viernes, 14 de enero de 2022

 

Significados

Juan Preciado



Cuando una sociedad se enferma, lo primero que se corrompe es el lenguaje.

La palabra síntoma, muy de moda para expresar mil y un sandeces, tiene su origen en el vocablo griego “symptoma”, literalmente “coincidencia”. En medicina, los síntomas son los fenómenos que de manera conjunta se manifiestan en el transcurso de una enfermedad. Debemos hacer énfasis en que, el síntoma es un suceso, algo que acontece. La palabra fenómeno, en este caso, hace uso de su significado original, “lo que aparece”.

Nadie (salvo algún iluminado o vidente de los que ahora abundan), ha visto nunca una entidad llamada “influenza”, “escarlatina”, “gastroenteritis”. No conocemos enfermedades, conocemos personas enfermas. Y sabemos que están enfermas por una estudiada coincidencia de fenómenos llamados síntomas. En medicina, la semiología se ocupa del estudio de los signos que permiten al médico diagnosticar (el griego “diagnostikos” significa “a través del conocimiento”), es decir, reconocer una enfermedad. La semiótica general, es una disciplina que se ocupa de todo acontecer cultural, considerando que las leyes de la comunicación –incluyendo el lenguaje- son las leyes de la cultura. Desde esta perspectiva, podemos decir que solamente existe cultura cuando existen relaciones comunicativas. Todo acontecer cultural es comunicación.

Entiéndase lo anterior y se podrá reconocer la catástrofe actual.

 

“Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.

–La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

–La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda…, eso es todo”.

Lewis Carrol, "Alicia a través del espejo"

 

Hace dos años, la industria de propagación de embustes advertía de una terrible enfermedad, mortal sin duda, que se manifestaba a través de ciertos síntomas… o no. Si estamos en tiempos de la realidad virtual, pues hay que incluir a las enfermedades, eso es muy congruente. Ha pasado el tiempo, la histeria no ha menguado, pero ahora, lo que se nos dice es que la misma enfermedad, presenta distintos síntomas, cuando los presenta, claro. Y la misma enfermedad ahora debe ser tratada de manera distinta. ¿Quién puede explicarlo?

No estamos hablando de consecuencias. Con la diabetes, un paciente puede desarrollar diversas dolencias a consecuencia de un problema específico: la elevada concentración de azúcar en la sangre. La palabra diabetes toma su nombre de un fenómeno frecuente (un síntoma) asociado a la enfermedad: exceso de micción. Si existe exceso de micción, pero no hay exceso de glucosa en la sangre, se tratará de otra cosa, pero no de diabetes.

El mero preciso del país ha contraído por segunda vez la misma espeluznante enfermedad (que ahora presenta otros síntomas, por supuesto) con todo y la divina protección de la que alguna vez hizo alarde, y el secretario de gobernación nos informa que el estado de salud del presidente es “óptimo”. Según el diccionario, calificamos de óptimo aquello “sumamente bueno, que no puede ser mejor”. Seguramente, en próximos días, nos dirán que el secretario “tenía otros datos…”, o “lo que el secretario quiso decir…”, o mejor aún, “lo que el diccionario quiso significar…”.

Siguiendo a la semiótica, no puede existir humanidad y no puede existir sociedad alguna si no existen relaciones comunicativas. Y la propagación masiva y machacona de dislates no es comunicar.

Y así nos va.

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