martes, 31 de julio de 2012

Guerra de mentiras e hipocresía



"Todo esto tiene que ver con Irán y nuestro deseo de destruir a la república islámica"

Robert Fisk

¿Se habrá visto en Medio Oriente una guerra en la que impere semejante hipocresía? ¿Una guerra de tal cobardía, moralidad malvada, con tan falsa retórica y vergüenza pública? No hablo de las víctimas físicas de la tragedia en Siria. Me refiero a las mentiras y mendacidad de nuestros gobernantes y nuestra opinión pública –tanto en Oriente como en Occidente– en ambos casos, dignas de risotadas: no son sino una horrible pantomima más propia de una sátira de Swift que de Tolstoi o Shakespeare.

Mientras Qatar y Arabia Saudita arman y financian a los rebeldes sirios para derrocar la dictadura alawita-baazista-chiíta de Bashar Assad, Washington no pronuncia ni una crítica contra estas naciones. El presidente Barack Obama y su secretaria de Estado Hillary Clinton dicen que quieren democracia para Siria, pero Qatar es una autocracia y Arabia Saudita está entre los más perniciosos califatos dictatoriales del mundo árabe. Los gobernantes de ambos estados heredan el poder de sus familias, igual que lo hizo Bashar, y Arabia Saudita es aliada de los opositores salafistas waabitas de Siria de la misma forma en que fue un ferviente defensor del Talibán medieval durante las épocas oscurantistas de Afganistán.

Ciertamente, 15 de los 19 secuestradores y asesinos en masa del 11 de septiembre de 2001 eran sauditas, razón por la cual, desde luego, bombardeamos Afganistán. Los sauditas reprimen a su minoría chiíta de la misma forma en que hoy desean destruir a la minoría alawita- chiíta de Siria. ¿Y así creemos que Arabia Saudita quiere democracia para Siria?

Después tenemos al Hezbolá chiíta, milicia-partido en Líbano, mano derecha chiíta de Irán y simpatizante del régimen de Bashar Assad. Durante 30 años Hezbolá ha defendido a los chiítas oprimidos del sur de Líbano contra las agresiones de Israel. Se han presentado como defensores de los derechos de los palestinos en Cisjordania y Gaza, pero ahora que enfrentan el lento colapso de su inescrupuluso aliado en Siria les robaron la lengua. Ni ellos ni su principesco líder, Sayed Hassan Nasrallah, han dicho palabra sobre las violaciones y asesinatos masivos de sirios a manos de los soldados de Bashar y la milicia shabiha.

Tenemos también a los héroes de Estados Unidos: la Clinton, el secretario de Defensa, Leon Panetta, y el mismo Obama. Clinton lanzó una enérgica advertencia a Assad. Panetta, el mismo que mintió repetidamente a las últimas fuerzas estadunidenses en Irak con el viejo cuento sobre el nexo entre Saddam y el 9/11, anuncia que las cosas se precipitan y están fuera de control en Siria. Esta ha sido la situación durante al menos seis meses. ¿Recién se está dando cuenta? Obama dijo la semana pasada que dado el arsenal de armas nucleares que tiene el régimen, seguiremos dejándole claro a Assad que el mundo lo está observando.

Ahora bien, ¿no fue un periodicucho llamado El Águila Siberiana el que, temeroso de lo que Rusia pudiera hacer en China, declaró que estaba observando al zar de Rusia? Ahora llegó el turno de Obama de enfatizar la ínfima influencia que él tiene en los conflictos del mundo. Bashar Assad debe estar temblando de terror dentro de sus botas.

¿En realidad querrá la administración estadunidense abrir los archivos de las atrocidades de Bashar Assad para verlos a plena luz? Hace pocos años el gobierno de Bush enviaba musulmanes a Damasco para que los torturadores de Bashar Assad les arrancara las uñas para obtener información, los mantenía presos por pedido de Washington en el mismo agujero infernal que los rebeldes hicieron volar en pedazos la semana pasada. Las embajadas occidentales, con mucho rigor, enviaban a estos torturadores preguntas para hacer los interrogatorios a las víctimas. Assad, ustedes saben, era nuestro bebé.

