: en 2006 era 0.4811, es decir, la concentración del ingreso ha estado avanzando rápidamente (el coeficiente de Gini, entre más cerca está de cero, más pareja es la distribución del ingreso); (datos de World factbook).

¿Por qué Finlandia es un país de alto nivel de ingreso, tan parejamente distribuido, y México es un desastre en el que la (pésima) educación y el ingreso están rabiosamente concentrados? Porque Finlandia posee uno de los mejores sistemas educativos del mundo, que empezó a reformar valientemente hace algo más de treinta años. Por supuesto, esta es la respuesta inmediatamente detrás de los referidos datos de Finlandia; es necesario explicar cómo los fineses pudieron hacer la maravilla que han hecho de su educación y que continúan mejorando.

El profesor Paul Robert, director del Colegio Nelson Mandela, de Clarensac, Gard, en Francia, decidió averiguarlo y fue a bucear por todo el sistema educativo finés. El programa europeo Arion le permitió hacer una visita de estudio en ese país, en abril del 2006, que fue organizada por Esa Räty, director del Colegio de Niinivaara, agrupando a 18 responsables de oficinas de educación procedentes de 14 países, desde Noruega a Turquía.

Reproduzco unos cuantos de los hallazgos del profesor Robert en Finlandia.

La diferencia entre niños y niñas es mucho menor que en cualquier otro de los países participantes. Los niños no responden tan bien como las niñas en lectura, pero la diferencia entre unos y otras es mucho menor que en cualquier otra parte. Y en matemática, a diferencia de los demás países, las niñas responden casi tan bien como los niños. Otra característica notable es que en Finlandia el impacto de las diferencias sociales sobre los resultados de los alumnos es el más bajo. De manera muy significativa, la cuarta parte más desfavorecida de la población de alumnos finlandeses en términos socioeconómicos se sitúa en matemática, sobre la media de los países de la OCDE.

La proporción de alumnos que obtuvieron bajos resultados en matemática es mucho menor en Finlandia que en cualquier otra parte (6 por ciento contra un 21 de la media de países de la OCDE). El hecho deriva de la gran confianza que los alumnos fineses tienen en sí mismos, en sus competencias y en su potencial de aprendizaje: el nivel de ansiedad relacionado con el aprendizaje de matemáticas aparece claramente más bajo que en los otros países.

Finlandia es un país donde las desigualdades consiguen ser corregidas mejor por la educación; es un país donde las diferencias de capacidad entre los niños y niñas son las más bajas y donde los alumnos tienen una valoración muy positiva de ellos mismos con relación a los aprendizajes.
La polémica por la reforma comenzó con esta pregunta: ¿qué es necesario poner en el centro del sistema, el alumno o los conocimientos? Finlandia eligió sin discusión la primera alternativa. Parece incluso que un fino y profundo análisis de las necesidades reales de cada alumno es lo que está detrás del asombroso éxito del sistema. La idea es que un alumno feliz, bien desarrollado [la palabra desarrollado no traduce, dice el profesor Robert, el participio épanoui. El verbo épanouir se refiere al abrirse de una flor, y hace referencia metafórica a un estado de despliegue, de expansión de potencialidades] adquirirá más fácilmente los conocimientos fundamentales. No se trata de la utopía de un pedagogo iluminado: es sólo la idea que orienta la acción de todos: el Estado, las municipalidades, los directores de establecimiento, los profesores… Finlandia respeta profundamente los conocimientos, pero respeta aún más a los individuos que están en proceso de adquirirlos.

El profesor Paul Robert se pregunta: ¿qué hacemos para que Francia pueda reproducir los hallazgos e innovaciones que llevaron a Finlandia a crear uno de los mejores –si no el mejor– sistema educativo del mundo?

Toda divergencia entre la escuela y la casa debe ser borrada al máximo. Las relaciones entre los profesores y los alumnos son de gran familiaridad, lo que no excluye en ningún caso el respeto mutuo. Desde el jardín de niños hasta el liceo, los profesores son accesibles y están están disponibles y atentos.

Uno de los criterios que el colegio de Niinivaara enfatiza en su autoevaluación es el sentimiento que tienen los propios alumnos de poder ser ellos mismos en toda circunstancia. Los niños comienzan normalmente el aprendizaje de la lectura hasta los siete años. Antes, cada día es dedicado a una disciplina (música, deporte, actividades manuales o artísticas, lengua materna, matemáticas) pero los niños trabajan solamente durante la mañana, siempre de manera muy atractiva. La tarde es reservada al juego, siempre organizado como aprendizaje.

