lunes, 20 de junio de 2011

La indiferencia ya se asentó en México, deplora Fernando Brito


El periodista mexicano ganó el tercer premio de reportajes gráficos del prestigiado certamen

Reúnen 171 imágenes ganadoras en nueve categorías de 55 autores de 53 nacionalidades

Para su suerte no le dispararon, aunque ya estaba encañonado. Habían llegado por él hasta el interior de su casa, hasta su cama incluso, donde ya descansaba, en un día en que el destino, el azar o la suerte se movieron como un péndulo en su existencia.
¿El motivo? Había chocado poco antes, en las calles de Culiacán, de manera accidental, con el vehículo equivocado. Otro de los sujetos le dijo al de la pistola que sería un exceso matarlo por esa causa. Y lo convenció.

Al compartir como ejemplo esa experiencia que vivió su hermano, el fotógrafo de prensa Fernando Brito agregó que si alguien viajara a Sinaloa no vería nada extraño, pues la vida sigue con aparente normalidad, a menos que tenga la mala suerte de estar en un lugar y en una hora incorrectos.
Brito obtuvo el tercer premio de reportajes gráficos, categoría temas de actualidad, del concurso World Press Photo 2011, cuyos ganadores fueron dados a conocer en febrero pasado en Amsterdam.

De este concurso internacional destaca que en los últimos años los temas predominantes se relacionan con hechos de violencia y barbarie, como cuando las imágenes se refieren a México.

Y ese es el caso de Brito, quien esta vez participó con una serie de imágenes captadas en la zona norte del país, las cuales muestran los cuerpos de algunas víctimas de la llamada guerra contra el narcotráfico.
Ahora se podrán apreciar en México las 171 fotografías ganadoras en nueve categorías, captadas por 55 autores de 23 nacionalidades, en una exposición que estará en el Museo Franz Mayer (avenida Hidalgo 45, Centro Histórico), del 19 de junio al 18 de julio.

El periodista sinaloense, editor de fotografía de El Debate de Culiacán, quien hoy ofrece una conferencia magistral, a las 16:30 horas, consideró en rueda de prensa ayer viernes que la indiferencia ya está asentada en el país.

Estamos en la indiferencia total. Allá en Sinaloa se convoca a una marcha y van 20 personas. Los ciudadanos no creen que se pueda cambiar nada ni que ellos puedan influir en nada.
Por eso Brito también se ha dado a la tarea de convocar a las personas para que reflexionen sobre la grave situación de México. Es un problema de todos, no sólo del gobierno.
Manifestó que el proyecto con el que ganó el premio suma ya cinco años de trabajo y que envió al concurso sólo 30 imágenes tomadas en 2010. Y confesó acerca de ese captar imágenes de asesinatos:
“Lo primero que veo es una persona muerta que ya no va a regresar a su casa, que su familia ya no lo va a ver y que la gente va a comentar que si lo mataron fue por algo.
Yo imagino qué pasaría si mataran a un familiar mío, si lo considerarían culpable sin serlo. Yo no veo a los muertos como culpables, sino como algo que ya no debería suceder en México, pese a que históricamente hemos sido un país violento.

Hobby convertido en oficio
Fernando Brito consideró que los periodistas no deben arriesgar la vida por una foto o una nota, pero tienen que hacer su trabajo en la medida en que lo permitan las cada vez más difíciles condiciones.
Recordó que es mercadólogo, que la fotografía era para él un hobby y que ingresó al fotoperiodismo por pura necesidad, pero que ya adentro se dio cuenta de la responsabilidad y la importancia que ese oficio tiene.
En este trabajo, opinó, es importante dar un plus y prepararse cada vez más en términos técnicos y creativos, aunque lo fundamental es estar en el lugar de los hechos para cubrir la información visual o escrita.
Compartió que él trabaja en tres velocidades; primero toma las fotos publicables, luego las destinadas al archivo, para el acervo documental, y al final la que le interesa de modo más personal. Tomo las fotos que debo tomar y después me quedo en un lugar esperando mi foto, pero a veces no sale.
Fernando Brito estuvo acompañado por Héctor Rivero Borrell, director del Franz Mayer, y Eric de Kruijf, representante de la organización independiente World Press Photo en esta exposición, quien recordó que las fotografías ganadoras se refieren a hechos noticiosos de 2010. Entre ellos figuran los terremotos en China y Haití, los combates callejeros en Bangkok, los derrames de petróleo y químicos en Estados Unidos o países de Europa y las erupciones volcánicas en Indonesia e Islandia.