Está además esa nación vecina que nos debe tanta gratitud: Irak. La semana pasada se perpetraron en un día 29 ataques con bomba en 19 ciudades, con saldo de 111 civiles muertos y 235 heridos. El mismo día, el baño de sangre sirio se consumó con más o menos el mismo número de bajas inocentes. Pero Irak ya está muy abajo, en la plana en que se da prioridad a Siria; bajo el doblez, como decimos los periodistas, porque, desde luego, le dimos su libertad a Irak. Una democracia Jefersoniana, etcétera, etcétera. ¿No es cierto? Así que esta matanza ocurrida al este de Siria no tuvo mucho impacto, ¿verdad? Nada de lo que hicimos en 2003 tiene que ver con el actual sufrimiento en Irak, ¿correcto?

Y hablando de periodismo, ¿quién en el noticiero World News de la BBC decidió que los preparativos para los olímpicos debían tener precedencia sobre los abusos en Siria toda la semana pasada? Era natural que los diarios británicos y la BBC inglesa abrieran con la noticia local de las Olimpiadas, pero es una decisión lamentable que la emisión mundial de la BBC diera mayor importancia al paso de la llama olímpica que a los niños muertos en Siria, incluso cuando cuentan con un valiente reportero que envía sus despachos desde Alepo.

En el siguiente rubro incluyo a nosotros, los amados liberales que velozmente atiborramos las calles de Londres para protestar por las matanzas israelíes de palestinos, con mucha razón, por supuesto. Cuando nuestros líderes políticos se complacen en condenar a los árabes por sus salvajadas, pero son demasiado tímidos para decir una palabra de tibia crítica cuando el cobarde ejército israelí comete crímenes contra la humanidad, o bien observa cómo sus aliados hacen lo mismo en Líbano, la gente común debe recordar al mundo que no son tan cobardes como sus políticos. Pero cuando el conteo de muertes en Siria alcance 15 mil o 19 mil, tal vez 14 veces el número de fatalidades resultantes del feroz ataque de Israel contra Gaza en 2008 y 2009, con la salvedad de los sirios expatriados, apenas y un solo manifestante sale a la calle a condenar estos crímenes contra la humanidad.

Las atrocidades de Israel no han tenido esta magnitud desde 1948. Con razón o sin ella, el mensaje que enviamos es simple: exigimos justicia y el derecho a la vida para los árabes que son víctimas de matanzas cometidas por Occidente y sus aliados israelíes, pero no nos importa cuando están siendo asesinados por otros árabes.

Todo este tiempo nos olvidamos de la gran verdad: que todo esto es un intento por aplastar a la dictadura siria, no por nuestro amor a los sirios ni por nuestro odio para nuestro otrora amigo Bashar Assad, ni por nuestra indignación contra Rusia, cuyo lugar en el templo dedicado a los hipócritas está claro cuando vemos cómo reacciona a todos los pequeños Estalingrados que hay por toda Siria.

No, todo esto tiene que ver con Irán y nuestro deseo de destruir a la república islámica y sus infernales planes nucleares –si es que existen–, lo cual no tiene nada que ver con los derechos humanos o con el derecho a la vida o la muerte de los bebés sirios. Quelle horreur!

© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca

miércoles, 18 de julio de 2012

¿Qué hacer?



Enrique Dussel*

Como en otras situaciones dramáticas, debemos nuevamente hacernos la pregunta de Lenin: “¿Qué hacer?” Y como en todas estas encrucijadas de la historia debemos, sobre todo si se es joven (y en este caso para encarar con realismo y criticidad los más o menos setenta años que les depara todavía su biografía, según la media de longevidad, es decir, que sólo están experimentando sus primeras experiencias políticas), superar el sano pesimismo a corto plazo (ante las dificultades) con una profunda esperanza en el ser humano, en la historia y en la patria (siguiendo el camino de Ernst Bloch en su obra Principio Esperanza) a largo plazo.

Estamos a corto plazo sumidos en un México en plena incertidumbre. Es necesario, sin embargo, no perder el rumbo y fijarse metas factibles en la coyuntura política. Creo que hay que pensar en cuatro posibles acciones estratégicas, y las enuncio con la sola pretensión de abrir un debate.
La primera acción consistiría en insistir en mostrar la indignante voluntad de fraude del partido que se arroga el triunfo en las elecciones. Si lo hubiera logrado honestamente, con igualdad de posibilidades en la contienda que sus oponentes, es decir, democráticamente, habría que pensar qué hacer después de la derrota. Pero no es tiempo de ello. No hay que resignarse ante una aparente derrota debido a la deshonestidad antidemocrática. Luchar por invalidar la elección parcial o totalmente es una lucha democrática inmediata, si se verifican las acusaciones de fraude, de haber extralimitado el dinero máximo que podía usarse en la campaña, etcétera. Es un primer nivel, inmediato, de la acción política.

