lunes, 18 de julio de 2011

¿Pero, por qué no?


Robert Fisk
The Independent


Desde luego el cinismo crece cuanto más vives en Oriente Próximo. Recuerdo por ejemplo, viajar a Gaza en los primeros años 80, cuando Yasser Arafat estaba dirigiendo su OLP como un pequeño estado en Beirut. Ansioso por destruir el prestigio de Arafat en los Territorios Ocupados, el gobierno israelí decidió dar su apoyo a un grupo islamista de Gaza llamado Hamás. De hecho, yo vi con mis propios ojos al jefe del ejército del comando sur israelí, negociando con barbudos oficiales de Hamás dándoles permiso para construir más mezquitas. Es justo decirlo desde luego, que al mismo tiempo nosotros estábamos también alentando a un tal Osama bin Laden para que combatiera al ejército soviético en Afganistán. Pero los israelíes no renunciaron a Hamás. Posteriormente mantuvieron otra reunión con la organización en Cisjordania; el tema fue portada del Jerusalem Post al día siguiente. Sin embargo no se escuchó ni un gemido desde Estados Unidos.

Continuando con otro momento que puedo recordar en el curso de esos años. En los primeros años 90, Hamás y miembros de la Yihad, todos palestinos, fueron arrojados al sur de la frontera de Líbano, donde pasaron más de un año acampados sobre las heladas montañas. Les estuve visitando de vez en cuando y en una ocasión mencioné que viajaría a Israel al día siguiente; inmediatamente un hombre de Hamás corrió a su tienda y volvió con un ordenador portátil; a continuación me facilitó el número de teléfono de tres políticos israelíes, (dos de los cuales todavía hoy siguen siendo destacados), cuando llegué a Jerusalén y llamé a los números, todos ellos resultaron ser correctos. En otras palabras, el gobierno israelí había mantenido un contacto personal y directo con Hamás. Pero ahora esa historia ha sido desprovista de cualquier reconocimiento. Hamás son los super-terroristas, los representantes de “Al Qaeda” en el liderazgo de la Palestina unificada, los hombres del diablo que aseguran que nunca llegará la paz entre palestinos e israelíes. Si esto sólo fuera verdad, la Al Qaeda real estaría más que feliz de llevar tal responsabilidad. Pero esto no es verdad; en el mismo contexto, Obama afirmó que los palestinos tendrían que responder a cuestiones sobre Hamás: Pero, ¿Por qué lo deberían hacer? Lo que Obama y Netanyahu piensen sobre Hamás es ahora irrelevante para ellos. Obama advierte a los palestinos que no pedirá la estatalidad a Naciones Unidas en septiembre. Pero ¿Por qué rayos no? Si la población de Egipto y Túnez y Yemen y Libia y Siria (todos nosotros estamos esperando las siguientes revoluciones ¿Jordania, Bahréin otra vez, Marruecos?), pueden luchar por su libertad y dignidad, ¿Por qué no deberían hacerlo los palestinos? Sermoneados durante décadas en la necesidad de una protesta no violenta, los palestinos eligen ir a Naciones Unidas llevando su grito de legitimidad, sólo para ser privados de sus derechos por Obama. 

Habiendo leído todo sobre los “Palestine Papers” revelados por Al-Jazeera, no hay duda que los negociadores oficiales “palestinos” irán por todos los medios a conseguir algún tipo de pequeño estado. Mahmoud Abbas, que dirigió el contenido escrito de un libro de 600 páginas sobre el “proceso de paz” sin una sola mención a la palabra “ocupación”, que podría incluso doblegarse sobre el proyecto de Naciones Unidas, lo hizo temeroso de las advertencias de Obama en lo que sería un intento de “aislar” Israel y así deslegitimar el estado israelí, o “el estado judío” como ahora lo denomina el presidente de EEUU. Pero Netanyahu está haciendo más que ninguno para deslegitimar su propio estado; de hecho, se está pareciendo más y más a los bufones árabes que hasta ahora han ensuciado el Oriente Próximo. Mubarak vio una “mano extranjera” en la revolución egipcia (Iran, por supuesto). Así lo hizo el príncipe de la corona de Bahrein (Iran de nuevo). Así lo hizo Gadafi (Al-Qaeda, imperialismo occidental, lo que se quiera). Así lo hizo Saleh de Yemen (Al-Qaeda, Mossad y Estados Unidos). Así lo hizo Assad de Siria (islamismo, probablemente Mossad, etc). Y así lo hace Netanyahu (Iran, naturalmente suficiente, Siria, Líbano, casi cualquiera que se pueda pensar excepto Israel mismo).

Pero como este disparate sigue, las placas tectónicas temblaran. Dudo mucho si los palestinos permanecerán en silencio. Si hay una “intifada” en Siria, ¿Por qué no una tercera intifada en “Palestina”? No una lucha de bombas humanas suicidas, sino de masas, protestas enormes de millones. Si los israelíes disparan a unos pocos cientos de manifestantes que trataban (y en algunos casos lo consiguen) de cruzar la frontera israelí hace casi dos semanas, que harán si se enfrentan a miles o millones. Obama dice que el estado palestino no debe ser declarado por Naciones Unidas. ¿Pero, por qué no? ¿A quién importa en Oriente Próximo lo que dice Obama? Parece que ni siquiera a los israelíes. La primavera árabe pronto llegará a ser un verano cálido y también habrá un otoño árabe. Para entonces, el Oriente Próximo puede haber cambiado para siempre. Lo que Estados Unidos diga no importará nada.

Traducido por Juan Pablo Crespo.

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