lunes, 27 de diciembre de 2010

American Curios

Recuento
David Brooks

"No hay nada que un periodista honesto y la ciudadanía en general gooce más que ver a políticos y hombres y mujeres del poder temblar, sudar, y enojarse ante la verdad "
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Tormenta de nieve ayer en Times Square, en Broadway, Nueva YorkFoto Ap

Rebeldes, piratas cibernéticos, religiosos peligrosos, disidentes militares, inmigrantes y los hijos de José y María dejaron su marca –junto con toda la noticia oficial y de las grandes elites– en 2010.

Fue una banda de piratas la que hizo temblar durante días, semanas, tal vez años, a la elite política y económica más poderosa del mundo. No hay nada que un periodista honesto y la ciudadanía en general gooce más que ver a políticos y hombres y mujeres del poder temblar, sudar, y enojarse ante la verdad Todo gobierno miente, fue el único consejo a periodistas jóvenes que ofreció el legendario periodista I.F. Stone, y durante meses unos piratas, desde una nave conocida como Wikileaks, revelaron lo que todos saben, y comprobaron, con el tesoro robado –la información oficial secreta– lo que Stone y otros sospechaban.
Los piratas navegaban el mar cibernético y lograron enfrentarse al poder mundial al dejarlo desnudo, provocaron un gran debate mundial sobre la relación entre gobiernos y gobernados, entre la transparencia y el secreto oficial, y llamados aquí por políticos de una persecución de los que se atrevieron a dar a todos información reservada sólo para los encargados de supuestamente representar a los ciudadanos. El gobierno de Barack Obama prepara una causa conta uno de los capitanes de los piratas, Julian Assange, con la intención de intimidar a otros, mientras que legisladores han expresado su deseo hasta de asesinarlo, como se hacía en los viejos tiempos, y más recientemente con los piratas en las costas de Somalia. Para Noam Chomsky, esta reacción gubernamental sólo revela el profundo odio de los gobiernos por la democracia.
También fue un año en que los comediantes Jon Stewart y Stephen Colbert se convirtieron en los críticos nacionales más efectivos, y confiables, ante las hipocresías oficiales. El documentalista Michael Moore continuó enfrentando al establishment sobre el manejo de la crisis económica y política con mayor credibilidad que cualquier líder político y quien descubrió que para el gobierno era una amenaza al ser incluido en algunos cables diplomáticos revelados por Wikileaks.
Las expresiones de disidencia contra las políticas bélicas del país se manifestaron por todo el país a lo largo de 2010. Como cada año durante dos décadas se realizaron actos de desobediencia civil no violenta frente a la base militar que es sede de la Escuela de las Américas, donde el Pentágono ofrece cursos de capacitación de oficiales militares de América Latina. Algunos de sus alumnos distinguidos son militares latinoamericanos que participaron en golpes de Estado y torturas a lo largo de las ultimas décadas, incluyendo algunos de los oficiales encargados del golpe de estado en Honduras el año pasado.
Entre los arrestados en la protesta de este año estaba el padre Louis Vitale, quien ahora cumple una condena de seis meses de cárcel. En una carta que Vitale envió desde la prisión en que explica por qué fue arrestado por cuarta vez menciona: La opresión continúa y nuestra nación es un participante mayor en esa opresión de los pobres y de toda la creación. La Escuela de las Américas es un ícono de nuestra intrusión en países en desarrollo a lo largo de tantos años y fuente de masacres horripilantes incluyendo que dejaron como víctimas a líderes religiosos y miles de campesinos.
Por otro lado, Daniel Ellsberg, el filtrador de los Papeles del Pentágono quien con ese acto contribuyó a llevar a su fin la guerra en Vietnam, y el periodista ganador del Pulitzer Chris Hedges, figuran entre las 131 personas arrestadas este mes frente a la Casa Blanca por protestar contra las guerras en Irak e Afganistán en un evento convocado por veteranos militares de esas y otras guerras. Hedges, junto a Ellsberg, al encadenarse a las rejas de la Casa Blanca, en un acto de desobediencia civil, explicó que optó por esta acción porque cuando los mecanismos normales para la participación democrática en este país se han cerrado, si no hacemos esto, nos morimos. Eso es lo que queda de la esperanza en este país, reportó Truthdig.org
En otro rubro, en una esquina escondida y poco conocida en este país llamada Immokalee jornaleros inmigrantes de México, Guatemala y Haití coronaron 15 años de lucha obligando a la asociación de granjeros de jitomate a firmar un acuerdo para conseguir, por primera vez en la historia de Florida, el reconocimiento de sus derechos laborales básicos. Con manifestaciones, boicot y movilizaciones a las principales empresas de comida rápida (incluyendo McDonald’s, Burger King, Taco Bell) y supermercados a nivel nacional, la Coalición de Trabajadores de Immokalee ha encabezado la lucha contra condiciones de esclavitud y por el respeto a su dignidad laboral en un esfuerzo nacional sin precedente (para mayor información: www.ciw-online.org).
Durante los últimos meses, los hijos de José y María –esos migrantes exiliados que buscaron posada en estas fechas hace más de 2 mil años– ocuparon oficinas de legisladores y de universidades, marcharon miles de kilómetros, convocaron manifestaciones y nutrieron al gran movimiento social de inmigrantes en este país al demandar el derecho de estudiar y de dejar de vivir en las sombras sólo por llegar a este país sin documentos cuando eran niños. Cuando la cúpula política fue incapaz de aprobar una medida legislativa que abriera ese camino a la legalización, entre ira y lágrimas, anunciaron que su lucha continuará hasta lograr ese objetivo, como también el de defender los derechos humanos de sus padres, familias y comunidades. Con ello continuarán transformando a este país.
El orden oficial también fue retado hasta desde dentro de las cárceles. En Georgia, reos en por lo menos siete prisiones realizaron una huelga no violenta en demanda de mejores condiciones de vida, incluyendo mejores programas de educación, y mejor paga por el trabajo que son obligados hacer tras las rejas. El esfuerzo sorprendente con meses de preparación fue logrado superando las divisiones raciales, disputas entre bandas criminales y facciones de todo tipo, y todo coordinado a través de celulares ilícitos.
Estos son sólo algunos ejemplos a finales de este año de esa otra historia –la que documentaba Howard Zinn, quien murió a principios de este año– de rebeliones, resistencia y desobediencia del pueblo de Estados Unidos que se escribió en este país durante 2010.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Bellas Artes: Fallas acústicas e inseguridad