Pero habrá que ir pensando en los pasos posteriores, ya que hay que comenzar a darlos desde ahora. Y por ello el segundo paso consiste en no desestimar la importancia de los actuales medios monopólicos y antidemocráticos de comunicación, creyendo que es suficiente la transformación de la conciencia política de las capas más empobrecidas de la sociedad por el solo contacto directo. Ese contacto es esencial, y no hay que abandonarlo. Pero hemos visto que en el presente los golpes de Estado o la elección de candidatos se producen publicitariamente a la manera de como se organiza la producción del deseo de una mercancía. Las necesidades se crean programadamente. Los medios de comunicación (especialmente la televisión) son determinantes en crear la imagen de los candidatos políticos, de manera que la democratización de los medios de comunicación, primeramente la televisión y las redes sociales electrónicas, debe ser objeto constante de preocupación política. Será necesario continuar la lucha diaria en este aspecto, y con todos los instrumentos legítimos, para democratizar esos medios, promoviendo la creación de muchas empresas televisivas, estatales, universitarias, populares y también privadas. Sin esta condición todo el resto queda distorsionado. Y esto debe hacerse por leyes que reorganicen el sector, pero igualmente por presión continua sobre los medios. Es una tarea a corto, mediano y largo plazos sobre lo que no hay que quitar el dedo del renglón. Además habrá que insistir en la ética del periodista, porque hemos visto el cinismo de los profesionales de la comunicación que han engañado sistemáticamente al televidente y después piden disculpas que sólo agravan su inmoralidad, como el especialista en encuestas (fraguadas según voluntad del mejor comprador) que hemos visto en Milenio y en Tercer grado. No son profesionales de la noticia, son ideólogos a sueldo.

En tercer lugar, no hay elección posible democrática hoy en día sin un partido político unido, fuerte, democrático él mismo, con prácticas honestas y teoría clara. Si Lula llegó en un tercer intento al ejercicio delegado del poder del ejecutivo en Brasil fue porque habían fundado un partido fuerte y unido: el Partido del Trabajo. Si el partido está dividido, si no ofrece una oposición clara, programática, de principio, no podrá acumular fuerza para vencer a los poderes fácticos (televisión, dinero de oscuro origen, fraudes de mil maneras, oligarquía a la antigua, etcétera.), que son ilegítimos e ilegales pero reales, y hay que vencerlos en ambos campos: por ilegítimos con honestidad y convicción, y con realismo crítico al contar con más fuerza efectiva (sin abandonar los principios).

Fue muy conveniente tomar contacto con el pueblo en todos los rincones del país; fue una tarea titánica nunca cumplida por ningún otro político o partido, y esto es un haber que no hay que perder. Pero es necesario desde ahora, seis años antes de 2018 (y esto aunque después de la anulación de la actual elección lograran la presidencia los partidos progresistas), contar con un partido unido (no con tribus que corrompen), democrático (que pueda hacer honestas, limpias y públicas elecciones de sus dirigentes por medio de sus miembros reales en todo el país) y que acumule poder, en una coherente y firme gestión (si se ejerce el poder delegado, o como oposición si se perdieran la elección antidemocrática) contra las medidas que ya se van anunciado y que son algunos anticipos previsibles de futuros errores que se cometerán, tales como la privatización de las fuentes de energía, la flexibilización del trabajo (mayor explotación del trabajador), la reforma del sistema tributario (donde los ricos contribuyan menos que los pobres), continuando con la misma política económica neoliberal. Habrá múltiples motivos de oposición ante un gobierno insensible al dolor del pueblo. Pueblo al que hay que recordarle cada día, sin embargo, que los que vendieron su voto fueron como Esaú, que vendió su herencia por un plato de lentejas, para que recapaciten la próxima vez (si es que se aprende la lección).

¡Reconquistar el partido! Hacer que Morena se integre al partido para regenerarlo con cientos de miles de miembros reales y honestos. Vencer la burocracia corrupta a la que sólo le interesan los sueldos de los puestos de representación, y que se vende al mejor postor (como en la ley de la cuestión indígena, de los medios de comunicación, los presupuestos anuales, etcétera). ¡Traiciones inadmisibles de las que hay que tener memoria!