Existen grupos de apoyo para los alumnos que muestran tener dificultades en una u otra materia. Además, se envía a la clase un auxiliar para apoyarlos. La jornada de trabajo se organiza cuidando respetar los ritmos biológicos del niño y de evitar todo cansancio inútil: hasta los 16 años –cuando se finaliza la escuela obligatoria– las sesiones se limitan a 45 minutos y se entrecruzan con periodos de descanso de 15 minutos durante los cuales los alumnos pueden caminar libres por los pasillos, hablar tranquilamente en las salas de descanso, jugar o utilizar las computadoras puestas a su disposición.

Durante los primeros años de la escuela obligatoria (de siete a 13 años), el número de alumnos por clase no debe sobrepasar de 25. En el liceo, los grupos se forman en función de la inscripción de los alumnos: el tamaño de los grupos es variable.

Desde la escuela primaria, incluso en la secundaria, hay auxiliares de educación que colaboran con el profesor en la misma clase o se hacen cargo de grupos reducidos de alumnos que necesitan ayuda particular.

Subrayo con fuerza el pilar central del método educativo, que empieza a extenderse por el mundo desarrollado, principalmente en la educación superior y en algunas universidades fuera de ese mundo, pero que en Finlandia lo han llevado al conjunto del sistema educativo. Dice el profesor Robert: a lo largo de mi visita no asistí a ninguna clase magistral. Siempre vi alumnos en actividad, solos o en grupo. Ésa es la norma. El profesor no está ahí para dictar lecciones; está allí como un recurso entre otros. En una clase de finés las paredes están cubiertas con estantes de libros; no hay una sala que no tenga retroproyector, computadora, videoproyector, televisor y lector de DVD’s.

Nada de obligación, nada de pesadez. No se puede forzar a los alumnos; es necesario darles posibilidades diferentes para aprender, para adquirir competencias (dice Hannu Naumanen, director del Colegio Pielisjoki). Por eso reina en las clases una atmósfera de sana cooperación, donde cada uno está en su lugar y tiene un papel en la construcción colectiva del conocimiento.

Finlandia quiere que los alumnos accedan al conocimiento con entusiasmo y eso sólo es posible si llegan a ser plenamente protagonistas de su aprendizaje. El profesor no está allí para hacerlo todo: él organiza, ayuda a los alumnos a aprender. (Sirkky Pyy, profesora de inglés). Eso se dice en un documento de la Facultad de Educación de Joensuu, titulado Lo que hace a un buen profesor. Se pide al profesor controlar la estructura de los conocimientos en su disciplina, se espera sobre todo que favorezca el aprendizaje de sus alumnos en una atmósfera de tolerancia y respeto. Se le pide aún más: crear situaciones de aprendizaje variadas y estimulantes, no imponer nunca un conocimiento.

Insistamos: la clase, como grupo de alumnos, no existe ya.

Hasta los nueve años los alumnos no son evaluados con notas. Sólo a esa edad los alumnos son evaluados por primera vez, pero sin emplear cifras. Después no hay nada nuevo hasta los 11 años. Es decir que en el periodo aproximadamente equivalente a nuestra escuela primaria los alumnos sólo pasan por una única evaluación. Así, la adquisición de los saberes fundamentales puede hacerse sin la tensión de las notas y controles y sin la estigmatización de los alumnos más lentos. Cada uno puede progresar a su ritmo sin interiorizar, si no sigue al ritmo requerido por la norma académica, ese sentimiento de deficiencia o incluso de nulidad que producirá tanto fracasos posteriores, esa imagen de sí tan deteriorada que, para muchos alumnos, hace que los primeros pasos sobre los caminos del conocimiento sean a menudo generadores de angustia y sufrimiento. Finlandia ha elegido confiar en la curiosidad de los niños y en su sed natural de aprender.

El impresionante éxito de la educación finlandesa no es, en consecuencia, debido solamente a la proeza de una sabia construcción técnica: ella está ligada a una lengua, a una cultura, a un pueblo que ha hecho del desarrollo de la persona humana, en todos sus componentes, la finalidad fundamental de la educación.

miércoles, 22 de febrero de 2012

La política y los números


Juan Preciado


A la entrada de la academia, en el frontispicio, Platón hizo inscribir la siguiente frase: “Que nadie entre aquí si no sabe geometría”. Sin esta herramienta para ejercitar el razonamiento, Platón consideraba inútil el estudio de la filosofía.

No olvidemos que el ideal de Platón, aquello que buscaba inculcar en sus alumnos, era el saber necesario para que fueran buenos ciudadanos, mejores gobernantes y con esto garantizar la supervivencia de la Polis.  Cosa que tristemente y a manera de presagio, no logró.

