miércoles, 19 de enero de 2022

 Decisión

Juan Preciado



Hace más de dos mil años, Aristóteles advertía que opinión no es igual a conocimiento. Se dice que opinar es formarse un juicio, pero, en su significado original, opinión es sinónimo de creencia. Y ya sabemos en qué terminan los asuntos que se manejan en base a sistemas de creencias. Es pertinente decir lo anterior, cuando el modelo impulsado por las malhadadas redes sociales, incita la búsqueda de consenso y desestima la búsqueda de la verdad. Por consenso se forman juicios y posteriormente se toman decisiones.

Decidir supone una acción selectiva. Pero las decisiones tienen límites y dependen entre otras cosas, del nivel energético (entiéndase dinero) del sistema. Una persona puede decidir comprar cierta marca de ropa, un modelo de automóvil en específico o definir su lugar de residencia, siempre y cuando posea los niveles energéticos suficientes. Así que esas decisiones no pueden ser alentadas así nomás, so pena de exacerbar pensamientos y conductas  criminales; la llamada “apología del crimen”. Y sin embargo, se hace.

Hay decisiones que son igualmente alentadas, y que son fácilmente verificables. Por ejemplo, tener perro o gato; percibirse género masculino, femenino  o no binario (más las opciones que se acumulen); evitar cierto tipo de alimentos –entre más nutritivos, mejor, más notorio-; y decidir si se esta enfermo o no.

De prohibir y condenar la “auto medicación”, actualmente se ha llegado al punto de permitir y alentar el “auto diagnóstico”.

Siguiendo la cháchara de moda, si alguien “se percibe enfermo”, pues, hay que extenderle un comprobante médico que así lo indique. Lo malo es que la atención médica jamás se verifica con igual prontitud. Y quizá la trampa consista en alejar a las personas de los deficientes, falsos e insuficientes servicios de salud pública ofreciendo como zanahoria, días de descanso.

Una enfermedad (infirmitas, falta de firmeza o de fuerza) es una condición que modifica el estado normal de salud (intacto en su primera acepción) que tiene su origen en factores externos o internos. Esto último suele expresarse también como alteraciones físicas o mentales. Una persona que no presenta un cuadro de alteración adverso, respecto a una condición favorable anterior, no puede ser calificada de enferma o contagiada.

Percibir enfermedades (o cualquier otra cosa) imaginarias, es, de hecho, una enfermedad mental -una falta de firmeza interior - muy común en nuestros días y que, debido a los deficientes programas de salud, no se somete a tratamiento alguno.

Y así nos va.

 

 

1 comentario: