viernes, 20 de abril de 2012


García Márquez y yo conseguíamos ahí todos los discos que buscábamos: Álvaro Mutis


Los jóvenes están cambiando sus hábitos de consumo, señala Raquel Tibol

Era un reducto de paz y uno de los últimos sitios lindos de la ciudad, indica Patricia Pérez, ama de casa

Periódico La Jornada
Jueves 19 de abril de 2012, p. 4

A decir de José Emilio Pacheco (JEP), la desaparición de Sala Margolín representa no sólo una pérdida irreparable para la vida cultural de México, sino también para la historia personal de muchos de nosotros.
De esa manera, sin proponérselo, el poeta resumió ayer el sentir y el pensar de la comunidad cultural e intelectual de México, así como de algunos otros sectores de la sociedad, ante el inminente cierre de dicho espacio cultural y mercantil, luego de 60 años de operar de forma ininterrumpida.
Como lo hicieron asimismo sus colegas escritores Álvaro Mutis, Fernando del Paso y Margo Glantz, en consulta realizada por La Jornada, José Emilio Pacheco lamentó tan cruel desenlace para el que, en su opinión, fue uno de los más emblemáticos reductos en México de la música clásica y los libros de arte.

Me da mucha tristeza que desaparezcan este tipo de espacios. Es dejar todo el poder a las grandes cadenas y las trasnacionales; no sé qué va a pasar. La de Sala Margolín es una desaparición deprimente, la relaciono con la de la Librería Madero (en el Centro Histórico), aunque afortunadamente ésta última reabrirá, agregó el poeta, quien entre otros premios, en 2009 recibió el Reina Sofía de Poesía y el Cervantes de Literatura.

Triste noticia
Por su parte, Álvaro Mutis lamentó tan triste noticia y recordó las incursiones que acostumbraba hacer al lado de Gabriel García Márquez, su entrañable amigo, en busca de las novedades discográficas del momento.
Conseguíamos todos los discos que buscábamos. Era uno de mis lugares preferidos; siempre lo visité, lo llevaba en el corazón. Es una lástima que tenga que cerrar, seguramente por problemas económicos.
Para algunos de los encuestados, entre ellos la crítica de arte Raquel Tibol y la escritora Margo Glantz, la desaparición de casas de discos, y en un futuro no muy lejano de librerías, es desenlace natural de la revolución tecnológica de nuestros tiempos.

Con los nuevos instrumentos yo creo que es casi lógico que desaparezcan ese tipo de tiendas; están cerrando muchas librerías, tiendas de discos. Todo lo que corresponde a los métodos de difusión del arte: la música, la literatura y las galerías de arte, etcétera, la gente lo busca ahora por Internet, Twitter y demás redes sociales. No me extraña que el cierre de Margolín ocurriera ahora, sostuvo Tibol.

Los jóvenes están cambiando sus hábitos de consumo y comunicarse. Por ejemplo, yo aún escribo en mi máquina Olivetti portátil, no uso celular ni Internet; pero los jóvenes, e incluso los que no lo son tanto, hacen uso de los nuevos instrumentos. Si ellos los inventaron, cómo se les va pedir que no los usen. Existe una nueva forma de informarse, comunicarse y hasta de lenguaje.

Perjuicios irreversibles
Para Margo Glantz, la Margolín era una sala indispensable hasta los años 80. Luego hubo muchos cambios en la industria del disco, y a partir de finales de los 90 todas las tiendas de discos comenzaron a decaer, además de que hay gran competencia con las que tienen más dinero y están en todas partes de la ciudad.

La colaboradora de La Jornada recordó que en ese lugar podía encontrarse magnífica música clásica y buenos libros, así que lamentó que ese tipo de establecimientos se estén perdiendo de forma irreversible con la invención de medios tecnológicos que pueden reproducir todo de manera rápida y gratuita.
Margolín es, sin duda, un sitio de referencia en la cultura musical y también mucho en el sentido de la cultura libresca. Además, Walter Gruen (su fundador) era un personaje en sí mismo, un hombre muy culto, inteligente, muy acogedor; su relación con Remedios Varo lo hace doblemente interesante.

Un mal signo
De acuerdo con la politóloga Elisa Godínez, el cierre la sala es un mal signo, porque representa una dinámica de afectación de los centros culturales en todas sus variantes, aunque particularmente de aquellos que no dependen de recursos del gobierno.
Estudiante de posgrado en antropología, agregó que lo invaluable de dicho establecimiento no sólo era su oferta ni el lugar, sino la función didáctica que cumplían siempre sus dependientes, aunque no se lo propusieran, con sus recomendaciones y comentarios.

Esas son las cosas que están tristemente de por medio ahora. Si uno va a un Mixup muy difícilmente se encontrará ese oficio, vocación y gusto de los responsables.

En su condición de ama de casa, Patricia Pérez fue cliente de Sala Margolín durante los más recientes 35 años y la noticia de su desaparición representa para ella un hecho muy triste.

Tengo un cariño especial por ese lugar, para mí era un reducto de paz y uno de los últimos sitios lindos de la ciudad. A pesar de que uno puede obtener ahora música por Internet, la experiencia de entrar a una casa de discos no se compara con nada, por el trato personal, el sentido y la orientación que se ofrece para conseguir música. Eso es algo que muy pocos entienden y aprecian, indicó.

Ni siquiera en las grandes tiendas modernas, como Mixup, uno puede encontrar esa calidad en discos, libros, películas y videos que se ofrecía en Margolín. Sus responsables tienen un gusto particular, porque son conocedores; son esa clase de gente que ya no hay, que saben lo que ofrecen y venden.

Especialista en el tema de grabaciones, el ingeniero de sonido Humberto Terán, quien ha sonorizado el Palacio de Bellas Artes y el Auditorio Nacional, sostuvo que tarde o temprano, sin remedio alguno, nos arrepentiremos de abandonar las grabaciones en disco y preferir en su lugar otras formas relacionadas con las nuevas tecnologías.

Recalcó, en ese contexto, que el cierre de Sala Margolín es una pérdida de la continuidad del conocimiento y buen gusto de las grabaciones. Es el último suspiro para adquirir esa plusvalía de una grabación. Los melómanos cambiaron los hábitos de compra y me da la impresión que también gana la música en descargas por Internet, algo de lo que nos arrepentiremos.
La escritora y también colaboradora de La Jornada Cristina Pacheco expresó su pena por la desaparición del multicitado espacio cultural: “Era un lugar entrañable, no sólo encontrábamos lo mejor de la música clásica, sino conversaciones y opiniones interesantes de parte de los vendedores.
Es, además, un rincón muy querido de la ciudad de México, y allí iban muchos de nuestros amigos, varios de los cuales ya no están, pero queda para nosotros el recuerdo de ir a Sala Margolín. Visitar ese lugar era una aventura cada vez. Allí uno podía descubrir música y músicos.

Para el pianista Alberto Cruzprieto, uno de los clientes asiduos de dicha tienda, ésta representa una especie de santuario donde podía conseguirse todo lo que uno quisiera, tanto en discos como en partituras, algo muy difícil en este momento de la historia del país.

Destacó la erudición, la calidez humana y la camaredería que distinguió siempre a los propietarios y los dependientes, desde Walter Gruen hasta Carlos Pablos, Eduardo Insúa y Luis Pérez, con quienes uno se podía pasar varias horas conversando de música, arte o cualquier otro tema.
El promotor cultural Gerardo Estrada califica el hecho como una desgracia, una tragedia y sostuvo que Sala Margolín representó más que una tienda de discos.