La frase tendría el siguiente equivalente actual: “Que nadie entre aquí si no sabe matemáticas”. Y si la colocamos a la entrada, no de la academia, sino del Senado, de la Cámara de Diputados o de cualquier dependencia de gobierno, llámese delegación, palacio municipal o lo que corresponda, seguramente todos sus empleados quedarían fuera.

Ya hemos hablado que política y cultura son mutuamente excluyentes, al menos en la clase política mexicana. Todo aquello que parezca instructivo les provoca comezón y en casos notables, total obnubilación. Lo mismo puede decirse de la política y el dominio de las matemáticas elementales. Daremos ejemplos, más allá de los 6 mil pesos para casa, coche, escuela y lo que sea menester.

Estamos en época de elecciones. Esto significa que mañana, tarde y noche seremos informados a través de diversas fuentes de los logros espectaculares, inusitados  e irrepetibles que han logrado el Gobierno Federal y los Gobiernos locales. Para intentar apantallar a los escuchas, videntes o lectores, según sea el medio machacón empleado, los políticos se han preocupado de dos cosas: primero, de mantener al mayor número posible de ciudadanos en la ignorancia total, con la cabeza vuelta a todo, menos a la instrucción, a la preparación, al conocimiento, bases sólidas para un razonamiento ético y político adecuado.

No es casualidad que la filosofía, en tiempos en los que la flamante candidata pintada de azul se desempeñaba como secretaria de Educación, haya sido eliminada de los planes de estudio del nivel medio superior toda vez que ética y estética, dos de sus principales áreas de estudio, están en profunda crisis y al sistema le conviene que así continúen.

Lo segundo es apantallar a esta población intencionalmente ignorante con cifras tramposas y mentirosas que ni siquiera esos políticos –al fin y al cabo, ellos también son producto del sistema- entienden de tan incongruentes que son.

(Como nota de color, estos políticos son tan instruidos y sagaces que, por ejemplo, ahora dicen no entender una ley electoral a la que ellos mismos dieron forma).

Un comercial, pagado por nosotros al gusto del Gobierno Federal, nos habla de asombrosos logros en materia de educación, atención médica y construcción de tramos carreteros.
Y para eso da, obviamente no ejemplos, porque  no puede, sino cifras. Respecto a la educación, el “infomercial” en cuestión, nos dice que este preclaro gobierno ha construido 20% más universidades.

Una universidad es algo muy grande, tan grande como, por ejemplo, un hospital. Lo más sencillo es contar cuantas universidades se construyeron y decirlo así: 10 nuevas universidades; 20 nuevas universidades y listo, gran logro.

Ahora bien, el “jefe del ejecutivo”, el “Presidente de la República”, el “líder global”  o como se le quiera nombrar, fue a Europa a decir que ha construido 100 nuevas universidades. Si 100 universidades son este 20% más, quiere decir que teníamos antes de este sexenio, ¡500 universidades! Lo cual es una mentira, tristemente. 100 universidades son muchas, ¿dónde están? Si las repartimos de manera uniforme, a cada estado le corresponden 3 nuevas universidades, si las concentramos en un área geográfica, digamos 3 estados, se apelotonan*.

La forma en que el sistema nos informa de tan importante noticia (en Europa y con porcentajes) nos habla a las claras de un gran embuste. Y al que dice embustes se le llama embustero. Y el embustero miente, principalmente porque sabe, y sabe bien, que está actuando mal. Peor aún, el “Presidente de la República” nos dice a toda hora, con o sin pregunta expresa de por medio,  que está “convencido” de que su espantosa guerra es el camino correcto, el mejor medio para solucionar los problemas de este país, problemas que tienen como una de sus manifestaciones, la delincuencia organizada. (Los politicastros mexicanos  no califican como “delincuencia organizada” porque no se pueden poner de acuerdo ni en una ley electoral).  Bueno, otra mentira, quien está convencido no miente, no ve razón en ello. Si el administrador general de este país está convencido de que los  baños de sangre tienen efectos terapéuticos inigualables –socialmente hablando, ¿por qué no lo dijo así?

Quien  miente, miente para ocultar su falta, y quien miente con los números, seguramente no entiende de números, mucho menos de ética.

Si el sistema político mexicano construyera 100 nuevas universidades, se estaría suicidando. 100 nuevas universidades ayudarían en mucho para resolver los grandes problemas de este país, incluyendo el crimen organizado y el saqueo de nuestros recursos, de nuestro dinero, saqueo que realiza la clase política mexicana administración tras administración.

Regresemos en este punto a la filosofía y a una de sus áreas de estudio: la ética.