Alberto Pérez-Amador Adam*


“se desmanteló el sofisticado diseño de Boari desarrollado por Brandt, según la tradición de teatros de ópera europeos, para en su lugar meter 500 bocinas y 40 micrófonos, y convertirlo en una mega-discoteca”.


Las obras de remodelación en la Sala de Espectáculos del Palacio de Bellas Artes alteraron un recinto que forma parte del patrimonio cultural de México. La semana pasada en estas páginas el autor de este texto criticó los trabajos. En una nueva entrega el especialista refuta los argumentos de la directora del INBA, Teresa Vicencio, e insiste: los cambios representan un riesgo para la seguridad del público y afectan la excelente acústica del mayor inmueble cultural del país.

Las denuncias por la afectación del patrimonio nacional ocurridas en la sala de Bellas Artes se manejan en dos órdenes de ideas: por una parte, el agravio al decorado Art-decó de la sala; y por otra, el de la acústica.
En 2008 se anunció que las obras estarían a cargo del arquitecto Juan Urquiaga, quien vigilaría todo el proyecto, concentrado en innovar la mecánica teatral y los sistemas de seguridad. Cuando se publicó y aprobó aquel proyecto se hizo particular énfasis en que la arquitectura de la sala no sería tocada. Ello fue presentado y autorizado por un consejo. A mediados de 2009, la dirección de Bellas Artes, ya dependiente en ese momento de Teresa Vicencio, retiró a Urquiaga y designó a Claudio Gantous, del despacho Gan Arquitectos. En ese momento, en forma arbitraria y sin ponerse a discusión pública y mucho menos darse a conocer la decisión, se determinó intervenir la sala.
Esta acción es en doble forma un delito. Por una parte, se contravino la política de transparencia gubernamental; por otra, sin autorizarse tras una discusión pública, se intervino la sala, cuando antes enfáticamente se había eximido de ella para no contravenir las regulaciones internacionales de conservación de monumentos patrimoniales artísticos dictados por ICOMOS y por la UNESCO.
El trabajo afectó el patrimonio nacional. Se destruyó la platea, quitando el suelo inclinado y poniendo escalones. Esto no sólo elimina la acústica, sino que dificulta la salida del público en caso de siniestro. Se deshicieron los palcos. Con barata chapa de madera que simula nogal, se revistieron paredes y hasta mármol. Se quitaron las butacas y se pusieron sillas de cine. Se eliminó la arquitectura interior de los palcos y los balcones, a los que les pusieron en la parte delantera enchufes para conectar un enjambre de reflectores que cancelan la visibilidad de la hermosa herrería. Ahora hay tubos de metal atornillados a los palcos donde se encuentran esos reflectores, que tampoco fueron diseñados en Art-decó. Sus cables cuelgan por todas partes, como sucede en los postes eléctricos de las calles. Esto es altamente peligroso dentro de un teatro, pues los muchos materiales combustibles dentro de la sala pueden reaccionar con gran facilidad a la menor falla. Un incendio provocado por un corto circuito puede costar la vida a cientos de espectadores.
Se cambió la disposición de las butacas. Con ello se suprimió un pasillo central y los pasillos laterales perfectamente planeados para permitir un rápido desalojo en caso de siniestro. Con la nueva disposición, tanto por unos peligrosos escalones que construyeron alterando la arquitectura original como también por la falta de pasillos, el primer piso fue convertido en una promesa de muerte…
La misma situación se observa en el foso de orquesta. Ahí donde se construyó una pared de separación en un horrendo estilo moderno y no se respetó el Art-decó, no se previó construir una segunda puerta de salida para los músicos, que podrían morir aprisionados en caso de emergencia. Se debe recordar que el 31 de marzo de 1931 se quemó en la Ciudad de México el Teatro Principal durante una función de ópera, con saldo trágico, ya que la mayoría del público y los músicos perecieron calcinados. Por fallas eléctricas también se quemaron el Teatro de la Ciudad de México, el Teatro (de ópera) La Fenice de Venecia y el teatro de ópera Liceo de Barcelona. A toda esta gravísima situación se suma la destrucción de una obra de arte, es decir la Sala de Espectáculos Art-decó de Bellas Artes.
Teresa Vicencio argumenta que la nueva decoración tipo cine que dispuso para la sala es una cuestión de gustos. Si ella construyese por su cuenta un teatro en su jardín, podría hacer lo que se le pegue la gana. Pero el Palacio de Bellas Artes no es propiedad privada. Al hacer esa declaración está afirmando que realizaron un gusto personal, pero que no respetaron las severas convenciones internacionales suscritas por México en acuerdos con la UNESCO y con ICOMOS para la conservación de obras de arte.
Por otra parte, Teresa Vicencio y su equipo ensayan infructuosamente convencer a la opinión pública de que la intervención era necesaria para mejorar la acústica que, según ella, era muy mala. La obsesiva repetición de tal mentira recuerda que Goebbels sostenía que tan sólo hay que repetir una mentira suficientes veces para que los tontos la crean.
La antigua acústica que tenía la sala de Bellas Artes, según publicó el especialista en acústica Rolando Cepeda hace algunos años (Revista de ciencia jurídica, cultura y entretenimiento. Año. II, No.20, octubre de 2002. Poder Judicial de la Federación, México. Pág.50.), dice:
“La estructura de este recinto es impresionante por su grandeza y por los materiales con que fue construido. En su totalidad es mármol, ya que este material permite la reflexión de los sonidos. Sus pisos dentro del teatro son de duela, las butacas tapizadas de un material parecido al terciopelo, las paredes de concreto; condiciones éstas que permiten que el recinto cuente con una excelente acústica. El lugar ideal para comprobarla es la galería, ubicada en el tercer piso. En el escenario se encuentra el arco megáfono originalmente diseñado por Amado Boari y terminado por Brandt. Este arco cuenta con 150 flautas, lo que permite que todo sonido entre en resonancia con cada una de las flautas y que, al entrar en fase, la transmisión del sonido sea mayor sin ayuda de algún otro implemento electrónico o de otro tipo. Así también el plafón en forma de cúpula, en lo más alto del recinto, tiene un efecto acústico que cualquier persona que se encuentre en la butaca más alta del tercer piso, podría escuchar.”
En su estudio, Cepeda explica claramente que la sala contaba con un complejo sistema acústico natural, el cual concedía a la sala una acústica excelente que permitía realizar a los cantantes determinados efectos. El más conocido era el aumento del volumen de una nota caminando desde cualquier punto del escenario a la parte central. Éste es tan sólo uno de los efectos que se lograban y que demostraba la sutil y rica acústica que poseía la Sala de Bellas Artes, y que fue motivo de alabanza de María Callas, Mario del Mónaco, Erich Kleiber y otros grandes intérpretes que actuaron ahí. Por supuesto que la acústica no era perfecta. Cualquier persona medianamente informada al respecto sabe que eso no es posible y que depende en gran medida del lugar que ocupa el espectador en una sala: la percepción del sonido será diferente por la simple razón de que la proyección, reverberación y difusión de aquel es diferente en cada parte. No obstante, la sala de Bellas Artes, gracias a la arquitectura que tenía y al sistema natural de amplificación de sonido ideado por el italiano Boari y perfeccionado y construido por el alemán Brandt, poseía una acústica excelente.

Ahora Teresa Vicencio repite con pueril necedad que la acústica era mala y que por ello se necesitaba la intervención y destrucción de la sala. Para lograrlo, contrató a una compañía mexicana, Teltec, que estuvo a cargo de la intervención. Esa compañía declara en su página que:
“El reforzamiento acústico incluye 500 bocinas alimentadas por 40 micrófonos ubicados en forma estratégica. Permite sonorizar con una acústica natural intencionada” (http://www.telenet.com.mx/telemundo/informes/?id_hoja=945).

¿Qué significa una “acústica natural intencionada”? Esto de nuevo es una fórmula para impresionar a ingenuos. Y, lo más grave: ¿Por qué se metieron 500 bocinas en una sala de ópera que no necesitaba de una sola? Si la capacidad de la sala se redujo en 360 butacas, resultando que ahora sólo caben poco más de mil 600 personas, existe una bocina por aproximadamente cada tres espectadores. Eso no sucede en ninguna discoteca del mundo. La famosa Berghain en Berlín, de moda en toda Europa, a pesar de que tiene capacidad para un número cinco veces mayor que el aforo de Bellas Artes, no cuenta con tantas bocinas. Es decir: se desmanteló el sofisticado diseño de Boari desarrollado por Brandt, según la tradición de teatros de ópera europeos, para en su lugar meter 500 bocinas y 40 micrófonos, y convertirlo en una mega-discoteca.

¿Cuánto cuesta una de esas bocinas y cuánto pagó Bellas Artes por ellas? La pregunta es justificada, pues Teresa Vicencio ya declaró que no será hasta dentro de tres meses cuando se tengan todas las facturas; consecuentemente, el costo de la intervención de Bellas Artes fue mayor que los 700 millones de pesos anunciados por el presidente Felipe Calderón la noche de la inauguración. Lo que nadie ha declarado es a cuánto asciende la renovación de esas 500 bocinas y esos 40 micrófonos (cada tres a cuatro años). ¿La compañía mexicana Teltec recibirá regularmente ese jugoso negocio?

Cualquier persona que sepa un poco de música y que haya ido a Bellas Artes antes, y que recuerde su cálida acústica, preferirá esa natural a una sopa salida de 500 bocinas. Francisco Araiza, el más importante tenor mexicano, declaró (La Jornada, 29 de noviembre): “El sonido al que estábamos acostumbrados, cálido, que teníamos de la acústica en Bellas Artes, ya no existe. Ahora es un sonido digital”.

El resultado no sólo fue la devastación de una obra maestra del Art-decó, sino también de su excelente acústica. Se trata de un crimen contra el patrimonio nacional que supera por mucho lo que se intentó hacer en Teotihuacán. Lo sucedido con la Sala de Espectáculos de Bellas Artes es el mayor desastre cultural del país en los últimos 50 años.

* Doctor en letras, investigador y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Los cables de Wikileaks

02-12-2010
El magnífico periodista palestino Marwan Bishara tuvo razón cuando afirmó el pasado fin de semana que estos documentos diplomáticos estadunidenses eran de mayor interés para los antropólogos que para los politólogos, pues documentan las desviaciones de pensamiento que existen cuando se trata de Medio Oriente.
Ya no hay duda: a EEUU no le importa la injusticia en Oriente Próximo

The Independent


Llegué a la más reciente historia de escándalo de la diplomacia estadunidense con el más profundo cinismo. Y este martes, entre el polvo que dejaron en El Cairo las elecciones al Parlamento egipcio –la acostumbrada mezcla de farsa y fraude, pero al menos mejor que la estrategia de conmoción y pavor–, rebusqué entre varios miles de reportes diplomáticos estadunidenses con algo parecido a la desesperanza absoluta. Después de todo, ¿acaso no se atribuye al presidente egipcio, Hosni Mubarak, haber afirmado que uno se puede olvidar de la democracia?

No es que los diplomáticos estadunidenses no entiendan a Medio Oriente: simplemente han perdido de vista la injusticia. Enormes cantidades de textos diplomáticos prueban que la columna vetebral de la política de Washington hacia la región es alinearse con Israel, que su principal objetivo es alentar a los árabes a unirse a la alianza estadunidense-israelí contra Irán, y que el eje de la política estadunidense durante años y años ha sido domar/amedrentar/ aplastar/ oprimir y, finalmente, destruir el poderío iraní.

No hay alusión alguna (al menos en lo revelado hasta ahora) a los ilegales asentamientos judíos en Cisjordania, a los puestos de control externos ni a los colonos extremistas que han salpicado como viruela la Cisjordania palestina; en suma: ninguna referencia al vasto sistema ilegal de despojo de tierra que está en el corazón de la guerra israelí-palestina. Increíblemente, toda clase de dignos diplomáticos estadunidenses se arrodillan y humillan ante las demandas israelíes –muchos son, al parecer, fervientes partidarios de Israel–, mientras los jefes del Mossad y de la inteligencia militar israelí hacen su lista de encargos a sus benefactores.

Hay un pasaje maravilloso en los cables, cuando el primer ministro israelí, Benjamin Netayahu, explica a una delegación del Congreso estadunidense, el pasado 28 de abril, que un Estado palestino debe ser desmilitarizado, sin control sobre su espacio aéreo y su campo electromagnético (sic), y sin la facultad de celebrar tratados o de controlar su frontera. Bueno, digamos adiós, entonces, al Estado palestino viable (en palabras de lord Blair de Isfahan) que se supone queremos. Y al parecer los chicos y chicas del Congreso estadunidense no dijeron nada.

Repasamos los archivos de Wikilieaks en The New York Times en busca de la mejor frase. Tenemos la convicción del rey saudita Abdullah, vía su embajador en Washington (diestro en el manejo de la prensa), de que Estados Unidos debe cortar la cabeza a la serpiente, o sea Irán, Ajmadineyad, las instalaciones nucleares iraníes o lo que sea.

Pero los sauditas siempre amenazan con cortarle la cabeza a la víbora en boga. En 1982 Yasser Arafat prometió cortar el brazo izquierdo de Israel tras la invasión a Líbano, a lo que Menahem Begin respondió que él le cortaría el brazo derecho a Arafat. Y supongo que cuando los famosos archivos de Wikileaks nos revelan que los diplomáticos estadunidenses llaman serpientes de visa a los indeseables que la solicitan, no queda más que concluir que los reptiles tienen mucha demanda.

El problema es que, por décadas, los potentados de Medio Oriente han amenazado con cortarles la cabeza a serpientes, víboras, ratas e insectos iraníes –epíteto éste que era uno de los favoritos de Saddam Hussein, quien para ello usó el insecticida que le proporcionó Estados Unidos, como bien sabemos–, en tanto líderes israelíes han llamado a los palestinos cucarachas (Rafael Eitan); a los palestinos, cocodrilos(Ehud Barak) y bestias de tres patas (Begin).

Debo admitir que lloré de risa cuando leí el solemne reporte diplomático estadunidense desde Bahrein según el cual el rey Hamad –o su alteza suprema, el rey Hamad, como insiste que se le llame en su dictadura sunita sobre una población de mayoría chiíta, en un reino con una superficie ligeramente mayor a la isla de Wight– advirtió que el peligro de permitir que avance el programa nuclear iraní es mayor que el peligro de detenerlo.

El magnífico periodista palestino Marwan Bishara tuvo razón cuando afirmó el pasado fin de semana que estos documentos diplomáticos estadunidenses eran de mayor interés para los antropólogos que para los politólogos, pues documentan las desviaciones de pensamiento que existen cuando se trata de Medio Oriente. Si el rey Abdulá (me refiero a la tambaleante versión saudita, no al bragado reyecito de Jordania) en verdad llamó Hitler a Ajmadineyad y un asesor de Sarkozy tildó a Irán de Estado fascista, ello sólo demuestra que el Departamento de Estado aún está obsesionado con la Segunda Guerra Mundial.

Me encanta el sorprendente reporte de un visitante a la embajada estadunidense en Ankara, quien dijo a diplomáticos que el líder espiritual iraní, Ali Jamenei, se está muriendo de leucemia. No porque el pobre tipo padezca cáncer –no es así–, sino porque ésas son las mismas estupideces que se han pregonado sobre los líderes recalcitrantes de Medio Oriente durante muchos años. Recuerdo los días en que fuentes diplomáticas, tanto estadunidenses como británicas, insistían en que Kadafi se moría de cáncer, en que Jomeini agonizaba de cáncer (mucho antes que muriera), o bien, que el ayatola ya había muerto, o que el asesino palestino a sueldo Abu Nidal estaba muriéndose de cáncer, 20 años antes de que lo asesinara Saddam Hussein. También en Irlanda del Norte espías bisoños decían que el líder de los protestantes vanguardistas, William Craig, se moría de cáncer. Y por supuesto, siguió vivo, al igual que el horrible Kadafi, cuya enfermera ucraniana es considerada voluptuosa según reportes estadunidenses. Claro que lo es; ¿acaso no todas las mujeres rubias son voluptuosas en esa clase de descripciones?

Una de las más interesantes reflexiones –convenientemente pasada por alto por casi todos los diarios propicios a Wikileaks– venía en un despacho referente a una reunión entre una delegación del Senado estadunidense y el presidente sirio Bashar Assad, ocurrida a principios de este año.