Dedicar los primeros años del sexenio que comienza al partido es la tercera necesidad. A esa institución (sí: ¡es una institución necesaria, aunque ambigua!) que como el ejército hay que salvar primero para ganar las batallas futuras, y con ella la guerra. Sin partido honesto, popular, crítico y unido teórica y prácticamente hoy, no habrá democracia en el México del mañana.
En cuarto lugar, la juventud ha dado, está dando y dará un ejemplo de entusiasmo y clarividencia 1. Atacó a los medios de comunicación que son anti-democráticos y que crearon una situación de confusión orquestada y generalizada. Pero ahora, al menos alguno de estas y estos jóvenes, y las/los que crean tener esa vocación, convicción y mandato de su conciencia, es necesario que crucen el umbral del apartidismo político sereno que han cumplido hasta ahora, hacia la militancia política responsable y plena. Es necesario que muchos de ellos organicen, además de sus federaciones de estudiantes a nivel de los estados y de todo el país, las juventudes de los partidos democráticos, críticos, especialmente del partido de izquierda (en México el PRD), y sin pedir permiso, por el derecho que se han ganado en sus acciones públicas en todo el país y por todos conocidas, establecer la bases político-partidarias de una juventud unida, sin tribus (y contra las tribus), con autonomía estatutaria interna como juventud, exigiendo el derecho de ser jóvenes ante los adultos del partido que han escandalizado al país con sus triquiñuelas antidemocráticas (como comprar voto, robar urnas, y otras mañas que critican en los partidos tradicionales en el presente, y que han orquestado en sus pasadas elecciones internas en el propio partido). El partido de izquierda ha tenido que elegir sus candidatos por encuestas (sic), porque le es imposible (sic) hacer internamente una elección limpia. ¡Es el colmo! Y hoy ya se reparten los puestos de las burocracias donde han ganado (por ejemplo en el DF) según cuotas de tribus y no por concursos abiertos, honestos y por capacidad de los candidatos. Esos vicios deben erradicarse, y la juventud unida y nueva por definición del partido tiene esa responsabilidad de echar a la escoria y potenciar los órganos que todavía no se han podrido de este débil cuerpo paralítico político que hay que regenerar. O se regenera o se organiza otro. O entra Morena, y la juventud que dé el paso político (como Flor y Canto), o se construye otro nuevo. Pero desde ahora, porque los próximos seis años (en el ejercicio delegado del poder o en la oposición) son cruciales. No se debe esperar a 2017 para reunificar y reorganizar un partido: ¡hay que hacerlo desde hoy!

¿Qué hacer entonces? 1) Objetar la elección antidemocrática, para poder increpar ilegalidad e ilegitimidad al que deshonestamente pudiera encumbrarse en el poder, o gobernar en su lugar. 2) Luchar a corto, mediano y largo plazos por democratizar los medios de la comunicación (la televisión especialmente). 3) Reorganizar honestamente los partidos democráticos, y en particular unir al partido de izquierda más importante, limpiando sus filas de sus tribus o escorias modernizantes o acomodaticias al poder de turno (ahora, si se pierde la anulación de la elección, al PRI). 4) Organizar una juventud de los partidos democráticos, en particular el de izquierda, unitaria y con autonomía relativa interna, para poder desplegar una auténtica regeneración política, formando nuevos políticos para el futuro. Pienso además que el liderazgo político debe emplearse en los primeros años del sexenio a estas cuatro tareas (pero ocupándose a tiempo completo principalmente en la segunda). Con un ejército partidario limpiado y regenerado (y con medios de comunicación democratizados) desde 2012, sería probablemente ganada de manera más realista, factible o estratégicamente la próxima batalla (aun en el caso que la izquierda lograra la presidencia ya en 2012).

*ENRIQUE DUSSEL nace el 24 de diciembre de 1934, en el pueblo de La Paz, Mendoza, Argentina. Exiliado político desde 1975 en México, hoy ciudadano mexicano, es profesor en el Departamento de Filosofía en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM, Iztapalapa, ciudad de México), y en el Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (Ciudad Universitaria). Licenciado en filosofía (Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina), doctor en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, doctor en historia en La Sorbonne de Paris y una licencia en teología en Paris y Münster. Ha obtenido doctoradoshonoris causa en Freiburg (Suiza) y en la Universidad de San Andrés (La Paz, Bolivia). Fundador con otros del movimiento Filosofía de la Liberación. Trabaja especialmente el campo de la Ética y la Filosofía Política.

lunes, 9 de julio de 2012

Sin vergüenza.