La palabra ética deriva del griego ethos. La etimología que más me gusta de la palabra ethos es la que nos dice, significa “modo de estar en el mundo”.

Tenemos que preguntarnos cómo queremos estar en el mundo durante los próximos años y votar en consecuencia.



*  apelotonar.
1. tr. Formar pelotones o grumos. U. t. c. prnl.

2. tr. Formar pelotones o aglomeraciones de personas o cosas. U. t. c. prnl.

lunes, 20 de febrero de 2012

Las catástrofes culturales del siglo XXI: El caso de Irak

En 1967 se reinauguró el Museo Nacional iraquí, y en los setenta se crearon museos regionales en todas las provincias. El Servicio de Antigüedades de ese país cobró una excelente reputación en el Medio Oriente, e Irak se destacó por ser una de las naciones líderes en la protección de su herencia cultural.
La situación descrita cambió drásticamente después de la Guerra.




JORGE SÁNCHEZ CORDERO*

El umbral del siglo XXI estuvo marcado por sucesos culturales sin precedentes: el 21 de febrero de 2006 el director del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (el Met), el aristócrata Philippe de Montebello, firmó un acuerdo con el Ministerio de Bienes Culturales y Ambientales de Italia y restituyó a este país 21 antigüedades, entre ellas la crátera firmada por Eufronios (siglo VI a. C.), un alfarero de la antigua Grecia. Esta pieza la había adquirido el Met de la mafia suiza, conocida como Organización Criminal Medici.
Como antecedente de este hecho se halla el caso de Marion True, la antigua curadora de arte antiguo del Museo Paul Getty de Los Angeles, California, quien fue procesada en Roma bajo el cargo de conspiración por haber adquirido un lote de antigüedades romanas de “procedencia dudosa”. El director de ese recinto, Michael Brand, se vio obligado a recomendar a su Consejo la restitución de antigüedades empleando el eufemismo de la “procedencia dudosa” para el caso, entre otros, de la famosa estatua conocida como Getty Kouros.
Frederick Schultz, uno de los comerciantes de arte más importantes en Estados Unidos, fue incriminado en la Corte de Nueva York por haber vendido una cabeza de oro del faraón Amenhotep II, reclamada por Egipto. La segunda Corte de Apelaciones del Segundo Circuito confirmó el veredicto.
A pesar del optimismo que pueden infundir estos hechos y otros semejantes, los claroscuros se multiplican: en marzo de 2006 Shelby White donó a la Universidad de Nueva York 200 millones de dólares para promover un instituto de estudios de arte antiguo. En medio de la controversia en torno a la adquisición de bienes culturales de “procedencia dudosa”, el Met organizó una exposición de más de 200 piezas de arte griego, romano y del cercano oriente, al tiempo que inauguraba (abril de 2007) el Patio de Leon Levy y Shelby White en las instalaciones de ese recinto. La prestigiosa revista American Journal of Arqueology denunció que el 90% de esta colección es de “procedencia dudosa” y las autoridades italianas sostienen que las antigüedades contenidas en ella provienen de excavaciones ilícitas.
En 2000 la Universidad de Cornell recibió 1679 tablillas cuneiformes provenientes de Ur, en tanto que la de Harvard recibió otro lote importante de ese tipo de piezas. Ambas instituciones, sin embargo, se abstuvieron de formular “preguntas incómodas” al momento de recibir los objetos, como puede constatarse en el Programa de Publicaciones Arqueológicas Shelby White-Leon Levy. Algunas de las colecciones más importantes existentes en Estados Unidos no tienen determinado el origen de sus piezas.
Para revelar la magnitud de este aserto, basta con mencionar que la colección Zollman de arte precolombino únicamente tiene determinado el 8% del origen de todo su acervo; la Fleischman de arte clásico el 8%; la Leon Levy y Shelby White de arte clásico, el 17%; la Ortiz, de arte clásico del Viejo Mundo, el 21%; la Alsdorf, formada por piezas de arte hindú, himalayo y del sureste asiático, el 0%, y la Eilenberg, de arte hindú y del sureste asiático, el 5%.
Estas referencias son meramente indicativas de las graves proporciones que ha alcanzado el tráfico ilícito de arte antiguo en el ámbito internacional, actividad que se ha constituido en uno de los negocios más rentables del crimen organizado y del terrorismo internacional, sólo después del narcotráfico y la venta ilegal de armamento.
En defensa de este Shibboleth, la Interpol inició un programa que intenta combatir ese tráfico ilícito, aun cuando en el caso de Irak ha destacado solamente dos oficiales. Los países de destino no han hecho más: Scotland Yard tiene adscritos únicamente cuatro oficiales, y el FBI –por medio de su equipo de despliegue rápido contra crímenes de arte– cuenta con ocho agentes.
Sin duda el Comando de Carabineros para la Protección del Patrimonio Cultural, en el caso de Italia, es el que se ha significado por ser un cuerpo de élite para el combate de este tipo de crímenes; adicionalmente a sus tareas, junto con la Unesco formó en el ámbito internacional una división de “cascos azules culturales”, que intervienen solamente a petición expresa de un Estado.
Los últimos conflictos bélicos en la antigua Yugoslavia, en Afganistán y en Irak reavivaron el debate sobre la eficacia de las normas internacionales en caso de conflictos armados. En los tribunales de Nüremberg y de Tokio, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, se estableció que la confiscación, destrucción y daños a los bienes culturales constituían crímenes de guerra y, por consiguiente, quedaban sujetos a penalidades; criterio que ha sido ratificado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y la Corte Penal Internacional.

Irak: el robo de la memoria histórica

Las antigüedades provenientes de la región de Mesopotamia cobraron especial interés a partir del siglo XIX, cuando los imperios francés y británico ubicaron sitios patrimoniales con base en fuentes bíblicas y clásicas. Por primera vez se pudo identificar la localización de Nínive y Babilonia. En el siglo XIX Paul Emile Botta, cónsul francés en Mogul, inició las exploraciones en los palacios asirios de Khorsabad, la antigua Dur Kurigalzu, y en Nínive, y remitió al Louvre las planchas de los muros con los monumentales leones alados decorados con los tesoros de los reyes asirios; su colega Layard hizo lo propio pero enviando las piezas al Museo Británico y al Met.
Con mayor orden, los estadunidenses exploraron Nippur en expediciones auspiciadas por la Universidad de Pennsylvania. Las tablillas cuneiformes ahí obtenidas permitieron la reconstrucción de partes de la historia antigua de esa ciudad sumeria y el desarrollo de los estudios de la lengua acadia, entre otros aspectos que enriquecieron el conocimiento universal. Aun cuando bajo la legislación otomana los monumentos arqueológicos pertenecían al Estado, esto no fue impedimento para que universidades y bibliotecas norteamericanas acumularan documentos, manuscritos y sellos cilíndricos de alto valor de la cultura sumeria, muchos de ellos provenientes de Umma y Drehem.
El Museo de Irak, concomitantemente con el Servicio de Antigüedades de ese país, fue fundado en 1922 bajo la dirección de Gertrude Bell, quien auspició una legislación que es réplica de la otomana anterior y que reafirmó la defensa del patrimonio nacional iraquí. No obstante ello, el pillaje continuó. Ya bajo la vigencia de ese conjunto de leyes, los arqueólogos Richard Cooke y Richard Starr, el primero británico y el segundo estadunidense, fueron procesados por contrabando de piezas arqueológicas. Sydney Smith, uno de los directores de la sección de antigüedades del Museo Británico, emitió un memorándum a propósito de estos hechos, pero en el que se mostraba más preocupado por la autenticidad de las piezas que por su compra ilícita…
Del robo del arte…
Al término del mandato británico y la independencia del Reino de Irak, la tendencia de la compra ilícita de antigüedades iraquíes cambió drásticamente, toda vez que hacia 1936 esa nación adoptó una legislación más estricta en la materia. Ese tipo de piezas y los bienes arqueológicos continuaron siendo considerados propiedad del Estado.
La Segunda Guerra Mundial es un parteaguas en lo que atañe a la protección del patrimonio cultural de Irak. Los arqueólogos y filólogos iraquíes en el extranjero se vieron obligados a regresar e iniciaron excavaciones bajo la autoridad del Estado, si bien auxiliados por el británico Seton Lloyd.
El incremento del precio del petróleo le permitió a Irak invertir recursos en la protección de su patrimonio cultural, lo que se tradujo en una disminución sustantiva de las excavaciones ilícitas y la exportación de tesoros arqueológicos. La revolución de 1958 trajo la virtual eliminación de las excavaciones ilícitas. Desde entonces y hasta 1990 se ejerció un control rígido en ese rubro, gracias siempre a los excedentes petroleros de los años setenta.
También desde entonces el Servicio de Antigüedades de Irak pudo emplear a un número mayor de personal, incluidos guardias y representantes museísticos regionales, y, con ello, aplicar en forma más estricta la ley protectora de bienes culturales, de modo que en el mercado negro internacional únicamente podían encontrarse algunas piezas de importancia menor provenientes de la región.
En 1967 se reinauguró el Museo Nacional iraquí, y en los setenta se crearon museos regionales en todas las provincias. El Servicio de Antigüedades de ese país cobró una excelente reputación en el Medio Oriente, e Irak se destacó por ser una de las naciones líderes en la protección de su herencia cultural.
La situación descrita, sin embargo, cambió drásticamente después de la Guerra del Golfo en 1991. A raíz del caos que suscitaron las revueltas ocasionadas por la invasión estadunidense en el sur y el norte, 13 de los 19 museos regionales fueron saqueados y más de 5 mil piezas de alto valor ingresaron al mercado negro internacional.
