Juan Preciado
El crimen está
organizado. Los ciudadanos no. El gobierno lleva un mes haciendo cómo que
investiga lo que todo mundo ya sabe y un mes después la gente sale a las calles
a protestar. Los dos están perdiendo el tiempo. Los dos reaccionan demasiado
tarde. Uno es explicable, alargaran el tiempo lo necesario, digamos, unos 5
años, para poder dar una versión oficial creíble, claro está que sin muchos
cambios del argumento reduccionista del malvado alcalde y su desalmada esposa. El
otro no, el otro está aletargado, dormido, resignado.
Un día después
de la “desaparición” de los estudiantes de la escuela normal rural, los medios
de comunicación que no están embozados con rollos de billetes por parte del
otro crimen organizado, se burlaban ante la razón dada por el alcalde fugado: no
pudo tomar la llamada, cuando le reportaron los hechos violentos, porque estaba en un
baile. También se dijo desde un principio que el motivo del “levantón” fue el
enojo que provocaron en la desalmada esposa la protesta de los estudiantes que le acorrientaban la ceremonia donde iba a
declarar el intento de reelección del gobierno de la alcaldía a través de
interpósita persona; persona que era
ella misma.
No aparecen los
cuerpos y ni aparecerán. Nadie va a tomar el riesgo de informar que el padre
Solalinde tiene razón. Se puede conseguir al doble del “tirador solitario”,
pero no se pueden conseguir 43. Tampoco, dadas las circunstancias, se puede
argumentar suicidio. Tampoco se puede argumentar estultamente que “se matan
entre ellos”. Así que, literalmente, al tiempo. Total, si aún no sabemos bien a
bien como murió el emperador Moctezuma II, si por pedrada (otro “tirador
solitario”) o por cuchillo; si por fuego amigo o enemigo.
No vamos a señalar
a nada ni a nadie, so pena de ser tachados (y por ende, descalificados) de tendenciosos.
Pero es necesario encontrar el origen del problema. Y el problema es una violencia social que se manifiesta en un terrible "todos contra todos". ¿Donde se aprende eso? ¿En la escuela? No lo creo, no todos tienen el privilegio de asistir a una. ¿Todos son normalistas? Tampoco. ¿Todos son políticos, narcotraficantes o las dos cosas al mismo tiempo? Menos. ¿Qué hace la gente, toda, para
pensar igual, querer lo mismo, comportarse de la misma manera, reaccionar como
autómatas, todos igual, y acabar como delincuentes?; delincuentes de cuello blanco o sin el, de pistola al cinto o sin ella. Si respondemos esa pregunta, tendremos el 90% del problema
resuelto, pues tendremos el diagnóstico, ese que nadie encuentra, por más
sesudos análisis e investigaciones que se hacen a costillas de nuestra bolsa y,
si, estamos hablando de política, so pretexto para que el organizador se
embolse unos pesos, por que, sabemos, no todo es construir banquetas, tapar
agujeros, colocar parquímetros, planta arbolitos, pintar taxis color de rosa;
hay mil maneras de hacerse del dinero ajeno pretextando necesidades imaginarias
o muy reales, perversamente cultivadas.
Estadísticamente, la mitad de la población es candidata a convertirse en asesino descuartizador pirómano, y la otra mitad, en víctima o “daño colateral”. ¿Dónde aprende
la gente a comportarse como bestia? Por que, de cuello blanco, también hay
bestias. ¿De verdad es la “necesidad económica la que obliga, impele, coerciona
el comportamiento de la mitad de la población?
Yo no lo creo.
“ ‘¿Por qué se
dedica usted a esto?’ Y si dice que es porque tiene que ganarse la vida, le
ofreceré el dinero que tenga y le pediré una vez más que piense en lo que está
haciendo. Quiero impedir que el mayor número posible de hombres finjan tener
que hacer esto o lo otro porque tienen que ganarse la vida. No es verdad. Uno
puede morirse de hambre… es mucho mejor.”
Henry Miller, “Trópico
de Capricornio”, Ed. Bruguera, 1980.
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