viernes, 22 de mayo de 2020


Montajes
Juan Preciado


El 30 de octubre de 1938, sin prevenir a nadie, un actor de cine comenzó  a transmitir por radio una adaptación de la novela de H. G. Wells “La guerra de los mundos”, como si se tratara de un noticiero que en directo, reportara sucesos reales. La reacción social que provocó ha sido comentada hasta el hartazgo; lo que deseamos destacar en este momento es que su estrategia perfila paso a paso los métodos de comunicación actuales para provocar una reacción similar. Los radio escuchas de ese entonces eran ciegos; casi 100 años después los internautas también. ***

En 1987, se estrena una película de ciencia ficción basada libremente en una novela de Stephen King. La anécdota, un concurso de televisión en vivo -hoy le llamarían “Reality show”- en el que los participantes deben sobrevivir a una carrera mortal, se desarrolla en el año 2017, donde el estado policial mantiene a las personas dentro de sus casas, mirando todo el día las barbaridades proyectadas en el televisor. El asunto es que nada de lo que se mira es real, ya que todos los concursantes son asesinados de inmediato y la carrera es una recreación electrónica, que incluye imágenes de los felices ganadores disfrutando del clásico viaje todo pagado en hermosas playas. Se descubre además que los canales de noticias funcionan exactamente igual.

Actualmente, es posible colocar de manera electrónica imágenes sobre un rostro, para que el actor suplante al personaje principal, que bien puede ser una conocida actriz involucrada de esta manera en una película pornográfica, el presidente de un país simulando una visita de estado, un hombre de negocios dirigiendo una junta de trabajo o un fallecido cantante popular mágicamente resucitado.

Los videomontajes  han desplazado a los fotomontajes con la misma finalidad: suplantar la realidad. 

Y los intentos por suplantar la realidad son viejos y variados. Se sospecha seriamente que fue un doble y no Mussolini la persona asesinada en Villa Belmonte. Dante fecha su viaje místico cinco años antes a fin de aparentar que lo narrado en la “Divina Comedia”, principalmente el destino de sus enemigos políticos, que obviamente están todos en el infierno, pasara por profecía. Ante la amenaza  de ser quemado vivo por brujo, el poeta confesó la trampa.

Todos los días recibimos de manera machacona noticias de cuán terrible y pestífero es el oscuro virus (obscurus es aquello que no se ve) que aterra al planeta. Nos llama la atención (por ahora) uno de sus síntomas, la pérdida del olfato. Desde la antigüedad, el olfato está asociado a la capacidad de prever el futuro. Pero, no se trata de facultades paranormales, se trata de descubrir las claves del presente a través del conocimiento, y de esta manera comprender lo que viene. Al hombre sagaz, es decir, al que esta “dotado de fino olfato”, ahora lo nombramos así por ser “astuto y prudenteque prevé y previene las cosas”. Sabemos que el olfato complementa de manera importante el sentido del gusto. Y el hombre de juicio, en la mesa y en la vida es aquel que sabe. Podemos continuar con esta extraña metáfora, pareciera que la pérdida del olfato, en caso de ser atacados por la extraña enfermedad, fuera la manifestación física –su réplica o su burla- de la misma falta de sagacidad que nos pone a merced de las falsas noticias y las aviesas intenciones de quien las propaga. Y como nos dice el famoso detective inglés, cuando aparentemente no existen pistas para descubrir un crimen, hay que seguir las huellas del dinero. El beneficio económico (quién y cómo) nos llevará a resolver el misterio.

Otro ejemplo tomado de lo que pareciera ser simple ficción. En una película de 1988 el protagonista debe enfrentar lo que parece ser una amenaza terrorista, rehenes incluidos. En realidad, el objetivo es robar la bóveda de bienes que se oculta en los sótanos de un  rascacielos que termina hecho añicos. A minutos del final, cuando el plan se descubre, el policía pregunta, indignado e incrédulo:

“¿Toda esta destrucción, todo este sacrificio, sólo para cometer un robo?”.

Y así estamos.

Y así nos va.

*** (Curiosamente, según el relato, la humanidad se salva, ya que los invasores extraterrestres sucumben a los agentes infecciosos de nuestro planeta).

viernes, 15 de mayo de 2020


Normalidad
Juan Preciado


La nueva normalidad es un viejo invento. En el estado actual de las cosas, se están consolidando los fermentos de la creatividad cultivada alrededor de los eventos acaecidos antes, durante y a consecuencia de la segunda guerra mundial. No sabemos realmente, en nuestro país, hasta donde llegarán las cosas. Para decirlo suavemente, estamos muy “rezagados”, respecto a los avances tecnológicos que serán requeridos en el futuro próximo, según la agenda que se quiera imponer desde la anglósfera.