Para el Distrito Federal, era una centro de cultura, un punto de encuentro, de aprendizaje; muchos aprendimos y consolidamos nuestros conocimientos musicales allí, a través de su surtido y el consejo de amigos de los encargados. Esta desaparición implica un parteaguas en la historia de la música mexicana, es equiparable a la desaparición de la radiodifusora XELA.



Escándalo y descaro
  
Las elecciones de 1988 son recordadas por el escandaloso y descarado fraude electoral (ambos adjetivos describen bien el sexenio y la personalidad del  entonces declarado ganador). México venía del peor sexenio hasta ese momento: devaluación, inflación y terremoto sobrepasaron un estado que sólo existía, para variar, en las pantallas de televisión. Como podemos colegir, al hoy difunto expresidente se le rindieron honores a la voz de “pon tu barba a remojar”.

El aparato gubernamental  sirvió para digamos, nada,  durante la crisis humanitaria ocasionada por el terremoto. Lo único que se les ocurrió fue organizar el mundial de futbol  al año siguiente. La sonora rechifla con dedicatoria materna que recibió el preciso durante la inauguración es uno de mis mejores recuerdos de ese evento deportivo. Y para mostrar que México se dirigía sin freno a una democracia sin adjetivos, el brasileño que fungía en ese entonces como presidente de la FIFA recibió la misma rechifla y la recibió con la misma cara de contrariedad. Seguramente él fue el inventor de la frase “Y yo por qué”.

La tecnología no daba para más, así que la intención del voto se inducía y el fraude se predisponía en el populacho teleadicto por medio del conteo de acarreados en los mítines. El número de asistentes, reales o ficticios, tenían la función que ahora desempeñan las encuestas de opinión. Y como en esos años el país era libre y soberano, hasta los muertos votaron por seguir siéndolo.

El primero en cerrar campaña en el Zócalo de la ciudad de México fue el candidato del partido azul. Asistieron poco más de 100 mil personas -cito de memoria-. Este candidato se sumó a la causa del candidato despojado, por lo que en menos de un año murió en un percance que tenía la marca de la casa: el accidente carretero.

El siguiente candidato en cerrar campaña fue el ganador de la izquierda, 250 mil asistentes.

El tercero y último candidato en cerrar campaña fue el declarado ganador por fraude ante  350 mil personas. Eso fue lo que dijeron. Un periódico deportivo resumió la comedia con el siguiente encabezado: “Apoteósico”. Como podemos recordar, el mal gusto y la estridencia son una constante en la clase política mexicana y en sus lacayos. Curiosamente fue la única plaza que se llenó durante su malograda campaña. Después, los merolicos al servicio de la clase política repetían sin cesar que “las plazas llenas no ganan elecciones”.  Lo mismito que dijeron de las encuestas de opinión en 2006.

Como broma de mal gusto, después del fraude electoral y de unos cuantos ajustes de cuentas, el candidato “ganador” de las elecciones de 1988 le regaló al país dos elefantes blancos: el IFE y la CNDH. Hoy sabemos que el IFE sirve sólo para desviar recursos hacia esos negocios particulares llamados partidos políticos. Tanto fue el presupuesto para estas elecciones, que les alcanzó para hacer precampañas.  

Escándalo y descaro se nos presentan ahora como en esos años.

Recientemente, un video circula con éxito en las redes sociales. Se trata de unos niños que recrean lo que se supone es el diario vivir para muchos en este país. Y digo se supone no porque el video parezca sobrado en sus dramatizaciones, sino todo lo contrario, le falta y mucho. Los empresarios que lo financiaron tienen una visión muy ligera, superficial, cortoplacista y frívola de los problemas que a diario más de uno de nosotros tiene que sufrir. Y tienen una visión muy clara de la frivolidad, desinformación y susceptibilidad para el escándalo del mexicano promedio. El video confía en que sus potenciales espectadores cuentan con un perfil intelectual bastante bajo.