Assad dijo a sus invitados que si bien Estados Unidos tiene un enorme aparato de información, carecía de habilidad para analizar esa información apropiadamente. “Si bien nosotros carecemos de sus capacidades de inteligencia –señaló en forma más bien siniestra–, logramos combatir a los extremistas porque tenemos mejores analistas. A ustedes les gusta disparar a los terroristas: sofocar sus redes es mucho más efectivo.” Assad concluyó que Irán es el país más importante de la región, seguido por Turquía y la propia Siria. Pobre Israel, ni siquiera logró entrar en la terna.

Desde luego, el presidente Hamid Karzai de Afganistán está poseído por la paranoia, como lo están todos en ese país, incluidos los miembros de la OTAN y en especial Estados Unidos. Y, naturalmente, el presidente de Yemen simula ante su pueblo acabar con agentes de Al Qaeda cuando todos sabemos que los verdaderos culpables son los guerreros del general David Petraeus. Los líderes musulmanes se atribuyen constantemente el crédito por la muerte de otros musulmanes asesinados por el poderío militar estadunidense.

No debemos ser demasiado cínicos. Me encantó el reporte diplomático estadunidense (fechado en El Cairo, claro, no en Tel Aviv), de que Netanyahu es elegante y encantador, pero nunca cumple sus promesas. ¿Acaso no puede decirse lo mismo de la mitad de los líderes árabes?
Después viene el oscuro y aterrador reporte sobre una reunión entre Andrew Shapiro, el secretario de Estado asistente para la Oficina Política y Militar de Estados Unidos, y algunos matones israelíes, celebrada hace exactamente un año. Israel no lograba proteger sus avionetas Cessna Caravan y sus aviones no tripulados Raven cuando sobrevolaban el sur de Líbano (Hezbolá se sentirá halagado por esta revelación), admitió el Mossad. El agente israelí J5, el coronel Shimon Arad, pontifica sobre los peligros de Hezbolastán y Hamastán, así como sobre el estancamiento político interno –que no existía entonces, pero hoy sí– y el hecho de que Líbano sea un territorio militar volátil, susceptible a influencias como las de Siria, Irán y Arabia Saudita.

Y claro, aunque el coronel Arad no las menciona, también a las influencias de Estados Unidos, Israel, Francia, Gran Bretaña y Turquía. Shapiro habló de ofrecer una alternativa a Hezbolá –¿quizá la policía de Costa Rica?– y sugirió que el ejército libanés saldría en defensa de Hezbolá (improbable, dadas las circunstancias).

No tiene desperdicio la negación que hace el general Amos Gilad del reporte Goldstone, sobre las atrocidades cometidas en Gaza entre 2008 y 2009. Afirma que las críticas a Israel en el documento carecen de fundamento porque el ejército israelí hizo llamadas telefónicas a 300 mil hogares en Gaza antes de la operación, para prevenir la muerte de civiles. Al parecer, el pobre Shapiro se quedó mudo. Eso habría significado que la quinta parte de la población palestina en Gaza recibió una llamada telefónica, incluidos bebés y menores de edad, y aun así fueron asesinados mil 300 palestinos, la mayoría civiles.

Desde luego, la Autoridad Nacional Palestina del pusilánime Mahmoud Abbas no quiso tomar el control de este campo de masacre una vez que los israelíes ganaron, alternativa que Israel ofreció con conocimiento de Estados Unidos. Israel no ganó; ni siquiera encontró a su soldado secuestrado en los túneles de Gaza.

Hay un momento simbólico, cuando el jeque Mohamed bin Zayed Nahyan de Abu Dhabi –quien no debe ser comparado con su hermano Califa, descrito como distante y sin carisma– manifiesta su preocupación por Irán ante el embajador estadunidense, Richard Olsen, quien sugiere que el jeque tiene una visión estratégica de la región que es curiosamente similar a la de los israelíes. Claro que la tiene. Sólo hace falta ponerlos en fila. Todos estos reyes, emires y generales rezarán en sus mezquitas doradas mientras compran cada vez más armas estadunidenses para defenderse del Hitler de Teherán, quien, supongo, es mejor que el Hitler del Tigris de 2003, o el Mussolini del Nilo de 1956. Se encomendarán a Dios para que los salve el poderío de Estados Unidos e Israel.

Estoy impaciente por conocer el siguiente episodio de esta fantasía.

© The Independent
Traducción para La Jornada: Gabriela Fonseca

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Contra el Establishment


La verdad siempre vencerá

Julian Assange*

Cada vez que Wikileaks publica la verdad sobre abusos cometidos por agencias estadunidenses, políticos australianos entonan junto con el Departamento de Estado un coro de demostrable falsedad: ¡Ponen vidas en riesgo! ¡Seguridad nacional! ¡Ponen en peligro las tropas! Luego dicen que no hay nada importante en lo que Wikileaks publica. Ambas cosas no pueden ser ciertas a la vez. ¿Cuál es la verdadera?

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Las muestras de apoyo a Julian Assange no se hicieron esperar afuera de la Corte de Westminster. Foto Ap

En 1958, un joven Rupert Murdoch, entonces propietario y director de The News de Adelaide, Australia, escribió: En la carrera entre el secreto y la verdad, parece inevitable que la verdad siempre vencerá.
Su observación reflejaba quizá la revelación hecha por su padre, Keith Murdoch, de que soldados australianos eran sacrificados sin necesidad por incompetentes comandantes británicos en las costas de Galípoli. Los británicos trataron de callarlo, pero Keith Murdoch no cedió, y sus esfuerzos condujeron a la terminación de la desastrosa campaña de Galípoli.
Casi un siglo después, Wikileaks también publica sin temor hechos que es necesario dar a conocer.

Crecí en una población rural de Queensland, donde las personas decían sin cortapisas lo que sentían. Desconfiaban del gobierno como un ente que podía corromperse si no se le observaba con atención. Los negros días de corrupción en el gobierno de Queensland, antes de la investigación de Tony Fitzgerald, a finales de la década de 1980, dan testimonio de lo que ocurre cuando los políticos impiden a los medios divulgar la verdad.

