Significados
Juan Preciado
Cuando
una sociedad se enferma, lo primero que se corrompe es el lenguaje.
La
palabra síntoma, muy de moda para expresar mil y un sandeces, tiene su origen
en el vocablo griego “symptoma”, literalmente “coincidencia”. En medicina, los
síntomas son los fenómenos que de manera conjunta se manifiestan en el
transcurso de una enfermedad. Debemos hacer énfasis en que, el síntoma es un
suceso, algo que acontece. La palabra fenómeno, en este caso, hace uso de su
significado original, “lo que aparece”.
Nadie
(salvo algún iluminado o vidente de los que ahora abundan), ha visto nunca una
entidad llamada “influenza”, “escarlatina”, “gastroenteritis”. No conocemos
enfermedades, conocemos personas enfermas. Y sabemos que están enfermas por una
estudiada coincidencia de fenómenos llamados síntomas. En medicina, la
semiología se ocupa del estudio de los signos que permiten al médico
diagnosticar (el griego “diagnostikos” significa “a través del conocimiento”),
es decir, reconocer una enfermedad. La semiótica general, es una disciplina que
se ocupa de todo acontecer cultural, considerando que las leyes de la
comunicación –incluyendo el lenguaje- son las leyes de la cultura. Desde esta
perspectiva, podemos decir que solamente existe cultura cuando existen
relaciones comunicativas. Todo acontecer cultural es comunicación.
Entiéndase
lo anterior y se podrá reconocer la catástrofe actual.
“Cuando yo uso una palabra –insistió
Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo
quiero que diga…, ni más ni menos.
–La cuestión –insistió Alicia– es si se
puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
–La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es
saber quién es el que manda…, eso es todo”.
Lewis Carrol, "Alicia a través del
espejo"
Hace
dos años, la industria de propagación de embustes advertía de una terrible
enfermedad, mortal sin duda, que se manifestaba a través de ciertos síntomas… o
no. Si estamos en tiempos de la realidad virtual, pues hay que incluir a las
enfermedades, eso es muy congruente. Ha pasado el tiempo, la histeria no ha
menguado, pero ahora, lo que se nos dice es que la misma enfermedad, presenta distintos síntomas, cuando los presenta,
claro. Y la misma enfermedad ahora
debe ser tratada de manera distinta.
¿Quién puede explicarlo?
No
estamos hablando de consecuencias. Con la diabetes, un paciente puede
desarrollar diversas dolencias a
consecuencia de un problema específico: la elevada concentración de azúcar
en la sangre. La palabra diabetes toma su nombre de un fenómeno frecuente (un
síntoma) asociado a la enfermedad: exceso de micción. Si existe exceso de
micción, pero no hay exceso de glucosa en la sangre, se tratará de otra cosa,
pero no de diabetes.
El
mero preciso del país ha contraído por segunda vez la misma espeluznante
enfermedad (que ahora presenta otros síntomas, por supuesto) con todo y la
divina protección de la que alguna vez hizo alarde, y el secretario de
gobernación nos informa que el estado de salud del presidente es “óptimo”. Según
el diccionario, calificamos de óptimo aquello “sumamente bueno, que no puede
ser mejor”. Seguramente, en próximos días, nos dirán que el secretario “tenía
otros datos…”, o “lo que el secretario quiso decir…”, o mejor aún, “lo que el
diccionario quiso significar…”.
Siguiendo
a la semiótica, no puede existir humanidad y no puede existir sociedad alguna si no
existen relaciones comunicativas. Y la propagación masiva y machacona de
dislates no es comunicar.
Y
así nos va.
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