Los primeros campos de concentración, se dice, aparecieron en Cuba en 1896 y después en África, en el año 1900, cuando los ingleses confinaron en ellos a los Boers durante la segunda guerra “de liberación”. Las reservas indias norteamericanas son campos de concentración eufemísticamente nombrados. Durante el virreinato, los lugares donde se confinaba a la población indígena se llamaban muy descriptivamente “sujetillos” o “estancias”. La ciudad de México conoció una tierra de nadie, la ciudad india, al norte de lo que hoy es el centro histórico, habitada por indios, mestizos  y “blancos pobres”.

La Alemania nazi tomó prestada una institución jurídica prusiana para justificar el inicio de los confinamientos programados llamada “custodia protectora”, aislaba de manera selectiva a individuos con el único fin de “evitar un peligro para la seguridad del estado”.

“El nacimiento del campo de concentración en nuestro tiempo (…) se produce en el momento en que el sistema político del Estado-nación (…), entra en una crisis duradera y el Estado decide asumir directamente entre sus funciones propias el cuidado de la vida biológica de la nación”
Giorgio Agamben

El campo de concentración comienza a formarse cuando las medidas de “estado de excepción” se convierten en norma y de manera subrepticia, se van dando los confinamientos, las clausuras. A la pregunta expresa de ¿Cuándo, cómo se gestaron los campos de concentración?, el jefe de la Gestapo sólo pudo responder: no fueron nunca instituidos, sino que, un buen día, ahí estaban”.

El campo como espacio físico delimitado comienza a perder sentido cuando son diversos actores los que interactúan conforme los aislamientos y las prohibiciones convergen o tropiezan entre sí. La ordenanza de una regla eminentemente médica por parte del estado confirma que los límites físicos del campo son sólo una alusión a lo tremendo histórico, al lugar de la ignominia, y no a una realidad que intenta normar incluso la vida privada y el “tiempo libre”.

Por ejemplo, restringir la libre circulación de vehículos por causas de salud pública (inútiles dado el nulo interés por detener el infame crecimiento de las zonas urbanas); entorpecer la vialidad los días de descanso al delimitar un campo de acción para vehículos sin motor de combustión; el retiro absurdo de saleros en restaurantes, mientras se arropa a la industria refresquera que hace mucho más daño con sus aguas azucaradas; un día consumir agua es muy bueno, pasado mañana no lo es tanto; según una pobre mujer que llega a la política tras desenvolverse en la desastrosa e ignara industria del espectáculo, se debe reducir el consumo de carne. Entiéndase que no son propuestas y consejos inútiles que no se han solicitado, son directrices para regular la vida privada de los ciudadanos. Lo anterior es posible gracias a que la vida privada como tal, desaparece en el alelado universo de las redes sociales, que para lo único que han servido es para mejor dirigir opiniones y fomentar el asalto a la privacidad, al convertir sus entusiastas, alegres y desubicados usuarios, la vida privada en pública.

De tal suerte que el campo como tal, deja de ser un límite físico y se explica a través de los conceptos provenientes de la física moderna: campo es el espacio en el cual una partícula hace sentir su efecto.

Sabemos que la gente en México tiene un fuerte carácter mimético; antes que cualquier cosa sucediera, se auto aislaron durante el inicio de la abominable “pandemia”, porque así comenzaron a hacerlo italianos y españoles. Podemos ver que los mecanismos de sujeción funcionan tan bien, que estos fueron autoimpuestos.

Campo de concentración, se dice también es “El lugar donde todo es posible”. Los ciudadanos están tan abandonados al estado de excepción, que cualquier cosa que les suceda deja de ser un delito, por lo tanto, todo es posible, porque nadie es castigado. La corrupción en México y la impunidad reinante, confirman lo dicho.

El agente chino (donde agente es una cosa que produce un efecto) que ha metido en sus casas a los chalecos amarillos de todo el mundo, parando en seco las protestas populares con las que cerró el año 2019 (en los mismo países que ostentan actualmente el record de defunciones), parece gustar mucho a los gobiernos, dado que estos gustan de tomar medidas por demás absurdas y radicales, incluyendo su nueva normalidad. La nueva normalidad nos hace pensar que los números para identificar reclusos dentro del campo, serán las tarjetas bancarias y los números telefónicos.

Y así nos va.

martes, 5 de mayo de 2020


Desproporcionado
Juan Preciado


Se habla de proporción cuando en algo existe la correspondencia debida entre sus partes, correspondencia que puede ser ética, estética o de esfuerzo, según sea el caso. También hablamos de proporción para señalar la oportunidad de lograr algo.