Juan Preciado.

El pretexto siempre es la pobreza, la falta de educación, de oportunidades, etc. En realidad, lo que siempre falta es la dignidad, el pundonor, la vergüenza.

Llamamos sinvergüenza a quién comete actos ilegales en provecho propio; y que además lo hace sin remordimiento, con cinismo, no importando quién ni cuantos lo señalen como delincuente, estafador o corruptor. Calificamos como desvergonzado al que hace alarde con descaro de sus faltas, de sus tropelías, de sus vicios.

Giorgio Agamben define la vergüenza como la respuesta a aquello que no podemos asumir. Por eso al referirnos a la clase política mexicana no podemos mas que decir: no tienen vergüenza.

Se asumen sin ningún problema como mentirosos, embusteros, cómplices, delincuentes, corruptos, canallas, mezquinos. Y el mexicano promedio hace lo mismo.

Cinismo

Al poder en turno, y a sus operadores, no les avergüenza entregar limosna a la gente con tal de garantizar su permanencia al frente del changarro. Sin vergüenza afirman que ellos no hicieron lo que está videograbado, que ellos no hicieron aquello que se evidencia en los tumultos que se forman en los supermercados provocados por su contraparte, los otros sinvergüenzas que por unas migajas hoy se quedaron sin mañana. Y ambos hacen ostentación cínica de sus faltas, de su mezquindad.

No hay pobreza que justifique la desvergüenza. El problema es que el mexicano promedio ha aprendido a comportarse a través del miserable ejemplo que le da el poder en turno. Sospechosos de delitos son todos. El mexicano de a pie ha aprendido a comportarse a través de las viñetas que le presenta la televisión, a través de la apología de la violencia, del delito, de la marrullería y del desenfreno –siguiendo a Platón- que éstas le ofrece día con día. No hay nada que el sistema de poder no intente controlar, no hay ningún mensaje desarticulado.

El mexicano sabe que el mexicano hace trampa. Se escandaliza –desvergonzadamente- de la trampa ajena mientras ignora la propia.

El IFE, esa vergüenza nacional –para quien tenga vergüenza- afirma machaconamente, que en estas elecciones “hemos consolidado nuestra democracia electoral”. ¿Qué significa esta afirmación? Si nos atenemos a la realidad objetiva, significa que el señor titular del IFE ha aceptado como valido un sistema electoral corrupto, mentiroso, escandalosamente ineficiente y de pilón carísimo. Lo asume y por eso no siente vergüenza. Los señores del IFE se están llevando carretadas de dinero a los bolsillos, cuando son incapaces de contar sin equivocarse del 1 al 100. Y lo hacen de manera desvergonzada. Sin remordimiento se asumen inútiles, incapaces y ávidos de dinero. Si uno ingresa a la página de internet que muestra los resultados del los comicios, puede observar casillas electorales con una votación mayor al 100%. Se reportan casillas con 300 votantes que al mismo tiempo entregaron más de mil votos.

¿Cómo es esto posible?

Ahora, presentan la farsa del conteo distrital sin modificar ninguno de estos errores. Hay casillas en las que se infló la votación en 1000%. ¿Cómo es esto posible? Es decir: ¿cómo se puede hablar de una jornada ejemplar y de tonterías y sinvergüenzadas por el estilo,  cuando la realidad, su propia realidad –el PREP- los contradice? Es la burla de la burla.

Del otro lado, en el colmo de la desvergüenza, nos enteramos de la compra y coacción del voto gracias a una sarta de desvergonzados que exigen al sistema de poder que los corrompe, y se corrompe a través de ellos, que cumpla con lo prometido: unas migajas, unos cuantos despojos, unas sobras para que estos artífices de la corrupción puedan sentir la satisfacción que siente el psicópata cuando destruye una vida. Estos sinvergüenzas destruyeron la suya y la de miles, miles de personas cuya única falta es tener la desgracia de compartir con ellos y con la clase política mexicana, un territorio plagado de sinvergüenzas.

No me puedo asumir como cómplice de la estafa mayúscula en que han convertido la “democracia” mexicana. Y es por esto que siento una profunda vergüenza.

Reconozco -y agradezco infinitamente- que soy afortunado al poder  sentir vergüenza en medio de este desvergonzado manicomio.