No es casualidad que el  candidato que es presa de un irrefrenable frenesí privatizador mencione como logro de su envenenado partido el que ahora la educación preescolar sea obligatoria.

El video esta realizado con niños porque se dirige a niños, aunque estos niños ronden los 40 años.

Regresando a la factura deficiente y frívola del video, es sintomático que no se muestre ningún niño haciendo el papel de empresario favorito del sexenio. No hay niños en el papel de empresario-político. No vemos ninguna secuencia que muestre a, digamos, un empresario convertido en gobernador llevando agua para su molino, o un niño empresario evadiendo el pago de impuestos. No hay niños enfermos en una camilla o en el piso –pero eso si, bien firme- fuera del área de hospitalización debido a que, gracias al seguro popular, hay sobrecupo hospitalario, sin medicinas y sin presupuesto. Acto seguido, debería mostrarse a niños partidos políticos embolsándose el dinero que no llega a los servicios de salud. Si el video tuviera como origen de su denuncia el espíritu libre, sin intención de  reivindicar ninguna posición de privilegio, se hubiera mostrado a muchos niños empresarios colocando en la silla presidencial a un niño presidente, por ejemplo. Y afrontando las consecuencias de semejante desatino.

Lo que hace llorar de risa, pena o ambas es la reacción ante el video de la clase política. Los niños políticos salieron del video y denunciaron su indignación por ser utilizados y mostrados en el mismo. No le hace que este país sea número uno en trafico de infantes para explotación sexual, no importa que este país sea destino predilecto para un turismo sexual que prostituye  a niños y adolescentes, no importa que en este país millones de niños vivan en la pobreza, lo que de verdad escandaliza es un video de denuncia a medias, de denuncia “bienpensante”; ahí sí, pobrecitos niños, los pusieron de diputados y policías. Qué mala gente.

Escándalo, descaro e irresponsabilidad. Y esto apenas comienza.

Por: Juan Preciado. 

miércoles, 18 de abril de 2012

Daños colaterales: Sala Margolín, referente cultural, cerrará de manera definitiva

Detrás de tan dolorosa determinación está la crisis del país, afirma Carlos Pablos

Walter Gruen comenzó el proyecto de esa tienda de discos y librería en los años 50 del siglo pasado


Periódico La Jornada

Miércoles 18 de abril de 2012, p. 3


El cierre de Sala Margolín es inminente e irreversible. Así lo anunció ayer, con pesar, Carlos Pablos, propietario de tan sui generis tienda de discos y librería, que en seis décadas de existencia se convirtió en uno de los referentes culturales de la ciudad.

Éste es un negocio casero; aquí vendemos discos y regalamos los pocos o muchos conocimientos de los que disponemos, sostuvo el empresario y promotor cultural en entrevista con La Jornada –se resistía a hablar del tema–, pues no se trata de una fiesta, sino de un sepelio.

Al fin, aceptó por el respeto y cariño que profesa por este proyecto (industria cultural, sería la denominación en términos contemporáneos), fundado alrededor de los años 50 del siglo pasado por Walter Gruen, esposo de la pintora Remedios Varo, y al que Pablos se incorporó como socio en 1965.

Aunque son varias las causales detrás de esta dolorosa determinación, sin duda la principal es de índole económica, en particular la crisis del país y la desigual competencia de las grandes cadenas de tiendas de discos, como Mixup y librerías Gandhi.

Debacle desde hace seis años
De lo anterior dio testimonio el melómano Luis Pérez, quien ha mantenido estrecha relación con Sala Margolín desde hace casi 45 años, primero como cliente, de 1968 a 1988, y desde 1989 como colaborador.

La debacle comenzó a acentuarse alrededor de hace seis años, cuando los clientes y las ventas comenzaron a disminuir sensiblemente y con ello los niveles en el surtido. Es un círculo: al tener menos surtido, se vendía menos y eso obligaba a que tuviéramos menos mercancía, por lo cual los compradores dejaron de venir, explicó el también crítico musical.
Hemos operado con números rojos de sangre, y Carlos (Pablos) ha tenido que sacar de su cartera para mantener esto a flote por los menos desde hace cinco años. La situación se agudizó en los dos anteriores, sufrimos una caída muy fuerte.