A estos eventos habría que agregar otros que marcaron la cotización de bienes culturales de la región en el mercado negro: por ejemplo, la quiebra de la Bolsa de Nueva York en los ochenta, que obligó a los inversionistas a buscar valores-refugio. Las subastas de las colecciones Erlenmeyer y Moore desorbitaron los precios de los bienes culturales provenientes de la región que abarcó la antigua Mesopotamia.
De inmediato surgieron traficantes de bienes culturales, especialmente en la región desértica entre los ríos Tigris y Éufrates, en especial en Umma. A finales de los noventa los sellos cilíndricos sumerios rebasaron la cota de los 100 mil dólares; un sello real neoasirio que se trató de comercializar ubicándolo como proveniente de un supuesto reino iraní alcanzó los 400 mil dólares. Un efecto paralelo y previsible del comercio ilícito fue la aparición de falsificaciones, que llegaron incluso a confundir a los expertos.
Un tercer evento marcó el curso del pillaje: la restricción de vuelos en el territorio iraquí, que impidió que las zonas arqueológicas, especialmente del sur, fueran sobrevoladas por helicópteros, lo que sin duda favoreció el saqueo. Prueba de ello es que en 1994 se incrementó dramáticamente la oferta en el mercado negro internacional de bienes culturales provenientes de Umma, Umm al-Hafriyar (región cercana a Nippur), de un centro alfarero y de Adab. Especialmente grave es el caso de Isin (ciudad que alcanzó su desarrollo en el tercer milenio a. C.), actualmente Ishan al-Bahriyat, que fue totalmente saqueada.
…al arte del robo
En los años noventa, la escalada del tráfico ilícito de bienes culturales llegó a ser de tal magnitud a nivel internacional que un importante y conocido coleccionista radicado en Nueva York sostenía que era la época de oro para coleccionar. No resulta ocioso mencionar que la prohibición de que se importaran productos provenientes de la región en Estados Unidos no se hizo extensiva a los bienes culturales, que circulaban libremente en territorio de ese país.
Cualquier medio se utilizaba para la exportación ilícita: automóviles diplomáticos, la vía saudita, jordana y la kurda –en esta última el gobierno iraquí había perdido todo control–. Muy pronto los bienes culturales iraquíes aparecieron en las tiendas de antigüedades de Amán, Damasco y Alepo; algunos llevaban aparejados “documentos”, elaborados en la propia Jordania, que pretendían legalizar las piezas sustraídas ilícitamente, cuando resulta una obviedad que provenían de la región que abarcó la antigua Mesopotamia, y no del territorio de aquel país.
Para dimensionar esta catástrofe cultural basta mencionar que en la década de los noventa un fuste amputado de una estatua esculpida en piedra negra fue ofrecido en venta en el mercado de Londres. La estatua, que fue destruida en sus partes inferior y superior, era de especial relevancia, ya que narraba la rebelión de las ciudades del sur de Babilonia en contra de Samsuiluna, hijo y heredero de Hamurabi, encabezada por un “rey de Sumeria”, título infrecuente en esa época.
La cota de ese objeto de enorme valor histórico, provista de documentación suiza, alcanzó la suma de 400 mil dólares. Actualmente se sabe que la pieza se encuentra en posesión de un coleccionista italiano, con lo que el conocimiento universal perdió una valiosa y única oportunidad de conocer la historia de la primera civilización humana. El daño es irreversible.
El 24 de enero de 2003, cuando ya era inminente la segunda versión de la guerra de Estados Unidos y sus aliados contra Irak, se realizaron dos reuniones, una en el Pentágono y la otra en el Departamento de Estado de aquel país, en la que se enfatizó la importancia de Irak como el centro de la civilización más antigua de la humanidad.
Los participantes en estos cónclaves destacaron la vulnerabilidad de la región y las altas probabilidades de que fuera saqueada, como una consecuencia natural del caos que se provocaría por la guerra; se mencionó asimismo la importancia del Museo Nacional de Irak, especialmente propenso al saqueo, y se dieron seguridades de que el recinto no sería bombardeado, lo que se cumplió en efecto, si bien el saqueo fue inevitable.
