Lo inútil
Juan Preciado
Siempre
que la bomba de la realidad explota en la cara de la sociedad, se desarrollan diversos
mecanismos tratando de rescatar algo de
los pedazos. El mecanismo del “chivo expiatorio” es uno de ellos. Su
funcionamiento es muy sencillo, se entiende mejor si lo equiparamos con la caza
de brujas, mecanismo tributario del primero. En una sociedad violentada, en
crisis, en plena dinámica de sálvese quien pueda, para no llegar a la
disolución social, la violencia de todos contra todos se convierte en todos
contra uno. Es un mecanismo que opera en automático. Si bien es cierto que
entre más primario es un grupo humano, las expresiones de este mecanismo son
mas groseras. El funcionamiento de las masas que operan de esta manera, requiere además como ingrediente principal la dinámica de la imitación. La violencia es
tan contagiosa y tan desastrosa como un mortífero virus invisible. Basta que el
primer aturdido arroje la primera piedra para que el populacho obtenga su
modelo de conducta y la violencia se contagie a manera de ciega imitación. Y la
violencia, al igual que la fortuna, es ciega. No somos machos, pero somos
muchos. En nuestro muy atrasado país, se debe tener cuidado con los brotes de
violencia en contra del personal médico por parte de la masa ciega que busca su
chivo expiatorio. Si algo cunde en nuestro país es la violencia sin sentido. Todavía
hoy, los asesinatos que se cometen en un día superan por mucho el
número de muertes atribuidas al terrorífico virus.
Más
sano –y más creativo- que lo anterior, es inventarse por ejemplo un hombre lobo
a manera de motivación directa para permanecer en casa durante la emergencia
sanitaria y para desplazar la violencia de todos contra todos fuera de la
comunidad sin necesidad de sacrificar alguna víctima inocente. Además, con el paso
del tiempo, puede convertirse en atractivo turístico.
El segundo mecanismo que entra en funcionamiento en situaciones tales, es mucho más pernicioso y más perverso, dado que no es una respuesta automática del aparato social, sino una ingeniosa planeación para no perder lo bien o mal habido. Si con el mecanismo de “chivo expiatorio”, la violencia se transfiere a uno solo (que bien puede ser un grupo, se entiende), el mecanismo de “Recolecta de fondos”, el costo de los daños se transfiere a los de siempre. Gente con mucho dinero dona trapos usados para que sean subastados entre gente de poco seso y con ganas de hacerse de célebres vestiduras de desecho, so pretexto de ayudar a los “más necesitados”. Desde 1984, a los músicos populares no se les ocurre otra cosa que hacer conciertos “a beneficio de…”. Lo novedoso y –suponemos- emocionante, es que ahora se realizan de manera “virtual”. Los bancos y cualquier emisor de tarjetas de crédito ofrecen (suponemos para ayudar a los “más necesitados”) suspender durante cuatro meses la obligación del pago mínimo de dichos instrumentos de crédito, sólo que el saldo continuará generando intereses durante esos cuatro meses. Absurdo. El gobierno ofrece 25 mil pesotes de crédito para apoyar a empresas durante la emergencia sanitaria. ¿Qué entenderán por empresa? ¿Y por qué no llamar las cosas por su nombre, ínfimos créditos?
Una emergencia es algo que se muestra o aparece (emerge) de pronto, como un muy moderno y sofisticado virus. Una contingencia es algo que puede o no suceder, una situación de riesgo (“lo que depare la providencia”).
Sucede la emergencia de un virus y el mundo entra en contingencia, es decir, en una situación de riesgo donde existe la posibilidad de contagiarse o no, según se tomen precauciones.
Nosotros que vivimos en el país del “ya merito”, del eterno “cambio” (político-social) por venir en suspensión animada, entramos en fase de emergencia sanitaria permanente, hasta nuevo aviso. Pero, como siempre sucede, lo anterior no es casualidad. Imposibilita a las empresas (esas maravillas de ingeniería financiera que pueden operar con 25 mil pesos) a suspender temporalmente las relaciones de trabajo con sus empleados, (considerando que éstas no pueden operar, pero sí deben pagar sueldos completos, impuestos y por ahí derechos de piso al crimen organizado), bajo las condiciones que dicta el artículo 427 de la ley federal del trabajo vigente, y que son derivadas de “La suspensión de labores o trabajos, que declare la autoridad sanitaria competente, en los casos de contingencia sanitaria.” Llamémosle emergencia a la contingencia, apoyo a la trampa, ayuda a la actividad inútil y donación a una célebre venta de garaje.
Y
así nos va
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