Para mantener el proyecto, a lo largo de este sexenio se han estudiado diversas alternativas, desde promover la participación de inversionistas hasta abrir o asociarse con un restaurante o café, señalan los entrevistados.

Todo ha quedado en meras especulaciones y utopías, y la única opción real es cerrar y vender el edificio, aceptó con tristeza Carlos Pablos, quien aún no tiene fecha para que eso ocurra.
Depende de los compradores, pero incluso si éstos no llegan, no podemos mantenerlo abierto por mucho tiempo, y aclaró que la mayoría de la mercancía existente será regresada a los distribuidores, por estar en consignación.

Sala Margolín adquirió prestigio y fama como una tienda en la que podían conseguirse las novedades del momento, así como grabaciones no disponibles en el país o de gran rareza. Lo mismo ocurría con libros y hasta partituras.

Su época de auge fue ubicada por Carlos Pablos y Luis Pérez en los años 70, no sólo por sus altos márgenes en ventas, sino por ser uno de los principales puntos de encuentro de los ámbitos cultural y político del país.

Entre los clientes recurrentes figuraron los premios Nobel de literatura Octavio Paz y Gabriel García Márquez, así como los también escritores Álvaro Mutis, Hugo Gutiérrez Vega y Adolfo Castañón.
Del mundo de la música de concierto, esa lista incluía al director Eduardo Mata, los compositores Raúl y Mario Lavista; los pianistas Eva María Zuk, Silvia Navarrete y Alberto Cruzprieto.
De los políticos se pueden contar a los ex presidentes Miguel de la Madrid y Ernesto Zedillo; a Carmen Romano, cuando su esposo, José López Portillo, ocupaba la Presidencia de la República, y al asesinado candidato presidencial Luis Donaldo Colosio.

Entre las múltiples anécdotas del lugar destaca la visita que hizo de forma anónima la actriz estadunidense Greta Garbo, quien fue descubierta una vez que firmó el voucher con su compra y salió de forma apurada para abordar una limusina.

Aunque la especialidad de Sala Margolín es la música clásica, se abrió a géneros como los populares, y así sus estantes, en los años 70, fueron los primeros del país en recibir a la Nueva Trova Cubana, a la canción de protesta y el folclor latinoamericanos, así como géneros populares de Europa y del país.

lunes, 9 de abril de 2012

El que mucho habla poco dice y peor aún… menos hace


Como el candidatito se da aires de cosmopolita y hombre de mundo, pone de ejemplo a Europa y Estados Unidos, eso siempre apantalla.

Juan Preciado

Los espartanos eran temidos como guerreros y como interlocutores.  Se cuenta que estando sitiada la ciudad, los sitiadores enviaron un mensaje al general espartano exigiendo su rendición: “Si entramos en la ciudad, no dejaremos piedra sobre piedra”, a lo que el espartano respondió: “Sí”.

A este modo de hablar, diciendo mucho con pocas palabras, se le llama lacónico. La palabra proviene del griego, laconio o lacedemonio se nombraba al habitante de lacedemonia, región griega cuya ciudad más importante fue Esparta.

Los políticos mexicanos pueden presumir de utilizar muchas palabras y no decir absolutamente nada.

Si una candidata dice que “fortalecerá el lavado de dinero…” nos dice a las claras que no tiene idea de qué habla, no sabe lo que está diciendo. Y esto es sintomático. En un anuncio de radio, esta señora nos dice que quiere una policía que cumpla con su deber, y que este deber es cuidar a los ciudadanos y bla, bla, bla. El trabajo de producción entrega una voz que grita, con efecto de estadio, para dar a entender que se dirige a la multitud. El sonsonete de la señora nos recuerda un estilo de discurso político decimonónico.