No fue sino hasta el 22 de mayo del mismo 2003 cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en su resolución 1483, resolvió tratar de impedir el saqueo, lo que obligó al Congreso estadunidense y a la Unión Europea a reaccionar. Esta última declaró ilícito el tráfico de bienes culturales de Irak en su resolución 1210/2003. El colapso, sin embargo, ya estaba consumado. Ahora, tras la salida de ese país de las tropas estadunidenses, se puede visualizar con mayor claridad esta catástrofe cultural en toda su dimensión.
Se puede convenir en que el mayor ultraje a un museo es el que se escenificó del 10 al 12 de abril de 2003 en el Nacional de Irak, en tanto que el mayor agravio a zonas arqueológicas es verse saqueadas hasta su aniquilación. La preservación del conocimiento universal en torno a estas culturas se ha perdido para siempre.
La denuncia
Resulta muy claro que existe una cooperación muy importante entre la academia, especialmente de filólogos e historiadores de arte que traducen, analizan y autentifican los bienes ilícitamente exportados para los coleccionistas y comerciantes de arte. Los primeros justifican su actividad con el argumento de que salvaguardan información que fatalmente se perdería sin sus análisis de bienes culturales y la lectura de las inscripciones.
Por su parte, los comerciantes y traficantes gozan de un total anonimato e impunidad. La cierto es que hay una relación simbiótica entre coleccionistas, curadores, historiadores de arte y filólogos que autentifican los bienes culturales y con ello preservan su valor en el mercado negro. El cuestionamiento ético al que se confrontan es lapidario: la complicidad confesa en la comisión de delitos. En contraste con estos académicos existe una corriente de arqueólogos que busca preservar los objetos in situ con la finalidad de obtener una mayor e invaluable información sobre el significado de las piezas.
El derecho de la guerra, el jus belli, ha encontrado únicamente impulso en el combate internacional del terrorismo (jus ad bellum) y en la protección de personas y de sus bienes (jus in bello). La tutela de bienes culturales en el ámbito internacional después de las catástrofes culturales citadas comienza nuevamente a tomar aliento. La eficacia de la panoplia de instrumentos que regulan la protección de este tipo de bienes en tiempos de conflicto armado suscita, para decir lo menos, serios cuestionamientos.
Por lo anterior, la Unesco ha relanzado una serie de trabajos sobre el particular. Las convenciones de La Haya de 1899 y 1907, la Convención IV de Ginebra de 1949 y la de La Haya de 1954 constituyen el marco jurídico para la protección de bienes culturales en tiempos de conflicto armado, pero han demostrado ser insuficientes. Las evidencias se encuentran en todas partes. Estados Unidos finalmente ratificó la Convención de La Haya de 1954, aun cuando falta la ratificación de sus dos protocolos.
Por ello, no deja de ser elocuente sin embargo que, en el caso de Irak, la Cruz Roja Internacional, sujeta a la legislación suiza pero con personalidad jurídica internacional, hubiera establecido que “la potencia que ocupa el territorio debe prevenir la exportación ilícita de los bienes culturales del territorio ocupado y se encuentra obligada a restituir los bienes culturales ilícitamente exportados a las autoridades competentes del territorio ocupado”. La eficacia de este precepto se deja al veredicto de la historia.
Las catástrofes culturales obligan a una reflexión. Al margen del orden jurídico, la humanidad no puede escapar a una condena fatal: desde tiempos inmemoriales el arte ha dado una aureola de prestigio a una ciudad o a una dinastía. Las ciudades o dinastías rivales intentaban destruir a las dominadas privándolas de su patrimonio cultural, se apropiaban de la fuerza de sus rivales devorando su maná; esa fuerza que en la antigüedad invocaba a un poder sobrenatural y le confería una eficacia mágica a la cultura.
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*Doctor en derecho por la Universidad Panthéon-Assas.