Esos recuerdos se han quedado en mi mente. Wikileaks fue creado en torno a esos valores esenciales. La idea, concebida en Australia, era usar las tecnologías de Internet en nuevas formas para informar la verdad.
Wikileaks acuñó un nuevo tipo de periodismo: el periodismo científico. Trabajamos con otros medios para llevar noticias a las personas, pero también para probar que son ciertas. El periodismo científico permite leer una nota y luego dar un clic en línea para ver el documento original en el que se basa. De esta manera uno puede juzgar por sí mismo: ¿la nota es cierta? ¿El periodista la reportó con precisión?

Las sociedades democráticas necesitan medios fuertes, y Wikileaks es parte de los medios.

Los medios ayudan a mantener la honradez de los gobiernos. Wikileaks ha revelado algunas duras verdades acerca de las guerras de Irak y Afganistán, y ha dado a conocer noticias acerca de la corrupción de las grandes corporaciones.

Hay quienes dicen que soy opositor a las guerras: no lo soy. A veces las naciones necesitan ir a la guerra, y existen guerras justas. Pero nada hay más injusto que un gobierno que miente a la población acerca de esas guerras, y luego pide a esos mismos ciudadanos que den su vida y sus impuestos para sostener esas mentiras. Si una guerra es justificada, entonces hay que decir la verdad, y la población decidirá si la apoya.

Si han leído alguna de las publicaciones sobre las guerras en Afganistán o Irak, cualquiera de los cables de las embajadas de Estados Unidos o cualquier nota de prensa sobre lo que Wikileaks ha revelado, consideren cuán importante es que todos los medios puedan informar con libertad acerca de ello.
Wikileaks no es el único que publica cables de las embajadas estadunidenses. Otros medios, como el británico The Guardian, The New York Times, El País en España y Der Spiegel en Alemania, han publicado esos mismos cables.
Sin embargo, es Wikileaks, como coordinador de esos otros grupos, el que ha concentrado los ataques y acusaciones más violentos de Washington y sus acólitos. Se me ha acusado de traición, aunque soy ciudadano de Australia, no de Estados Unidos.

En Estados Unidos se han hecho docenas de llamados en serio para que las fuerzas especiales me liquiden. Sarah Palin dice que debo ser cazado como Osama Bin Laden; en el Senado hay una iniciativa republicana con el fin de que se me declare amenaza internacional y se disponga de mí en consecuencia. Un asesor de la oficina del primer ministro canadiense ha convocado por televisión nacional a que me asesinen. Un bloguero estadunidense ha demandado que secuestren y lastimen a mi hijo de 20 años, aquí en Australia, por ninguna otra razón que para hacerme daño.
Y los australianos deben observar sin ningún orgullo el vergonzoso alcahueteo de estos sentimientos que hacen la primera ministra de su país, Julia Gillard, y la secretaria de Estado estadunidense, Hillary Clinton, sin emitir una palabra de crítica hacia las otras organizaciones mediáticas. Eso es porque The Guardian, The New York Times y Der Spiegel son antiguos y grandes, en tanto Wikileaks es joven y pequeño.

Somos los de abajo. El gobierno de Gillard trata de matar al mensajero porque no quiere que se revele la verdad, la cual incluye información acerca de sus propios tratos diplomáticos y políticos.

¿Ha habido alguna respuesta del gobierno australiano a las numerosas amenazas públicas de violencia en contra mía y de otros miembros de Wikileaks? Uno hubiera creído que una primera ministra australiana defendería a sus ciudadanos de esas cosas, pero sólo ha habido acusaciones de ilegalidad desprovistas de todo fundamento. La primera ministra, y en especial el procurador general, están obligados a desempeñar sus funciones con dignidad y por encima de la escaramuza. Créanme, lo que esos dos quieren es salvar el pellejo. No lo lograrán.

Cada vez que Wikileaks publica la verdad sobre abusos cometidos por agencias estadunidenses, políticos australianos entonan junto con el Departamento de Estado un coro de demostrable falsedad: ¡Ponen vidas en riesgo! ¡Seguridad nacional! ¡Ponen en peligro las tropas! Luego dicen que no hay nada importante en lo que Wikileaks publica. Ambas cosas no pueden ser ciertas a la vez. ¿Cuál es la verdadera?

Ninguna de las dos. Wikileaks lleva cuatro años publicando documentos. En ese tiempo hemos cambiado gobiernos enteros; pero ni una sola persona, hasta donde se puede saber, ha resultado dañada. En cambio, Estados Unidos, con la connivencia del gobierno australiano, ha matado a miles tan sólo en los meses pasados.
En una carta al Congreso de su país, el secretario estadunidense de Defensa, Robert Gates, reconoció que ninguna fuente ni ningún método de inteligencia han sido puestos en riesgo por la revelación de los documentos sobre Afganistán. El Pentágono sostuvo que no había evidencia de que los reportes de Wikileaks condujeran a que alguien resultara dañado en Afganistán. La OTAN en Kabul declaró a CNN que no podía encontrar una sola persona que necesitara protección. El Departamento de la Defensa australiano dijo lo mismo. Ningún soldado, ninguna fuente de Australia han sido perjudicados por nada de lo que hemos publicado.
Sin embargo, de ahí a que nuestras publicaciones no sean importantes hay mucha distancia. Los cables diplomáticos estadunidenses revelan algunos hechos alarmantes:
Estados Unidos pidió a sus diplomáticos que robaran material personal e información de funcionarios de la ONU y de grupos de derechos humanos: ADN, huellas digitales, escaneos del iris, números de tarjetas de crédito, contraseñas de Internet y fotos de identificación, en violación de tratados internacionales. Es de suponerse que también diplomáticos australianos han estado en la mira.
El rey Abdulá de Arabia Saudita pidió a funcionarios estadunidenses en Jordania y Bahrein que detuvieran el programa nuclear iraní por cualquier medio posible.
La investigación británica sobre Irak fue manipulada para proteger intereses estadunidenses.
Suecia es miembro encubierto de la OTAN, y comparte inteligencia con Estados Unidos sin dar cuenta al parlamento.
Estados Unidos presiona con rudeza a otros países para que acojan a los detenidos liberados del campo de prisioneros de Guantánamo. Barack Obama sólo accedió a reunirse con el presidente esloveno si su gobierno daba cobijo a un prisionero. Nuestro vecino del Pacífico, Kiribati, recibió una oferta de millones de dólares si aceptaba detenidos.
En su histórico veredicto sobre los papeles del Pentágono, la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos advirtió: sólo una prensa libre e irrestricta puede exponer con efectividad los engaños del gobierno. La tormenta en torno a Wikileaks refuerza la necesidad de defender el derecho de todos los medios a revelar la verdad.