Destaca entre los muchos trabajos el retrato de la fotógrafa sudafricana Jodi Bieber a la joven afgana de 18 años Aisha Bibi, a quien los talibanes le mutilaron orejas y nariz por huir de los tratos violentos de su esposo.
El retrato es ya muy conocido en el mundo por su dramatismo y porque ganó el primer lugar del World Press Photo 2011, además de que Bieber ha ganado ya ocho premios de ese concurso a escala mundial.

viernes, 17 de junio de 2011

La porfiada memoria de Dedé Mirabal



Jochy Herrera

El régimen del sátrapa Rafael Leonidas Trujillo, el más sanguinario de los dictadores latinoamericanos del pasado siglo, marcó la historia individual y colectiva de la media isla República Dominicana. En una suerte de pesadilla que no desaparece, aquellos treinta y un años de horror sobrevivieron al tirano: el trujillato fue balaguerato durante las décadas de gobierno de Joaquín Balaguer –hijo político de Trujillo– fundador de un ethos del poder que hoy se reviste de caras y colores nuevos. Vivas en su jardín (Aguilar 2009) son las memorias de una sobreviviente, Dedé Mirabal, quien cuenta a viva voz cómo su corazón logró sanar, sin olvidar, uno de los más horrendos crímenes políticos en los anales de nuestro continente: el asesinato por el régimen trujillista de sus hermanas Patria, Minerva y María Teresa.

Heroínas hechas mariposas junto a sus maridos, las Mirabal representaron lo mejor de una juventud inmolada en pos de la justicia; junto a los miles de torturados y asesinados y el Movimiento 14 de Junio, su sacrificio no fue fútil, ya que contribuyó a poner fin a aquellas negras décadas de la dominicanidad. Hoy, en un poderoso testimonio de trescientas páginas, Dedé Mirabal ha contado a las jóvenes generaciones la historia de Las muchachas. Con un lenguaje tan real como las confesiones de los asesinos descritas en Vivas en su jardín, este libro fluye como documento revelador de mentiras y distorsiones sobre una época “tabú” en un país cuyos historiadores pocas veces contaron la verdad.


Minerva, la segunda de Las mariposas, no sólo fue una luchadora por la causa política junto a sus hermanas, sino también una defensora de la enmancipación femenina, asunto poco tratado en aquellos años de la década de 1950. No en vano desde 1998 la ONU declara el 25 de noviembre, aniversario de su asesinato, Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Minou, hija de Minerva Mirabal, en palabras insustituíbles, ha establecido el punto de partida desde donde este libro debe reconocerse: como arrebato de valentía y heróica humanidad “a pesar de la inmortalidad de las heridas” que arranca del olvido lo sucedido e impide que se pierda para nosotros y para el mundo.

Casi medio siglo después de aquel crimen, Dedé Mirabal narra cómo, al caminar por la carretera donde Patria, Minerva y María Teresa fueron asesinadas, aún le invade una sensación simultánea de desasosiego y paz: “Se me ocurre que fue en este lugar donde por última vez ellas vieron el cielo, donde por última vez nos recordaron a nosotros, sus seres queridos, donde vieron la cara demoníaca de la dictadura personificada en sus verdugos, y donde pronunciaron sus últimas palabras, las cuales nunca conoceremos con certeza. En este lugar de horror estoy segura que ellas tuvieron algún bello pensamiento para la vida que tanto habían amado y que en parte encarnaba en sus hijos, en mamá, en mí, en sus esposos, en los amigos...y en la fuerza única de la libertad.”

Es tiempo de poner fin a la fracasada guerra contra las drogas


Cruzada perdida
Jesse Jackson *

¿Cómo poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos, que es un abyecto fracaso? No, no es Afganistán. Este mes marca el 40 aniversario del día en que Richard Nixon lanzó la guerra a las drogas. Y ahora, cuatro décadas después, sería imposible inventar un fracaso más completo.
Se ha gastado alrededor de un billón de dólares en esta guerra. Millones de ciudadanos que no representaban una amenaza para nadie han sido encarcelados. Unos 2.3 millones saturan hoy las prisiones de Estados Unidos, 25 por ciento de los cuales han sido arrestados por crímenes no violentos relacionados con las drogas.

Nuestros vecinos del sur –México y Colombia– son arrasados por la violencia de las bandas y la corrupción. En Afganistán, donde nuestros soldados arriesgan la vida, entre un tercio y la mitad de toda la economía es generada por el comercio de opio y heroína. Todo esto ocurre en reacción a actos no violentos que hace un siglo ni siquiera eran crímenes.

Sin embargo, pese a todo ello, las drogas son tan asequibles hoy como hace 40 años, y más baratas. Como concluyó el zar antidrogas de Estados Unidos, Gil Kerlikowske: En el esquema amplio, no ha tenido éxito. Cuarenta años después, la preocupación por las drogas, y el problema de las drogas, si acaso, se han magnificado, intensificado.

Y las bajas de esta guerra se multiplican. La guerra a las drogas se convirtió, desde un principio, en una nueva ofensiva de segregación racial contra la gente de color. Si bien los blancos abusan de las drogas a tasas más altas que los afroamericanos, los afroamericanos son encarcelados a 10 veces la tasa de los blancos por delitos relacionados con drogas. Millones han sido privados del derecho al voto al haber sido condenados por crímenes no violentos. Cientos de miles han muerto y millones sufrieron porque la guerra a las drogas volvió más difícil tratar la adicción como un problema de salud pública.

Ahora la crisis fiscal estatal obliga a los estados –incluso a estados como el conservador Texas– a vaciar las sobrepobladas prisiones y buscar alternativas al encarcelamiento. Y sin embargo la guerra a las drogas prosigue, el dinero se desperdicia, la violencia y la corrupción crecen, y más vidas se arruinan.

En un nuevo informe, la Comisión Global de Política sobre Drogas llama a reconocer que la guerra es un fracaso y virar hacia hacer frente a las drogas como un problema de salud pública.
He pasado décadas hablando con hombres y mujeres jóvenes acerca del peligro de las drogas, en salones de clase, en sótanos de iglesias, en prisiones y en la calle. El flagelo de las drogas destruye vidas y esperanza. Pero lo mismo hace la guerra a las drogas.

Debemos usar el 40 aniversario de una guerra fallida para poner en cuestión esa guerra. ¿Qué pasaría si tratáramos la adicción a las drogas como la adicción al alcohol, como un problema de salud pública? La mariguana origina la mitad de todos los arrestos relacionados con drogas en Estados Unidos; despenalizarla ahorraría millones que podrían utilizarse para tratar a los adictos en vez de para arrestar muchachos. Las alternativas al encarcelamiento se deben preferir para aquellas personas que no representen amenaza para otros.

Los mandatos severos y las sentencias mínimas deben revocarse. ¿Por qué no sacar la drogadicción del sistema de justicia penal y atenderla en el sistema de salud pública? Sin duda sería mejor gastar el dinero, no en encerrar a las personas, sino en clínicas que atiendan su enfermedad.

