miércoles, 15 de septiembre de 2021

Agustín de Iturbide, “Antorcha luminosa del Anáhuac”

Juan Preciado



“La única persona capaz de separar este país de España es Agustín de Iturbide”

Félix María Calleja.

En 1810, Iturbide había sido invitado por su paisano, a unirse a la revuelta insurgente. Hidalgo le ofreció al “Dragón de hierro” el cargo de teniente general. Iturbide rechazó el insultante ofrecimiento. El notable militar, a favor de acabar con el dominio de la corona española, reprobaba una reforma por la vía de la violencia, la venganza y el odio. El saqueo y destrucción de la hacienda familiar (vecina de la hacienda del cura  Hidalgo) y lo actos de barbarie perpetrados en Guanajuato, motivaron a Iturbide (y a otros criollos)  a combatir la insurgencia.

A Iturbide debemos el nombre y la independencia del país, la bandera nacional y los chiles en nogada.


"La victoria fué compañera inseparable de las tropas que mandé. No perdí una acción; batí a cuantos enemigos se me presentaron o encontré, muchas veces con fuerzas inferiores en proporción de uno a dieciocho o veinte"

Agustín de Iturbide


En 1921, aquél que con efectiva violencia combatiera las hordas destructoras del bajío, logró a través de persuasiva correspondencia, la unión de los mandos castrenses novohispanos. Logro grandísimo que le permitió tomar la capital del país “sin sangre, sin incendios, sin robos ni depredaciones, sin desgracias y –de una vez- sin lloros y sin duelos”,   toda vez que años antes, el país había sido ahogado en sangre.

Cuando el libertador se hace cargo del inmenso y enclenque imperio, el congreso -ya desde entonces frívolo e incapaz-, se dedicó a cancelar las reformas dictadas por el emperador. El colombiano Miguel Santa María y el estadounidense Joel R. Poinsett dirigían las intrigas. Fácil resultó al estadounidense alimentar la voraz ambición del perverso brigadier Antonio López de Santa Anna, el “héroe de 100 derrotas”. El ejército estadounidense podía enfrentar a Santa Anna, a Iturbide no.

 

“En donde murió Iturbide, viven en paz los traidores”

José Joaquín Fernández de Lizardi

 

Iturbide conocía la ambición de Santa Ana y los medios de los que estaba dispuesto a valerse. El día de su coronación, Santa Anna trató de enamorar a la hermana del emperador, María Nicolasa de Iturbide y Aramburú, de 60 años de edad. En 1822, Iturbide destierra al colombiano Santa María, pero éste se queda en Veracruz protegido por Santa Anna. Días después manda apresar a 66 diputados conjurados, Felipe de la Garza se amotina a favor de los detenidos y termina siendo apresado y acusado de traición. Iturbide no sólo le perdonó la vida, también le restituyó el puesto. Un año después, en Tamaulipas, de la Garza prende y ejecuta a Agustín de Iturbide.

 

“Usted sólo ha sido digno de compararse con Napoleón, el hombre de los siglos…”

José Joaquín Fernández de Lizardi

 

Cuándo la pandilla de bribones promulga el Plan de Casa Mata, en febrero de 1823, Iturbide se niega a combatir la insurrección a pesar de su prestigio militar. El 19 de marzo de 1823 abdica al trono y promete expatriarse. El 30 de marzo sale rumbo a Veracruz y como en tantas otras ocasiones en su vida, a su paso “las mulas de su carro fueron desuncidas para ser tirado por la gente”.

Clásico rencor de la mediocridad ante lo sobresaliente, el congreso ordena sortear poblaciones para evitar las muestras de afecto al libertador, manda  que el barco que se dirige a Liorna no descanse en ningún puerto, retira la escolta al barco a fin de que caiga en manos de piratas, abundantes en el golfo de México. Llegando a Italia, le es negado el comprar una finca en Roma y le impiden residir en Florencia hasta que finalmente, recibe hospedaje por parte de la princesa Paulina Bonaparte, hermana de Napoleón, su compañero de prodigios.

"¿Qué aberración tan monstruosa, sólo vista en México (...) loar la libertad y maldecir al libertador, glorificar la obra y desdeñar al obrero, tomar el don y escarnecer al que lo da? (...) Iturbide es una gloria de México (...) Su genio militar, su visión política, su gobierno magnánimo, su abdicación gloriosa, su decencia personal, su amor al pueblo y el amor de su pueblo, pónenlo entre las figuras universales"

Alfonso Junco

Tanto estimaba Simón Bolívar la figura y -sobre todo- el destino trágico de Agustín de Iturbide, que tomo a su hijo, “Agustín el mayor” como parte de su guardia personal, siendo el primogénito la persona que acompañó al libertador hasta su muerte, en la Quinta de San Pedro Alejandrino.

“Dios nos libre de la carrera y la muerte de Iturbide… el tal Iturbide ha tenido una carrera meteórica, brillante y pronta como una exhalación; este hombre ha tenido un destino singular: su vida sirvió a la libertad de México y, su muerte, a su reposo. No me canso de admirar que un hombre tan común como Iturbide hiciese cosas tan extraordinarias. Bonaparte estaba llamado a hacer prodigios; Iturbide no; y por lo mismo los hizo mayores que Bonaparte”

Simón Bolívar

Para honrar la historia, recomponer la decencia, aliviar la vergüenza perpetrada por el sistema y sus mediocres fiestas de cada septiembre, bueno sería reconocer al padre de la patria y celebrar el veraz bicentenario de la independencia el 27 de septiembre de 2021.

“(…) si gobierna por leyes sabias formadas sobre bases sólidas, el pueblo verá asegurados sus derechos y trabajará en aumentar las fuentes de riqueza pública si no es agitado por disensiones políticas. Si la nación es protegida por un gobierno que no la sobrecargue con impuestos y no ponga trabas a la industria, el pueblo llegará a ser un pueblo opulento”.

Agustín de Iturbide

Obviamente hasta ahora, lo único que ha podido ser –y por decreto-, es un “pueblo sabio”.

Y así nos va… 

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