* Publicado como colaboración externa del fundador y editor en jefe de Wikileaks por la edición en línea de The Australian del martes 7 de diciembre.
Traducción: Jorge Anaya

martes, 7 de diciembre de 2010

Las lecciones de Rapa Nui

Naief Yehya
ECOCIDIO
La primera impresión que tuvo el explorador holandés Jacob Roggeveen al “descubrir” la isla de Pascua el 5 de abril de 1722 (día de Pascua) fue de desconcierto, pues no podía entender cómo los nativos habían transportado y levantado los moai, gigantescas estatuas (algunas de hasta 10 metros de altura y 80 toneladas de peso), en una isla donde, a su llegada, no había árboles grandes ni vegetación para fabricar cuerdas fuertes. El misterio no ha sido resuelto del todo, pero mientras algunos optan por la respuesta de la ignorancia que es atribuir su creación a extraterrestres aburridos o a misteriosas civilizaciones todopoderosas que fueron devoradas por las aguas en algún cataclismo atlantídico, otros se han dedicado a investigar el impacto humano y de la naturaleza en la isla. Aunque hay varias hipótesis de lo sucedido, probablemente la más contundente y posiblemente con mejores argumentos es la que ofrece Jared Diamond (autor de Armas, gérmenes y acero) en su extraordinario libro Colapso (2005): los habitantes de la isla habitada más remota del planeta fueron víctimas de su propio ecocidio.


UNA GEOGRAFÍA SINGULAR
Pascua es una isla volcánica que tiene apenas unos 170 kilómetros cuadrados, que en el pasado tuvo suelos muy fértiles, y que goza de un clima templado (a diferencia de las islas tropicales polinesias situadas más cerca del ecuador). La isla fue un paraíso en miniatura, de acuerdo con Diamond, por tanto debió ser muy atractiva para los colonizadores polinesios que llegaron alrededor del año 900 dC a bordo de canoas, tras largos viajes de varias semanas. Los polinesios eran excelentes navegantes a pesar de no tener compases ni instrumentos de navegación. Su tecnología era bastante limitada, ya que no contaban con herramientas metálicas ni con los rayos láser que Erich von Däniken imaginó que los extraterrestres usaron para esculpir los moai. Sin embargo, lograron establecer una cultura vasta, fascinante y diversa en las numerosas islas de la región. Pero Pascua era demasiado remota, vulnerable y diferente de las demás islas, por lo que su destino fue singular.
LA ISLA EN EL FIN DEL MUNDO
Las historias que los nativos contaron a los visitantes y misioneros europeos a finales del siglo XIX coincidían en que la isla fue poblada por el jefe Hotu Matu’a, quien llegó navegando con su esposa, seis hijos y el resto de su familia. Traían consigo gallinas (su único animal doméstico), herramientas, vegetales y frutas. Es probable que después otros viajeros polinesios hayan visitado la isla que fue nombrada Rapa Nui, pero la ausencia de puercos, perros y diversos cultivos comunes en otras islas cercanas hace suponer que, si hubo contacto, fue muy poco. Por tanto, no se estableció nunca un comercio regular con los vecinos de hecho ni siquiera se han encontrado objetos de piedra de Pascua en ninguna de las otras islas. Eso querría decir, de acuerdo con Diamond, que Rapa Nui estuvo completamente aislada entre su fundación y la llegada de Roggeveen. No obstante, cuentan que el recibimiento que tuvo el holandés careció de los sobresaltos que hubieran sido imaginables de un pueblo que probablemente se creía solo en el universo.


COMPETENCIA DESQUICIADA
Se estima que en la isla pudo haber una población máxima de entre 6 mil y 30 mil habitantes, quienes dejaron 887 moais en diferentes etapas de elaboración, la mitad de los cuales se quedaron en la cantera. En promedio, los moais tienen una altura de 4 metros y un peso de alrededor de 10 toneladas. Sin embargo, en determinado momento las ambiciones de los jefes crecieron y aparentemente comenzaron a competir, ordenando construir moais cada vez más grandes y decorados. Así erigieron Paro, que tiene unos 10 metros de altura y 70 toneladas, pero fracasaron al levantar Ahu Tongariki, que era un poco más bajo pero más pesado. Una estatua que nunca fue transportada ni terminada tenía más de 20 metros y 245 toneladas. Se cree que estas estatuas fueron creadas en tres períodos, entre los años 1000 y 1600. Se ha especulado que la idea de hacer estatuas cada vez más grandes y pesadas fue probablemente el resultado de una lucha entre jefes, quienes deseaban impresionar a sus rivales al obligar a sus artesanos a esculpir y mover monumentos cada vez más grandes. Esto se tradujo en que debían dedicar cada vez más gente y recursos a la obsesión de erigir moais, y entonces más gente debía consagrarse a producir alimentos para los escultores. La competencia, con su carga de urgencia religiosa, devastó la economía, impuso una presión enorme en el pueblo y se transformó en una carrera suicida.