Poner fin a la guerra a las drogas no significa abandonar el esfuerzo de regularlas, de enseñar a los niños sus peligros, o de tratar a quienes dependen de ellas.
Sí significa, en cambio, no desperdiciar millones de vidas más y miles de millones de dólares más en una guerra que no se puede ganar.

La guerra a las drogas ha sido lanzada por ambos partidos. Los políticos han adoptado posturas severas en torno al crimen, compitiendo para inventar los castigos más rigurosos. El dinero no ha sido obstáculo. Todo un complejo de prisiones –con poderosos intereses privados– ha crecido para confinar a los prisioneros de esta guerra. Pero ahora, 40 años después, ¿no es tiempo de hacer a un lado las posturas y tener un debate fundamental sobre las alternativas a esta guerra fallida?

* Pastor bautista y político estadunidense
Traducción Jorge Anaya

viernes, 10 de junio de 2011

El enemigo de la prensa


“es inútil tomársela con Berlusconi –o con cualquier politicastro-que, digámoslo así, hacen su oficio. ”.
Umberto Eco Traducido por Liliana Piastra 
No sé si será el pesimismo de la edad avanzada, si será la lucidez que trae consigo la edad, pero tengo mis dudas, no exentas de escepticismo, en cuanto a intervenir, a instancias de la redacción, en defensa de la libertad de prensa. Lo que quiero decir es que, cuando alguien tiene que intervenir en defensa de la libertad de prensa, es porque la sociedad, y con ella una gran parte de la prensa, ya está enferma. En las democracias que llamaremos ‘fuertes' no es necesario defender la libertad de prensa, porque a nadie se le ocurre limitarla. 

Esa es la primera razón de mi escepticismo, de la que se deriva todo un corolario. El problema italiano no es Silvio Berlusconi. La historia (yo diría que desde Catilina en adelante) está plagada de aventureros, no carentes de carisma, con muy poco sentido del Estado pero con un sentido muy acusado de sus propios intereses, que han deseado instaurar un poder personal, pasando por encima de parlamentos, magistraturas y constituciones, repartiendo favores a sus cortesanos y (a veces) a sus cortesanas e identificando su propio placer con el interés de la comunidad. Lo que pasa es que esoshombres no siempre han conquistado el poder al que aspiraban, porque la sociedad no se lo ha permitido. Cuando la sociedad se lo ha permitido, ¿por qué tomárselo a mal con esos hombres y no con la sociedad que les ha dejado hacer lo que han querido? 

Siempre recordaré una historia que contaba mi madre que, a sus veinte años, había conseguido un buen trabajo como secretaria y mecanógrafa de un diputado liberal – y he dicho liberal. Al día siguiente de que Mussolini subiera al poder el diputado en cuestión dijo: "Pero en el fondo, con la situación en la que se encontraba Italia, a lo mejor ese Hombre sabe cómo poner un poco de orden". Pues bien, si se instauró el fascismo no fue gracias a la personalidad enérgica de Mussolini (oportunidad y pretexto), sino a la indulgencia y a la relajación de aquel diputado liberal (representante ejemplar de un país en crisis). 

Por consiguiente, es inútil tomársela con Berlusconi que, digámoslo así, hace su oficio. La que ha aceptado el conflicto de intereses, la que acepta las rondas, la que acepta el laudo Alfano, y la que ahora habría aceptado sin demasiadas cuitas - si el presidente de la República no hubiese levantado una ceja - la mordaza que se le ha puesto a la prensa (por ahora de forma experimental) es la mayoría de los italianos. Si una cauta censura de la Iglesia no estuviera turbando en estos momentos la conciencia pública, esa misma nación aceptaría sin vacilar, e incluso con una cierta complicidad maliciosa, que Berlusconi se fuera de ‘velinas’– pero eso pronto estará superado, porque los italianos, y en general los buenos cristianos, se han ido de putas desde siempre, por mucho que el párroco diga que no está bien.

