Juan Preciado
Son de las cosas que dejan un pésimo sabor de
boca. Un payaso, al servicio del sistema de poder (a través de la industria de
adoctrinamiento de masas, no del sistema político, aclaro) muere de asfixia y
se presume suicidio. Bueno, no nos interesan los detalles, para eso están los
panfletos semanales y los diarios de superficialidades. Las declaraciones vertidas
por la gente que tiene la oportunidad –y la obligación, recordemos que para eso
les pagan- de hablar o escribir en los medios de propagación de embustes, mal
llamados “de comunicación”, nos muestran la perversión del sistema, su discurso
desarticulado–así tienen la cabeza- y sus desafortunadas consecuencias.
Resulta que, de las últimas declaraciones que
podemos leer o escuchar, debemos asumir que el payaso “era un gran ser humano”,
para después enterarnos que era un asiduo paciente de clínicas para rehabilitar
adictos a drogas como la cocaína. De acuerdo, luego entonces, ¿dónde nos
perdimos?
En un país como el nuestro, donde se cortan
cabezas como si fueran margaritones gracias a los usos y costumbres de los
señores que se encargan de llevar la droga al país vecino del norte, un consumidor
final y por lo tanto, cómplice de todos
los delitos ocasionados por su miserable adicción, de ninguna manera puede ser
calificado como “gran ser humano” o “buena persona”. Esto claro, desde la
óptica de quién no se nutre del sistema, ni monetariamente ni anímicamente gracias
a una dudosa “diversión”. ¿Se puede
sentir simpatía por aquellas personas que son el sostén y causa del negocio que
impide, entre otras cosas, que los mexicanos que viven en las ciudades de la
frontera norte, puedan salir tranquilamente de su casa sin peligro de ser
secuestrados, asesinados o extorsionados de mil y un formas? ¿Se puede
calificar como un gran ser humano a una cualquiera de las personas que no son más
que cómplices de un negocio que arruina la vida diaria de miles de conciudadanos?
Todo lo anterior debe ser una broma de pésimo
gusto, proveniente de un país que se especializa en ellas, algo parecido a la
propuesta que días atrás hiciera un señor embajador: propone que se dé el premio nobel de la
paz al ejército israelí.
La industria del espectáculo hace honor a su carácter
trivial y al significado original de la palabra. Ya lo habíamos dicho en otra
ocasión: trivial hace referencia, entre otras cosas, a aquello que tienen
características de burdel y lupanar.
De
ningún modo es casualidad que en nuestro país, los miembros de la industria del
espectáculo den tan pobre espectáculo; son los principales consumidores de
drogas en México y siempre ha servido como casa citas para el poder político. Y
que nos lo digan los dizque legisladores que fueron captados haciendo una burda
parodia de su cargo y de lo que ellos consideran debe ser la “diversión”.
La palabra diversión proviene de “diverso” y
esta palabra hace referencia a aquello que marcha contra corriente, incluso “volver
la espalda”. Y lo que estos señores y muchísimas personas más hacen, es llamar “diversión”
a aquello que va en contra de la palabra misma, ya que todos acaban haciendo lo
mismo. Gracias a la industria de adoctrinamiento de masas, todos quieren lo
mismo para acabar haciendo lo mismo; solamente por eso, no puede llamarse
diversión a las obscenidades repetitivas y rutinarias que realizan a la primera
oportunidad. Diversión se refiere a aquello que hacemos para salir de la
rutina; y no hay nada más rutinario en nuestro país que comportarse como
idiota cada vez que hay oportunidad.
Lo trivial no puede ser divertido y debería preocuparnos
que la realidad de este país sea un amasijo de trivialidades.
Trivial: Vulgarizado, común, sabido de todos.
ResponderEliminarImpresionante y alamarmantemente lo sabido de todos no es la realidad, ni la conciencia de la verdad. Efectivamente para la mayoría podría ser divertido más no preocupante. La preocupación produce inquietud y/o temor, dichas opciones no son realidad en nuestro país, por lo menos a la mayoría de los ciudadanos. Ya que siguen el pan y el circo, como lo mencionas, lo trivial hace referencia al burdel y/o lupanar.