DEFORESTACIÓN
Análisis del polen realizados en la Isla de Pascua han determinado que en el pasado estuvo cubierta por una selva subtropical con enormes árboles y palmeras que llegaban a tener 2 metros o más de diámetro. Las palmeras proveían una savia dulce que podía fermentarse para producir licor, azúcar o almíbar; asimismo daban nutritivas nueces de palma. Como en otras regiones las hojas podían usarse para hacer canastas, techos y velas para canoas. La corteza se usaba para fabricar cuerdas y los troncos podían ser usados para fabricar canoas, escaleras, palancas, andamios y rodillos, herramientas indispensables para fabricar y transportar las enormes esculturas o moais. Los colonos cortaron árboles inmoderadamente y provocaron una deforestación que ya era total cuando llegó el expedicionario Roggeveen en 1722. Hoy en la isla no hay un solo árbol que haya sobrevivido de aquel tiempo. La tala descontrolada y la plaga de ratas que llegó con los colonizadores (que mordisqueaban las nueces de palma y las volvían inservibles) propiciaron el caso más extremo de destrucción forestal en la zona y uno de los más graves del planeta. La tierra se erosionó y la población, cada vez más desesperada, fue agotando sus pobres recursos, hasta no tener mucho más que ratas para comer. Los isleños no tuvieron más opción que entregarse al canibalismo.


EL DECLIVE DE LA DIETA
Los isleños se alimentaban de tubérculos, plátanos, caña de azúcar y pollo. Inicialmente contaban en su dieta con las aves locales, pero exterminaron rápidamente a las seis especies terrestres y eliminaron o ahuyentaron a las veinticinco marinas (un número extraordinario que había elegido hacer su nido ahí debido a que no había depredadores hasta la llegada del hombre). En ninguna otra isla del Pacífico tuvo lugar un extermino semejante. El agua del océano alrededor de la Isla de Pascua es más fría que alrededor de la mayoría de las otras islas polinesias y, por lo tanto, no hay arrecifes de coral cercanos que puedan proveer pescado (mientras en Fiji hay más de mil especies marinas, en Pascua hay apenas 127) o mariscos. También comían focénidos o marsopas y delfines, pero al quedarse sin canoas útiles para ir mar adentro perdieron la posibilidad de pescar delfines, o atún u otros peces grandes. El agua no abundaba debido a las pocas lluvias y a la naturaleza porosa del suelo que hace que el líquido penetre en el suelo rápidamente. Por tanto, los nativos bebían regularmente jugo de caña, lo cual provocó una epidemia de caries incomparable.
EMISARIOS DE LOS DIOSES
Como en cualquier otro régimen teológico primitivo, los jefes y sacerdotes aseguraban tener una relación privilegiada con los dioses, con los cuales presumían tener comunicación y así pedir prosperidad a cambio de adoración, rituales y sacrificios, pero más que nada respeto por el poder de sus emisarios en la tierra. Probablemente el deterioro de las condiciones de vida provocó que los líderes exigieran construir más moais y de mayor tamaño, tanto por la ilusión de complacer a los dioses como para mantener al pueblo ocupado y ganar tiempo. Pero, para finales del siglo XVII, el hambre, el descontento y el agotamiento de los recursos desencadenó el colapso y la desintegración de la sociedad. Varios líderes militares se levantaron en armas, derrocaron a los jefes, destruyeron la estructura política y desataron una devastadora guerra civil en la que bandos rivales se asesinaban frenéticamente con puntas de obsidiana. Los clanes dejaron entonces de erigir moais para dedicarse a derribar y, de ser posible, romper los moais de sus enemigos. Así, a diferencia de otros pueblos cuyas obras fueron destruidas por los colonizadores, en Rapa Nui los nativos destruyeron sus obras y el legado de sus ancestros.
LAS CATÁSTROFES DE UN PUEBLO
Pero si la situación de los nativos de la Isla de Pascua a la llegada de los europeos era lamentable, los recién llegados no hicieron más que empeorar las cosas al desatar tragedias de proporciones apocalípticas. Los europeos trajeron varias epidemias devastadoras de viruela; entre 1862 y 1863 naves peruanas secuestraron alrededor de mil 500 isleños (la mitad de la población) para venderlos como esclavos para las minas de guano. Los sobrevivientes fueron sometidos a condiciones infrahumanas por europeos y chilenos. En 1872 quedaban sólo 111 sobrevivientes. No fue sino hasta 1966 en que se les dio la nacionalidad chilena.
LA ÚLTIMA PALMERA


Como señala Diamond, resulta difícil imaginar lo que pensó la persona que cortó el último árbol de la isla. En el anacrónico (aunque bien intencionado) filme Rapa Nui (Kevin Reynolds, 1994) se incluye precisamente una secuencia donde un clan corta la última palmera de la isla ante la desesperación del protagonista. Lo ocurrido en Rapa Nui es un aterrador modelo de lo que espera a las civilizaciones que son dirigidas por líderes enloquecidos por el poder, el despilfarro y la superstición. Los paralelos son evidentes entre aquella sociedad primitiva (con tan mala dentadura como la nuestra) que logró destruir su medio ambiente armada únicamente con herramientas de piedra, y nuestra civilización que, equipada con incontables portentos tecnológicos, es en gran medida responsable de la extinción masiva de especies que está teniendo lugar ante nuestros ojos; de la destrucción de ecosistemas en todo el planeta y del calentamiento global que amenaza con diezmar la vida del planeta. Las diferencias entre nuestro mundo globalizado y el universo de los nativos de Rapa Nui son muchas, pero tenemos en común que, como ellos, vemos el cataclismo en ciernes y seguimos cortando la última palmera.