¿Por qué dedicar, entonces, a esas alarmas un número de 'L'espresso', si sabemos que el periódico llegará a manos de quien ya está convencido de esos riesgos de la democracia, pero en cambio no lo leerá quien está dispuesto a aceptarlos con tal de que no le falte su ración de Gran Hermano – y de muchos casos político-sexuales en el fondo sabe bien poco; porque una información, en gran parte sometida a control, ni siquiera se lo cuenta?

A ver ¿por qué hacerlo? El porqué es muy sencillo. En 1931 el fascismo impuso a los profesores universitarios, que entonces eran 1.200, un juramento de fidelidad al régimen. Sólo se negaron 12 (el 1 por ciento), que perdieron su puesto. Hay quien dice que 14, pero eso no hace más que confirmar hasta qué punto pasó el hecho desapercibido entonces, dejando un recuerdo un tanto vago. Muchos otros, que luego serían personajes eminentes del antifascismo posbélico, incluso aconsejados por Palmiro Togliatti o Benedetto Croce, juraron, para poder seguir difundiendo sus enseñanzas. Puede que los 1.188 que permanecieron tuvieran razón, por distintas razones y todas ellas honorables. Pero los 12 que dijeron que no salvaron el honor de la Universidad y, en definitiva, el honor del país.

Esa es la razón de que a veces haya que decir que no, aunque se sea pesimista y se sepa que no servirá para nada. 

Por lo menos que pueda uno decir un día que lo dijo.
 