martes, 14 de febrero de 2012

¿Israel o Irán ante una amenaza existencial?


Netanyahu, con la ayuda de Barak, ha convertido la amenaza nuclear iraní en una impresionante estratagema para distraer la atención del público de la política de los asentamientos y la perpetuación de la ocupación
El cuento es el mismo: un demagogo, tiránico, criminal y peligroso para el mundo entero (y en especial para Israel) está a punto de producir armas de destrucción masiva

Demagogos

El New York Times (NYT), el diario del registro histórico, tiene la tradición de ser usado con fines propagandísticos. Recientemente la venerable Dama gris fue usada de forma descarada para promocionar la guerra estadunidense en Irak. En ese caso la reportera Judith Miller participó como cómplice entusiasta del gobierno de Bush al publicar, sin cuestionarlas, todas las falsificaciones que le proporcionaban con la intención de crear el consenso bélico. Cuando eventualmente quedó en evidencia su papel en la conspiración, el NYT sacrificó a Miller, la responsabilizó del fraude, a pesar de que no fue ella la única involucrada, y se disculpó con algunas justificaciones poco convincentes. Ahora el NYT está de vuelta en su papel propagandista bélico y su nueva misión es promover una guerra israelí. El cuento es el mismo: un demagogo, tiránico, criminal y peligroso para el mundo entero (y en especial para Israel) está a punto de producir armas de destrucción masiva. Entonces era Irak y Saddam, hoy se trata de Irán y Ahmadinejad. En ambos casos los demagogos occidentales e israelíes han debido contar con la amnesia y la desinformación del público, así como con medios prestigiosos que se encarguen de difundir y dar legitimidad a la propaganda.

Átomos para la paz
El gran amigo y aliado estadunidense e israelí en Teherán, el shah Mohamed Reza Pahlevi (un monarca que fue reinstalado en el poder por un golpe de Estado de la CIA ordenado por Dwight Eisenhower) no tenía pudor al expresar que quería tener sus propias bombas atómicas. En 1974, EU, Alemania, Francia y Suecia lo auxiliaron a construir su primera planta nuclear, Bushehr, de veintitrés planeadas en el programa Átomos para la Paz. En 1976, el presidente Gerald Ford ofreció al shah una planta para procesar uranio (que el shah intercambiaría por petróleo con la Sudáfrica de la era del apartheid) usado en la planta y convertirlo en plutonio, un proceso necesario para fabricar armas nucleares. Tras la revolución de 1979, el ayatola Khomeini cerró la planta, ya que la consideraba una obra satánica occidental. Sin embargo, cuando Irak lanzó su guerra de agresión contra el joven régimen iraní, Khomeini aceptó reabrir el programa nuclear, especialmente porque Saddam Hussein empleó armas químicas en el frente de combate suministradas por EU y otras potencias occidentales, además de que corría el rumor de que los iraquíes trabajaban en un arma atómica bajo patrocinio occidental.

Los obstáculos
Desde la revolución iraní, Israel y Estados Unidos han gastado millones de dólares tratando de obstaculizar el programa atómico iraní, el cual pensaban sería patrocinado por la Unión Soviética. Pero los soviéticos y luego los rusos abandonaron a los iraníes, y su programa no progresó gran cosa sino hasta que contrataron los servicios de Abdul Qadeer Khan, el padre de la bomba atómica paquistaní, con quien montaron una planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, en 2002. Esto en sí no es evidencia definitiva de que la intención era fabricar armas nucleares; no obstante Estados Unidos impuso una serie de sanciones contra Teherán y el gobierno de Ariel Sharon lanzó, en 2004, una estrategia de “cinco frentes” para detener a los iraníes, que incluía presión política, medidas secretas, contra proliferación, sanciones y cambio de régimen. Las medidas secretas, como bien sabemos, incluyen explosiones que han destruido plantas de enriquecimiento, aviones misteriosamente derribados, el virus computacional Stuxnet (comentado en esta sección) que destruyó un gran número de centrífugas y, por supuesto, una serie de asesinatos de científicos que comenzó en 2007.

La estratagema
Este es sólo un episodio más en la historia de las periódicas denuncias en contra de Irán por su presunto programa nuclear. El propio Benjamín Netanyahu aseguraba en 1992 que para 1999 Irán tendría una bomba atómica, y Shamir Peres dijo, en 1996, que eso mismo sucedería en unos pocos meses. Hoy Netanyahu y Ehud Barak cuentan con que esta vez nadie recuerde sus anteriores predicciones, que crean que el peligro contra la humanidad ahora sí va en serio y que todo mundo ignore al exjefe de la Mossad, Meir Dagan,  y a otros políticos de alto nivel que han dicho que la amenaza iraní no es inminente (estiman que, de querer una bomba, necesitarían por lo menos tres años más), y que un ataque contra esa nación tendría consecuencias catastróficas. Dagan no es el único que ha denunciado esta campaña como una vil estrategia electorera de políticos sin escrúpulos; muchos otros políticos y comentaristas dentro y fuera de Israel han opinado lo mismo. En su editorial del 29 de enero de 2012, el diario israelí Haaretz señaló:  “Netanyahu, con la ayuda de Barak, ha convertido la amenaza nuclear iraní en una impresionante estratagema para distraer la atención del público de la política de los asentamientos y la perpetuación de la ocupación. Se ha aprovechado de la preocupación del presidente Barack Obama con las elecciones presidenciales en EU y del miedo que le tiene Obama a la derecha judía”