En matemáticas, la famosa “regla de 3“ que utilizamos todos los días, es una regla de proporción. Por ejemplo, en 2017, la Organización mundial de la salud publicó un estimado de muertes causadas por gripe y sus complicaciones en todo el mundo, 650 mil al año. Hoy día, en 5 meses en todo el mundo han muerto 250 mil 134 personas presuntamente por covid-19. Utilizando la regla de proporción mencionada y bajo las mismas condiciones, el año 2020 terminará presuntamente con 600 mil 321 muertes, es decir, 50 mil decesos menos.

Quiere decir que en proporción y claro, únicamente en el rubro de las enfermedades respiratorias, este será el más saludable de los últimos 5 años.  Consideremos también que este año el número de contagios y muertes debido a la gripe asesina están siendo contados con lupa, y las mediciones anteriores fueron seguramente bastante laxas.

La situación actual, nos proporciona –es decir, nos brinda la oportunidad- de analizar las medidas tomadas para que podamos  gozar de tanta salud.

Por ejemplo, podemos hacer una reducción al absurdo y aplicar el método de enclaustramiento para “prevenir” todos los problemas de salud pública y de seguridad que existen. Podemos meter en cuarentena a cuanta persona obesa encontremos, con la promesa de terminar su confinamiento en cuanto desaparezca su condición, haciendo la valoración en kilos, talla de ropa, presión arterial o todo junto. Mientras dure su confinamiento, no podrían ir a trabajar y se le entregaría una despensa generosa en productos vegetales con alto contenido vitamínico y mucha fibra. Para prevenir “futuros contagios” podemos colocar en cada establecimiento que venda pizzas, hamburguesas, refrescos y comida chatarra en general, el famosos y atractivo letrero “¡Cuidado! Está usted entrando en zona de alto contagio”. A la entrada de restaurantes, fondas y cualquier establecimiento que ofrezca comida, se tomará el peso y talla de las personas que deseen ingresar y sospechosas de obesidad. Si el índice de grasa corporal excede lo estipulado, se le prohibirá la entrada. A quién intente ingresar a una pastelería, panadería o tienda de helados, se le pinchará el dedo para medir los niveles de azúcar en la sangre. Si además se esculca la bolsa de usuarios del metro, podemos evitar el trasiego de engordantes. Imaginemos una sociedad modelo donde en las oficinas gubernamentales la gente se dedica a atender al público, en vez de estar perdiendo el tiempo masticando su guajolota. Los policías estarían en sus hogares “poniéndose en forma” en vez de estar buscando a quien extorsionar.

En caso de obesidad y diabetes, la permanencia en casa parece ser la solución correcta.

Analicemos ahora, ese peligroso contagio que determina el asesinato impune.  Olvidemos el pasado y limitémonos a analizar los números del año 2020. En tres meses, 7 mil 300 homicidios, sin contar osarios ni embolsados, que esos entrarán en la estadística cuando sean encontrados, si es que los cuentan. Podemos estimar que el año terminará con 29 mil 200 muertos por violencia, contra los probables  6 mil 813 muertos atribuidos al virus pestífero. Bien vale la pena el claustro a fin de no llegar a esos números.

Podemos colocar mantas, con el texto líneas arriba descrito, afuera de bares y salones de baile “con ambiente familiar”, restaurantes, casinos, estadios de futbol, discotecas, lupanares, maquiladoras, estaciones del metro, paraderos de “micros”, dentro de cada taxi, universidades, preparatorias, secundarias, primarias, parques, tiendas de conveniencia, supermercados, guarderías y en general, sitios donde encontremos población vulnerable.  Nadie saldría de su casa, qué caray.

“(…) si las medidas excepcionales son el fruto de los períodos de crisis política y, en tanto tales, están comprendidas en el terreno político y no en el terreno jurídico constitucional,  ellas se encuentran en la paradójica situación de ser medidas jurídicas que no pueden ser comprendidas en el plano del derecho, y el estado de excepción se presenta como la forma legal de aquello que no puede tener forma legal”.
Giorgio Agamben

Las consecuencias sociales nos dicen a las claras que las medidas adoptadas para esconder –en el mejor de los casos- un sistema de salud pública criminalmente abandonado, han sido completamente desproporcionadas. El absurdo no es solamente porque aquello que deviene neumonía es contagioso y lo que deviene peritonitis no lo es (por ejemplo); a fin de cuentas en los hospitales de éste país nunca hay camas disponibles. El absurdo es el estado de excepción en que vivimos desde siempre y ahora más que nunca. Nadie es tan ignorante, atrasado o primario, para desestimar la existencia de enfermedades, muertos y el daño social que esto puede acarrear, pero el mensaje que podemos colegir de la razón que priva actualmente dada su torpeza y sus terribles resultados, es la quiebra intencional de un país entero para poder hacer negocios bajo el esquema de economía de guerra. Si la gente cree en alienígenas, vampiros, inyecciones letales y radiofrecuencias envirulantes, se debe a la ignorancia si, pero también y principalmente, al absurdo que nos rodea.

Y así nos va