martes, 7 de junio de 2011

La mentira es siempre un ultraje


Carta del subcomandante Marcos al Movimiento Ciudadano por la Justicia

Martes 7 de junio de 2011, p. 14
EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL MÉXICO.
Junio del 2011.
“El dolor nos recuerda
Que podemos ser buenos,
Que alguien mejor nos habita,
Que corre en noble sentido el río de las lágrimas.
Dolor llamamos al envés de la hoja de la risa,
A la tiniebla que queda al otro lado de la estrella
Que en tu frente tenía apacible nombre
Y orientaba nuestros pasos día a día.
Dolor es el combustible con que arde
La llama de recuerdos que ilumina
Una noche del olvido derrotado
Por el rayo de tu risa al revolar.
Dolor se llama el duelo
De vivir por tu memoria.”
Fragmento de 49 Globos.
Juan Carlos Mijangos Noh.
Al: MOVIMIENTO CIUDADANO POR LA JUSTICIA 5 DE JUNIO, a los familiares de l@s niñ@s muertos y heridos en la Guardería ABC el 5 de junio del 2009, y a tod@s quienes se han solidarizado con su lucha.
Hermosillo, Sonora, México.
De: Subcomandante Insurgente Marcos.
Chiapas, México.
Les escribo a nombre de las mujeres, hombres, ancianos y niños del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, para saludarlos y manifestarles nuestro respeto y admiración por su digna lucha.
No es fácil sacar palabras del dolor, nosotros lo sabemos.
¿Y de la rabia?
¿Del saber que los malos gobiernos ignoran propositivamente los reclamos de justicia?
¿De ver cómo se manipula el calendario para simular justicia, y para calcular que la desmemoria cubrirá la muerte? Esa muerte absurda de los 49 pequeños y las decenas de heridos, infantes sin más culpa que haber nacido en un país donde el gobierno ha unido el nepotismo con la corrupción y la impunidad.
Poco o nada podemos agregar a lo que sus dignas palabras han señalado sobre lo que ocurrió: la desgracia llegando a quienes ni la esperaban ni la merecían; la irresponsabilidad que la propició; la complicidad de gobiernos, legisladores y jueces; la continua postergación de una investigación a fondo. Y los nombres y las imágenes de las niñas y los niños, las actividades y movilizaciones para honrarlos de la mejor manera, es decir, exigiendo castigo a los responsables, justicia para las víctimas y la adopción de medidas que impidan que la tragedia se vuelva a repetir.
Todo eso y más hemos aprendido de su página de internet (www.movimiento5dejunio.org), y del libro Nosotros somos los culpables de Diego Enrique Osorno, que arma el rompecabezas de la tragedia.
La muerte de una niña, de un niño, siempre es desproporcionada. Llega atropellando y destruyendo todo lo cercano. Pero cuando esa muerte es sembrada y cultivada por la negligencia y la irresponsabilidad de gobiernos que han convertido la ineptitud en negocio, algo muy profundo se sacude en el corazón colectivo que abajo hace andar la pesada rueda de la historia.
Entonces las preguntas crecen y se extienden: ¿por qué?, ¿quiénes son los responsables?, ¿qué se hace para que nunca más se repita esa tragedia?
Y ha sido el empeño de ustedes el que nos ha dado las respuestas. Porque de arriba sólo hemos visto desprecios, burlas, simulaciones y mentiras.
La mentira es siempre un ultraje, pero cuando desde el Poder se teje para esconder a familiares y amigos, es una villanía.
Allá arriba no se han arrepentido. No lo harán. En lugar de honrar a los infantes muertos de la única forma que les sería permitida, es decir, con justicia, siguen en sus juegos de guerra donde ellos ganan y todos pierden.
Porque no es resignación ante la muerte la que se predica desde allá arriba. Lo que quieren es el conformismo frente a la irresponsabilidad que calcinó e hirió esas vidas.
Lejanos como estamos, en calendario y geografía, no mandamos palabras de conformismo ni de resignación. No sólo porque ni uno ni otro pueden hacer frente a las consecuencias de ese crimen que ahora cumple 2 años. También, y sobre todo, porque la lucha de ustedes nos hace sentir respeto y admiración por su causa, por su paso y por su empeño.
Allá arriba deberían saber que no sólo el dolor une, también el ejemplo de tenaz lucha que en ese dolor se anima.
Porque ustedes, hombres y mujeres llevados por la desgracia a esta lucha, son seres extraordinarios que despiertan la esperanza en muchos rincones de nuestro país y del planeta.
Como extraordinarios son esos hombres y mujeres que han echado a andar de nuevo, en la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, para recordarle a quienes mal gobiernan, a los criminales y al país entero, que es una vergüenza el nada hacer cuando la guerra de todo se apodera.
Desde uno de esos rincones, desde las tierras indígenas de Chiapas, las zapatistas, los zapatistas, los miramos desde abajo, sabiendo que el dolor también agiganta los pasos si son dignos.
Y a estas líneas que ahora les escribimos, sólo las anima el deseo de decirles una cosa:
Bien haya la sangre que les dio vida a esas niñas y niños, y malhaya la de quien se las quitó.
Y decirles a ustedes que cuenten con nosotros, que, aunque lejanos y pequeños, reconocemos la grandeza de quien sabe que la justicia sólo se alcanza con la memoria y nunca con la resignación.
Ojalá algún día puedan llegar a estas tierras. Acá encontrarán un corazón moreno que los abrazará, unos oídos atentos para escuchar, y una historia dispuesta a aprender de ustedes.
Porque las grandes lecciones, las que cambian el rumbo de la historia, vienen precisamente de personas que, como ustedes y quienes ahora andan, hacen de la memoria el camino para crecerse.
Con ustedes, y con quienes ahora marchan, podremos entonces, juntos, ustedes, ellos, nosotros, hablar palabras donde el dolor sea una cicatriz que nos recuerde y comprometa a que nunca más se repita la desgracia, y a que por fin termine el carnaval sangriento con que arriba festejan la impunidad y la desvergüenza.
Mientras eso ocurre, desde acá seguiremos escuchándolos y aprendiendo de ustedes.
Vale. Salud y que la justicia por fin camine abajo.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Junio del 2011.