Estos efectos nos hablan de que la señora y la persona o el equipo que le fabricó su comercial no están seguros de que la gente la escuche. Y con sus declaraciones, confirmamos que cuando habla ni ella se escucha. También grita quien no tiene argumentos para convencer a sus interlocutores.

Y para rematar, dice que necesita de nuestra ayuda. Si le vamos a ayudar entre todos, pues que no cobre sueldo. Se parece tanto a “la solución somos todos”, que da, lo menos, flojera.

El otro candidato de la derecha (que son 3; bueno, dos y medio) no grita, pero gesticula de manera amenazante, tan amenazante como su postura ante la “reformas estructurales". El movimiento de sus manos habla de alguien que al no tener argumentos –ni teleprompter a la vista- no dudará en utilizar la fuerza pública a la menor provocación. Por ejemplo, cuando de reprimir campesinos levantiscos en Atenco se trate. Nos dice que reforzará, cambiará, mejorará la seguridad para los ciudadanos. Suponemos que, debido a la estrategia escandalosamente fallida que implementó en el estado de México, al menos ya sabe qué no debe hacer.

El candidato pequeño (y lo decimos por su partido, no por sus ideas, que conste) tiene un frenesí privatizador qué da que pensar. Quiere privatizar hasta los suspiros y lo hace, claro, llamando a la incapacidad del gobierno para administrar lo poco que queda del Estado. Curiosa lógica, en vez de pensar en cambiar al Estado; al Estado como institución y al estado de las cosas. Su discurso es igualito al del salinismo, la diferencia es que queda muy poco por privatizar, PEMEX, CFE y la gran idea del sexenio que viene, privatizar el sistema carcelario del país. El argumento es como siempre: banal, debido a la incapacidad del Estado para controlar las cárceles y a sus inquilinos, pues hay que privatizarlas. Como el candidatito se da aires de cosmopolita y hombre de mundo, pone de ejemplo a Europa y Estados Unidos, eso siempre apantalla. Lo que no nos dice, es que el problema carcelario no se resuelve, sino empeora, porque como el negocio es tener gente encerrada, la sobrepoblación va en aumento y se olvidan por completo los procesos de readaptación social y los sistemas de prevención del delito.

El argumento para privatizar PEMEX es en cambio nebuloso, ya que no se puede esgrimir como ejemplo a los países europeos por la sencilla razón de que las empresas petroleras privadas europeas, pertenecen a países que no tienen petróleo. Las empresas de los países poseedores de yacimientos petroleros son empresas estatales, siendo Noruega y Rusia los casos más destacados. Eso sí, nunca menciona –ni él ni nadie- en sus discursos a manera de ejemplo, el sistema escandinavo de protección social. Cuando se trata de seguridad social, el pequeño candidato resbala y no mira con sus ojos de gran mundo a Europa, sino a Chile y a Colombia. Y ve en el sistema policiaco y represor de estos países su modelo a seguir.

Es probable que ni su familia vote a favor de este pequeño candidato, pero como todo en política no es casualidad, su discurso y su campaña tienen la misma función que aquellos periódicos que nadie compra y que nadie quiere que se vendan, sino que permanezcan colgados en los estanquillos propagando embustes en primera plana todo el día, a la vista del mayor número posible de potenciales votantes. O como esos periódicos gratuitos llenos de absurdos y frivolidades que se reparten en cada semáforo de este atribulado país.

No hace otra cosa más que introyectar en la población aquello que será lugar común y moneda de cambio durante los próximos años, si no tenemos cuidado por quién votamos, si no hacemos un esfuerzo por desenmascarar y evidenciar la trampa en el discurso de aquellos que hablan -utilizando sus propias palabras y a la escucha de su manido discurso- como emisarios del pasado.